Silueta iglesia. Foto: PublicDomainPictures (archivo)

15% menos de limosna para la Iglesia en pandemia. El dinero de la Iglesia narrado por quien lo administra

El prefecto del Dicasterio para la Economía ha explicado cómo se usa el dinero de la Santa Sede en el contexto de la presentación del Presupuesto para 2022.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 28.01.2022).- Todos los años hay un día en que la limosna que se recoge en las diferentes parroquias, templos y capillas de todo el mundo va destinada al Papa, para obras de caridad. Es así que después el Papa, cómo sucedió recientemente con dinero enviado para inmigrantes en Polonia y afectados por desastres naturales en Filipinas, puede dar ayudas monetarias, incluso a no católicos.

Ese día es el 29 de junio, “día del Papa” (por ser día de san Pedro, primer Papa, y de san Pablo, patrono de la diócesis de Roma) y se le llama “Óbolo de San Pedro”. En 2020 se colectaron 44 millones de euros y las previsiones para 2021, según quien lleva todo el tema de la economía de la Iglesia, es que no supere los 37 millones. Es decir, habría un 15% menos de limosnas para el Papa en el 2021.

A esa disminución se suman los porcentajes negativos que vienen de atrás: entre 2015 y 2019 hubo una disminución de las limosnas para el Papa por un 23% y en 2020 disminuyó un 18% más.

Estos son sólo algunos de los datos que el prefecto del dicasterio para la Economía de la Santa Sede, padre Antonio Guerrero Alves, dio a conocer el viernes 28 de enero, en el contexto de la publicación del Presupuesto Económico para 2022. Algo que abarca mucho más que el sólo Óbolo de San Pedro.

Es precisamente ese Presupuesto el que evidencia algunas novedades en la manera como la Santa Sede gestionará sus bienes, lo que implica un todavía mayor sentido de responsabilidad y transparencia. Una de esas novedades es el número de entes contemplados en este presupuesto: se pasa de 60 entes de 2021 a 90 considerados en el presupuesto de 2022. Se extiende el perímetro “para tener una visión más completa de la situación económica de la Santa Sede”, dice el P. Guerrero.

Entre los nuevos entes que entran dentro del nuevo presupuesto, y que no son parte de la Curia Romana, como sucedía exclusivamente en el pasado, están varias realidades que son propiedad de la Santa Sede, dependen de ella o están bajo su responsabilidad económica. Es el caso del Hospital Pediátrico Bambino Gesú, de Roma, el Fondo de Pensiones para los empleados de la Santa Sede y del Estado Vaticano, el Fondo de Asistencia Sanitaria, las basílicas mayores de Roma (San Juan de Letrán, Santa María la mayor, San Pablo Extramuros y San Pedro) además de los Santuarios de Loreto, Pompeya y Padua, entre otros.

Esta extensión del perímetro de 60 a 90 realidades supone un presupuesto que en 2022 pasa a 803 millones de euros y prevé ingresos sólo por 770 millones. Esto significa que se contempla ya desde ahora un déficit de unos 33 millones que, aunque es mucho, es menos que los entre 42 y 49 millones de déficit presupuestados para el 2021 (aunque se espera que al final sea menor que lo previsto). Y es que no obstante encontrarnos en el inicio de un nuevo año, aún no queda claro cómo cierra la Santa Sede pues el balance final del año 2021 estará listo a mediados de 2022.

Una de las cosas que sí se tienen claras es que se busca contener el gasto, pero no reducir la caridad del Papa sino, por el contrario, aumentarla. Y es que, de hecho, este 2021 se pudo vacunar a muchos sin techo y se aumentó la ayuda a iglesias en necesidad en diferentes partes del mundo. Por otra parte, los diferentes dicasterios de la Curia toman conciencia de la situación y han reducido gastos. Este 2022, de hecho, los gastos de la Curia Romana alcanzan un nuevo mínimo histórico al presupuestar -sólo para la Curia- 289 millones de euros frente a los 293 del año 2021. O, en otras palabras, a la ya reducida provisión de 2021 este 2022 se le restan 4 millones de euros más.

Por otra parte, el control que el Dicasterio para la Economía ejerce como una forma de servicio para con todos estos entes que ahora entran bajo un mismo paraguas es otro modo de transparencia y optimización. “Se han introducido nuevos procedimientos y mayor disciplina en los procesos y esto requiere un tiempo de ajuste, tomará su tiempo acostumbrarse, porque se trata de un cambio cultural. El solo hecho de que las operaciones económicas sean vistas y examinadas por otro ente, o que en el mismo dicasterio haya una segregación de funciones, introduce un paso más”, refiere el P. Guerrero. No pocos de estos procesos están ahora blindados por leyes que se han dictado en la Santa Sede en los últimos años.

Una de las gestiones de las que se conoce poco y habla mucho es la de los bienes que posee la Santa Sede en la ciudad de Roma (resultado de la firma de los Pactos Lateranenses y que supusieron una forma de compensación del naciente Estado Italiano al naciente Estado Vaticano por la expropiación de los Estados Pontificios): a mediano plazo, según el prefecto del Dicasterio para la Economía, hay planes de mejorar la eficiencia mediante la optimización del rendimiento del patrimonio. ¿Qué significa esto?

Estaría previsto que muchos de los edificios que hoy la Santa Sede tiene cedidos a universidades, hospitales y otras instituciones al servicio de la misión de la Iglesia, o que son oficinas de dicasterios, de las cuales no tiene beneficio económico sino muchas veces solo costos, se optimicen en su uso. De este modo podrían pasar del 20% que se usufructúa actualmente a un porcentaje mayor.

El prefecto para la economía reconoce que, no obstante, es necesario atraer donaciones. Pero es realista al considerar que eso pasa primero por la transparencia, por lo que se toma la tarea de rendir cuentas de las entradas y salidas del Óbolo y un reporte económico de la Santa Sede para todas las Conferencias Episcopales. A fin de cuentas, y como subraya, la Curia Romana está al servicio de los obispos de todo el mundo.

Es así que el P. Guerrero dice: “La curia Romana está compuesta por centros de gasto que tienen pocos ingresos en retorno por el servicio que prestan. Lo que renta el patrimonio ayuda, pero, como hemos dicho, es insuficiente para hacer sostenible a la curia. Si vivimos de donativos no es para tener superávit sino para emplearlos en la finalidad para la que han sido dados.  Nuestro objetivo es ser sostenibles, no tener superávit”. Y agrega: “Somos muy conscientes de haber cometido errores gruesos en la gestión económica, que han restado credibilidad a la Santa Sede. Buscamos aprender de ello y creemos haber puesto remedio para que no suceda más”.

Cuando se ven los números de la Santa Sede se evidencia un aspecto muy claro: “A la economía de la Santa Sede se le ha dado demasiada importancia, no es de grandes dimensiones, ni es una actividad importante entre las que se realizan aquí, no me parece que, si hacemos las cosas bien, tenga un interés objetivo para el gran público. Como me dijo una periodista después de presentar el último balance: “aquí no hay noticia”. Y así es, puesto que solo hay noticia cuando hay errores, estafas o corrupción. Nuestro deber es informar con trasparencia, quizá las cuentas de la Santa Sede tengan interés para quienes contribuyen, que puedan ver cómo se gasta el dinero con el que ayudan”.

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Jorge Enrique Mújica

Licenciado en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, y “veterano” colaborador de medios impresos y digitales sobre argumentos religiosos y de comunicación. En la cuenta de Twitter: https://twitter.com/web_pastor, habla de Dios e internet y Church and media: evangelidigitalización."

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