Beatitud Sviatoslav Shevchuk Foto: Extraída del video mensaje.

Cartas desde la Guerra (décimo día): Ucrania lucha, Ucrania reza, Ucrania sirve

Cada una de nuestras parroquias, en particular, aquí en el centro, este y sur de Ucrania, se convierte en un centro de servicio social para nuestros voluntarios, dice el líder de los católicos en Ucrania, desde Kiev.

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(ZENIT Noticias / Kiev, 05.03.2022).- Prácticamente desde el inicio de la invasión rusa, el Arzobispo mayor de los greco-católica ucranianos, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, se ha estado comunicando con la población católica, y no solo, mediante mensajes de video desde Ucrania. Ofrece la traducción al español del mensaje de este 5 de marzo.

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Alabado sea Jesucristo

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, os saludo a todos desde Kiev.

Hoy estamos viviendo el décimo día de esta terrible y sangrienta guerra.

Esta mañana, en particular, nuestros pensamientos están con nuestras ciudades del norte, este y sur de Ucrania.

Ucrania lucha, Ucrania reza, Ucrania sirve.

Esta noche nuestros pensamientos se centraron principalmente en Kharkiv, donde ayer nevó, 20 centímetros de nieve. Pero por la noche, de nuevo se oyó el sonido de los aviones enemigos, y de nuevo esta pacífica ciudad fue bombardeada, trayendo consigo muerte y destrucción.

Nuestros pensamientos van a Sumy, porque allí están empezando los combates callejeros; a los heridos de Chernihiv, a las decenas de personas alcanzadas por bombas, cohetes y otras armas.

Sobre todo, hoy nos duele el corazón por las ciudades asediadas por el enemigo, donde está comenzando una verdadera catástrofe humanitaria. Nuestros pensamientos se dirigen a Mariupil, Volnovakha, Kherson.

El enemigo está asediando y bloqueando las grandes ciudades, impidiendo que sus habitantes huyan, dificultando la entrega de provisiones, mientras las ciudades son bombardeadas por el enemigo, sembrando la muerte.

Señor, salva a tu pueblo.

Una vez más, hoy queremos dirigir nuestras oraciones a nuestras fuerzas armadas ucranianas, a nuestras chicas y chicos que con sus cuerpos como escudo protegen a Ucrania, que mueren por la futura libertad de su patria. Dios, bendice a nuestras fuerzas armadas, Señor, envíanos el ejército celestial de tus ángeles, tu Arcángel Miguel, para defender, apoyar y proteger a nuestros soldados.

Hoy quiero hacer un llamamiento a la comunidad internacional: no nos quedemos callados, hagamos todo lo posible para que los convoyes humanitarios puedan llegar a las ciudades que hoy el cruel enemigo tiene en sus garras.

Después de que el enemigo haya bombardeado la ciudad, los edificios de varias plantas se convierten inmediatamente en una trampa de frío, sin calefacción, luz ni agua.

Podemos ayudarles, pero no nos dejan llevar nuestra ayuda.

Hoy me gustaría apoyar, me gustaría hacer un llamamiento a todos los que realmente pueden ayudar a estas personas a nivel internacional. Que se establezcan corredores humanitarios. Que se abran las rutas verdes de la vida para que la población civil pueda desplazarse a lugares seguros, mientras los convoyes humanitarios llevan a esas personas alimentos, calor, solidaridad humana.

Hoy me gustaría agradecer especialmente a nuestros voluntarios. En este tiempo terrible, cada uno de nosotros debe convertirse en voluntario, cada uno de los que viven en la tierra tranquila, cada persona que defiende su patria sin armas.

Cada uno de nosotros debe servir hoy a su prójimo con su propio amor cristiano.

Doy las gracias a nuestras numerosas organizaciones no gubernamentales, a todos aquellos que, como voluntarios, se lanzan a servir a los necesitados.

Cada una de nuestras parroquias, en particular, aquí en el centro, este y sur de Ucrania, se convierte en un centro de servicio social para nuestros voluntarios.

Hago un nuevo llamamiento a la comunidad internacional: hagamos todo lo posible para detener esta guerra

¡Dios, salva a Ucrania! Envía al pueblo sabiduría e inteligencia, Señor, para que el diálogo prevalezca sobre la guerra.

Dios, bendícenos a todos.

 Invoco la bendición del Señor con su gracia ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

¡Alabado sea Jesucristo!

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Redacción Zenit

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