Soldados. Guerra. Foto: Archivo

Cartas desde la guerra (veintésimo día): “Qué dolor me produce ver cómo los ancianos acuden cada día a nuestras parroquias por un trozo de pan”

A 20 día del inicio de la guerra, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk nos hace un nuevo reporte desde la capital ucraniana.

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(ZENIT Noticias / Kiev, 15.03.2022).- A 20 día del inicio de la guerra, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk nos hace un nuevo reporte desde la capital ucraniana. Ofrecemos el texto en español de la comunicación de este lunes 15 de marzo.

***

¡Alabado sea Jesucristo!

Queridos en Cristo, hermanos y hermanas. Hoy ya estamos viviendo el 20o día de esta terrible guerra en Ucrania. Y hoy es 15 de marzo de 2022.

Pero Ucrania está en pie. Ucrania triunfa. Ucrania lucha. Ucrania cree. Cree en Dios, cree en su verdad. Cree que Dios está con nosotros. Dios está del lado de los que son víctimas de una agresión injusta. Creemos que Dios mismo sufre en el cuerpo de nuestro pueblo. Creemos que, Dios como Cabeza de su Cuerpo, de su Iglesia, toma hoy sobre sí las heridas de Ucrania.

De nuevo esta noche nuestras ciudades han ardido. Una vez más, nuestra ciudad de Kiev ha sido herida. Ha muerto gente… Las bombas rusas han vuelto a caer durante la noche sobre los techos de los civiles que intentaban descansar en paz.

Vemos estos días cómo nuestra Iglesia sirve a su pueblo. La Iglesia está con su pueblo. Nuestros sacerdotes permanecen en los territorios ocupados, en las ciudades sitiadas, sufren junto con nuestro pueblo, sufren con su sufrimiento, lloran con él y junto con el pueblo rezan.

Nuestras parroquias se han convertido en centros de ayuda social, donde, de hecho, muchos pueden recibir protección y así medios de sustento.

Qué dolor me produce ver cómo los ancianos acuden cada día a nuestras parroquias por un trozo de pan… abuelos, abuelas, a quienes cuesta tanto caminar… Y pienso… cuántos de ellos están hoy abandonados, solos con su soledad, en fríos departamentos, ancianos que son los más expuestos a las bombas rusas.

Una dicho popular dice: “El hombre al envejecer se renueva en espíritu”. Qué duro es ver hoy las lágrimas de los ancianos. Aquellos que hoy por hoy son quizás los más vulnerables entre nosotros. Especialmente quiero animarlos a todos a pensar, a servir y a rezar por estos ancianos abandonados de Ucrania, porque sólo quien sabe respetar la vejez puede llegar a ser sabio. Quien sabe respetar a los mayores tendrá la fuerza necesaria para mantenerse en pie en esta lucha por la verdad.

Hoy rezamos por todos aquellos que intentan ayudar a Ucrania, que se solidarizan con nosotros, que sienten nuestro dolor como propio. Hoy rezamos por los que buscan una solución para el fin de esta guerra. No sólo buscamos una oportunidad para defendernos militarmente, sino también para hacer todo lo posible para que esta guerra termine pronto.

Hoy quiero hacer una vez más un llamamiento a los poderosos del mundo: ¡No sean meros espectadores del dolor y la pena de Ucrania! ¡No se limiten a ver por televisión cómo nos matan! ¡Hagan algo! Hagamos todo lo posible para detener esta guerra que se ha convertido en herida de toda la humanidad.

Hoy estamos ayunando y rezando. En primer lugar, recemos por nuestro ejército ucraniano. Los animo a que cada día, al menos una vez, recen un Padre Nuestro y un Ave María por nuestros soldados, por los muchachos y chicas que hoy mueren por Ucrania derramando su sangre. Recen por las víctimas de la guerra. Pero lo más importante es rezar juntos por la paz. Por la paz en Ucrania. Para que el cielo de Ucrania no sea ya un cielo lleno de bombas, sino lleno de paz y de la bendición de Dios.

La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.

¡Alabado sea Jesucristo!

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Redacción Zenit

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