(ZENIT Noticias / Amsterdam, 15.03.2022).- El pasado 6 de marzo la parroquia ortodoxa de Amsterdam, San Nicolás de Myra, dependiente del patriarcado de Moscú, recibió una visita peculiar: un enviado del patriarca Kirril, el obispo ortodoxo de La Haya Eliseo.
En los días previos, el clero de la parroquia instó a no mencionar más el nombre del patriarca ruso en la misa, además de señalar que el seguimiento que de la iglesia ortodoxa hacia el ministerio de asuntos exteriores ruso era amenazador. La invitación a dejar de mencionar al patriarca de Moscú en la misa suponía de hecho una ruptura de la comunión con él. El último paso fue el pedir al patriarcado de Constantinopla una dependencia de él, en lugar de la que tenían.
El obispo enviado por Kirill presidió la misa, se dijo el nombre del patriarca de Moscú pero ha sido posiblemente la última vez. Dado que el obispo “amenazó” a los sacerdotes, estos pidieron la protección de la policía holandesa y la han recibido.
Lo de Amsterdam, sin embargo, no es algo aislado. Diferentes eparquías han dejado de mencionar al patriarca Kirill. Es el caso de Lviv, Cherkasy, Rivne, Mukachevo, Sumy e Ivano-Frankivsk.
Por otra parte, 65 teólogos ortodoxos (en su mayoría radicados fuera de Rusia), han publicado un texto de condena y rechazo al patriarca Kirill ante el apoyo que de hecho está brindando al presidente Putin. “El apoyo de muchos miembros del Patriarcado de Moscú a la guerra del presidente Putin contra Ucrania tiene sus raíces en una forma de fundamentalismo étnico-religioso totalitario” llamado Russkii mir, dicen. Se trata de «una enseñanza falsa que está atrayendo a mucha gente a la Iglesia ortodoxa y que también ha sido retomada por la extrema derecha y por fundamentalistas».
Los teólogos dicen que esos argumentos se utilizaron para justificar la anexión de Crimea en 2014, para iniciar «una guerra de poder en el área de Donbas» y ahora en Ucrania.
Por cuanto reporta en este campo el diario Avvenire, “según la enseñanza calificada como «mundo ruso», recuerdan los teólogos ortodoxos, «existe una esfera o civilización transnacional rusa, llamada Santa Rusia o Santa Rus’, que incluye a Rusia, Ucrania y Bielorrusia (y a veces Moldavia y Kazajistán), así como como rusos étnicos y personas de habla rusa en todo el mundo.’ Russkii mir por lo tanto tiene «un centro político común (Moscú), un centro espiritual común (Kiev como la ‘madre de todos los Rus’), un idioma común (ruso), una iglesia común (la Iglesia Ortodoxa Rusa, Patriarcado de Moscú) y un patriarca común (el patriarca de Moscú), que trabaja en «sinfonía» con un presidente-líder nacional común (Putin) para gobernar este mundo ruso, además de defender una espiritualidad, moralidad y cultura distintivas comunes».
Por eso, los 65 redactores del documento denuncian esta manera distorsionada de pensar: “La enseñanza del ‘mundo ruso’ está devastando y dividiendo a la Iglesia”. Y concluyen: «Así como Rusia invadió Ucrania, así también el Patriarcado de Moscú del Patriarca Kirill invadió la Iglesia Ortodoxa, por ejemplo en África, provocando divisiones y conflictos» y haciendo «víctimas no sólo en el cuerpo sino en el alma, poniendo en peligro la salvación de los fieles”.