(ZENIT Noticias / Austin, 29.03.2022).- En septiembre de 2021 contamos el caso de John Henry Ramírez, un preso de 37 años condenado a muerte por un asesinato cometido en 2004 contra un empleado de tienda en Corpus Christi, Texas. El reo interpuso una demanda que logró retrasar su ejecución.
Ramírez demandó al Estado de Texas pues la autoridad estatal le negaba la posibilidad de una ejecución en la que estuviera acompañado de un ministro de culto. El caso trascendió no sólo por la peculiaridad de la petición sino también por el tiempo: Ramírez ya había tomado su última cena y la inyección para aplicarle la pena de muerte estaba lista. Pero se detuvo su ejecución y el caso fue llevado a un tribunal superior.
El Tribunal Supremo de los Estados Unidos le ha dado la razón a Ramírez. El juez John Roberts declaró: “Es posible dar cabida a las sinceras creencias religiosas de Ramirez sin retrasar o impedir su ejecución”. La sintonía de los jueces en este caso particular ha sido abrumadora: ocho votos contra uno.
El voto discrepante de el del juez Clarence Thomas quien adujo que se le estaba concediendo a Ramírez “una nueva oportunidad de retrasar su ejecución”.
Después del asesinato por el que John Henry Ramírez, un joven de entonces 20 años, asestó 29 puñaladas a un empleado de una tienda, Ramírez está recluido en la cárcel de Livingston. Durante los años de cárcel entró en contacto con el pastor Dana Moore, que es quien Ramírez pide que esté presente junto a él en la aplicación de la pena de muerte.