(ZENIT Noticias / Kiev, 31.03.2022).- Ofrecemos el texto de la comunicación que en el día 36 desde el inicio de la guerra ofrece el arzobispo mayor de los greco-católicos ucranianos, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk.
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¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es 31 de marzo de 2022 y Ucrania está sobreviviendo, sufriendo… sigue en pie y ya estamos en el día 36o de esta terrible guerra, de esta guerra de la patria, que comenzó con la invasión de nuestra tierra por las tropas rusas.
Pero Ucrania está en pie. Ucrania triunfa. Ucrania lucha. Aunque esto le conlleva traer grandes sacrificios al altar de la independencia y de la libertad de su pueblo.
Podemos decir que ayer en particular, fue un día bendecido por Dios. Nuestro ejército está liberando poco a poco las ciudades y pueblos de nuestra patria. Ayer, durante el día, en los alrededores de Kyiv sentimos grandes explosiones. Pero esta noche gracias a Dios pasó tranquila. Nuestro ejército está alejando poco a poco al enemigo de nuestra capital. Y esperamos que con la ayuda de Dios seremos capaces de proteger nuestra patria. Con la ayuda de Dios y el apoyo de todo el mundo.
Ucrania está de pie… Pero ¿qué significa estar de pie? ¿Qué significa perseverar en la lucha?
Cada vez más entendemos mejor que cuando hablamos de la capacidad de las personas para mantenerse en pie, esto debe entenderse con respecto a algo espiritual. Con respecto a un nivel más profundo. Con respecto al combate espiritual, a la lucha moral. Vemos cómo estas reglas del combate espiritual son hoy el secreto de la resistencia del pueblo ucraniano.
Sabemos muy bien que todo cristiano, en virtud de la fuerza que da el Santo Sacramento del Bautismo, ya está llamado a luchar, a combatir el mal. El apóstol San Pablo dice que “Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas” (Ef. 6, 12) y nos llama a ponernos el yelmo de la salvación, la túnica de la fe, a empuñar la espada espiritual que es la Palabra de Dios, con la que podemos vencer a todos nuestros enemigos.
Y la tradición cristiana, en particular del Oriente cristiano, nos da ejemplos concretos de ese permanecer de pie, de esa perseverancia ascética. Entre las proezas de los monjes que conocemos por la historia, hemos visto ascetas que fueron un ejemplo de esta perseverancia, en particular los estilitas y los ascetas que se ocultaban entre arbustos. Todos ellos se mantuvieron en pie a pesar del frío o del calor, de la lluvia o de la nieve, y con ese mantenerse en pie, en pie delante de Dios, derrotaban al diablo. Su ejemplo es muy importante para nosotros ahora. Mantenerse en pie en la vida espiritual significa tener fortaleza de espíritu, una fortaleza que permite ser uno mismo. Poder “ser humano aún en circunstancias infrahumanas”, como decía el Su Beatitud Lubomyr. No ser un hombre veleta, un hombre que cambia su postura moral, espiritual, para obtener estos u otros beneficios, un hombre que se deja llevar por el viento de la opinión pública o política.
Mantenerse en pie y ser uno mismo. Perseverar. Ese es uno los aspectos de la lucha espiritual. Y hoy Ucrania está de pie. Y todo el que persevere en esta lucha, sentirá que es posible perseverar. Y sabrá que es posible mantenerse en pie durante la lucha contra un enemigo superior en fuerza, sólo por el poder de la gracia del Espíritu Santo. Por eso perseveramos en oración. En la oración y en el obrar. En obrar el bien, en hacer actos de caridad para ayudar a los necesitados.
Llamo al mundo entero a perseverar en ese estar de pie. Perseverar en el mantenerse en pie ante los ataques del mal. Para hacer frente a los ataques de la mentira. Porque toda guerra va acompañada de un gran engaño. Hago un llamamiento a todos a que perseveren en pie junto a Ucrania.
Que Dios nos bendiga a todos. Que Él nos dé la victoria sobre el mal. Que Él bendiga al ejército ucraniano, al pueblo ucraniano. Que Él nos dé la fuerza para mantenernos en esa lucha contra el atacante injusto, contra el diablo y sus servidores.
Oh Dios, ¡bendice a Ucrania!
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!