(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 01.05.2022).- Unos 30 mil peregrinos presenciaron este domingo 1 de mayo el rezo de la oración mariana del Regina Coeli del Papa en la Plaza de San Pedro. Ofrecemos la traducción de ZENIT de las palabras del Papa que giraron en torno al Evangelio del día. Los encabezados en negrita son de nuestra agencia.
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[1. La tentación de volver a una vida anterior]
El Evangelio de la liturgia de hoy (Jn 21,1-19) narra la tercera aparición de Jesús resucitado a los apóstoles. Es un encuentro que tiene lugar junto al lago de Galilea y en el que participa sobre todo Simón Pedro. Todo comienza cuando dice a los demás discípulos: «Voy a pescar» (v. 3). Nada extraño, era pescador, pero había abandonado esta profesión desde que dejó las redes en la orilla de ese mismo lago para seguir a Jesús. Y ahora, mientras el Resucitado espera, Pedro, quizá un poco desanimado, propone a los demás volver a su vida anterior. Y los demás aceptan: «Vamos contigo». Pero «esa noche no se llevaron nada». (v. 3).
[2. Descuidar las grandes elecciones que hemos hecho]
También nos puede ocurrir, por cansancio, por decepción, quizás por pereza, olvidarnos del Señor y descuidar las grandes elecciones que hemos hecho, para contentarnos con otra cosa. Por ejemplo, no dedicamos tiempo a hablar entre nosotros en familia, prefiriendo los pasatiempos personales; olvidamos la oración, dejándonos llevar por nuestras propias necesidades; descuidamos la caridad, con la excusa de las urgencias diarias. Pero, al hacerlo, uno se encuentra decepcionado: era precisamente la decepción que tenía Pedro, con las redes vacías, como él. Es un camino que te lleva hacia atrás y no te satisface.
[3. La respuesta de Jesús: volver a tocar el corazón y llama de nuevo con ternura]
¿Y qué hace Jesús con Pedro? Vuelve de nuevo a la orilla del lago donde le había elegido a él, a Andrés, a Santiago y a Juan, a los cuatro. No reprocha -Jesús no reprocha, toca el corazón, siempre-, sino que llama a los discípulos con ternura: «Hijos» (v. 5). Luego les invita, como antes, a echar las redes de nuevo, con valor. Y una vez más las redes se llenan a rebosar.
[4. Qué nos dicen las redes vacías: ¡volver a empezar con Jesús!]
Hermanos y hermanas, cuando nuestras redes están vacías en la vida, no es el momento de compadecerse, de divertirse, de volver a los viejos pasatiempos. Es hora de empezar de nuevo con Jesús, es hora de encontrar el valor para empezar de nuevo, es hora de remar mar adentro con Jesús. Tres verbos: volver a empezar, volver a empezar, volver a hacerse a la mar. Siempre, ante la decepción, o una vida que ha perdido un poco de sentido – «hoy siento que he retrocedido…». – volver a empezar con Jesús, volver a empezar, volver al camino. Te está esperando. Y sólo piensa en ti, en mí, en cada uno de nosotros.
[5. La inmersión del entusiasmo al redescubrir a Jesús]
Pedro necesitaba ese «shock». Cuando oye a Juan gritar: «¡Es el Señor!» (v. 7), inmediatamente se lanza al agua y nada hacia Jesús. Es un gesto de amor, porque el amor va más allá de lo útil, lo conveniente y lo debido; el amor genera asombro, inspira impulsos creativos y libres. Así, mientras Juan, el más joven, reconoce al Señor, es Pedro, el mayor, quien se lanza hacia él. En esa inmersión está todo el entusiasmo redescubierto de Simón Pedro.
[6. Jesús nos invita a un nuevo impulso: ¿soy capaz de un estallido de generosidad?]
Queridos hermanos y hermanas, hoy Cristo resucitado nos invita a un nuevo impulso, a todos y cada uno de nosotros, nos invita a zambullirnos en el bien sin miedo a perder algo, sin calcular demasiado, sin esperar a que otros empiecen. ¿Por qué? No esperes a los demás, porque para encontrarte con Jesús tienes que dar un paso. Tenemos que arriesgarnos con valentía, y arriesgarnos asumiendo riesgos. Preguntémonos: ¿soy capaz de un estallido de generosidad, o contengo los impulsos de mi corazón y me cierro por costumbre o por miedo? Salta, sumérgete. Esta es la palabra de Jesús hoy.
[7. También hoy Jesús nos pregunta si le amamos]
Luego, al final de este episodio, Jesús le hace a Pedro, tres veces, la pregunta: «¿Me amas?» (vv. 15.16). El Señor Resucitado nos pregunta también hoy: ¿Me amas? Porque en la Pascua Jesús quiere que nuestros corazones también se eleven; porque la fe no es una cuestión de conocimiento, sino de amor. ¿Me amas?», te pregunta Jesús a ti, a mí, a nosotros, que tenemos las redes vacías y a menudo tenemos miedo de volver a empezar; a ti, a mí, a todos nosotros, que no tenemos el valor de lanzarnos al agua y quizás hemos perdido el impulso. ¿Me amas?», pregunta Jesús. Desde entonces, Pedro dejó de pescar para siempre y se dedicó al servicio de Dios y de sus hermanos, hasta el punto de dar su vida aquí, donde estamos ahora. Y nosotros, ¿queremos amar a Jesús?
Que la Virgen, que dijo fácilmente «sí» al Señor, nos ayude a redescubrir el impulso de hacer el bien.