Papa Francisco da a los Cursillos de Cristiandad dos direcciones fundamentales para ir “más allá”: comunión y misión

“Una cosa fea que deben evitar, antes de que ocurra -porque parece que no ha ocurrido con uds, pero antes se lo digo-: «eternizar» los despachos, es decir, que siempre sea el mismo o la misma. Por favor, no lo hagan. Todos son buenos, pero no todos son indispensables. No somos indispensables. Termino este trabajo de coordinador o coordinadora, no sé cómo se llama allí, ya sea del grupo o de los países o general, me voy a casa, es decir, me meto en los grupos como cualquier otra persona, cualquier otra persona”, ha dicho el Santo Padre.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 29.05.2022).- El sábado 28 de mayo el Papa recibió a una numerosa delegación de Cursillos de Cristiandad de Italia en el Aula Pablo VI del Vaticano. Ahí les habló de dos direcciones fundamentales para ir más allá en su vida y en la de la Iglesia. Ofrecemos el texto del mensaje traducido al castellano.

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Saludo con alegría a todos vosotros, miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de Italia, junto con los obispos y sacerdotes que os acompañan, que os habéis reunido aquí en Roma para vuestra VII Ultreya Nacional.

Utilizáis este antiguo saludo de los peregrinos, «ultreya», para indicar el sentido de estos encuentros, que caracterizan vuestro carisma desde el principio: son momentos de encuentro, de anuncio, de testimonio y de oración, para exhortarse mutuamente a ir «más allá», a «superar». No se trata de reuniones organizativas, ni del «consejo de administración» de una empresa, sino de encuentros fraternos para redescubrir la motivación y el impulso de la fe que todos habéis experimentado desde el primer cursillo en el que participasteis y que dio un giro a vuestras vidas.

Ya en las reuniones semanales del grupo se da un paso «más allá». En efecto, tienes la oportunidad de ir más allá de una visión meramente horizontal, terrenal y materialista de la vida, para redescubrir cada vez la nueva mirada que la fe en Cristo nos ha dado sobre todo: sobre nosotros mismos, sobre el mundo, sobre el sentido de la existencia. En efecto, nos apresuramos -por pereza, por inercia, por timidez- a perder la mirada de la fe y a conformarnos con la mentalidad del mundo, que apaga todo celo y todo deseo de permanecer fieles al Señor y de llevarlo a los demás. Ahora que la pandemia está pasando, recordamos la advertencia de la Carta a los Hebreos: «No abandonéis las reuniones […] sino exhortaos unos a otros» (10:25). Es una gran gracia tener hermanos y amigos en la fe para apoyarse mutuamente y mantener vivo el amor a Cristo, fundamento de todo, y compartirlo con los demás.

Además de las reuniones semanales, es sobre todo su «ultreya» la que les impulsa «más allá». Me gustaría señalar dos direcciones fundamentales para su «ir más allá».

1) Ir hacia la comunión

La primera es ir hacia la comunión. Se trata de ir más allá de uno mismo y del propio grupo para hacer comunidad y crecer en la Iglesia, que siempre es un cuerpo y nunca miembros inconexos y separados. Por lo tanto, nunca te aísles y nunca te encierres en ti mismo. Mantener e incrementar siempre los vínculos vitales con los lugares de comunión en los que estamos insertos.

1.1) Ir hacia la comunión haciendo comunidad con otros grupos

En un primer nivel, estáis llamados a hacer comunidad con otros grupos, a nivel regional y nacional, para enriqueceros con experiencias y perspectivas más amplias, que os hagan comprender mejor la situación eclesial y social en la que estáis inmersos y que constituye el campo concreto de vuestra misión. De este modo, la fe y la vida, la Iglesia y el mundo se unifican en ti.

1.2) Ir hacia la comunión con todo el movimiento de Cursillos

En un segundo nivel, estás llamado a hacer comunidad con todo el movimiento de Cursillos. El gran reto aquí es mantener un espíritu de caridad y unidad, sabiendo que el carisma fundacional de vuestro movimiento es el que os transmitieron los iniciadores y la primera generación y del que todos sois igualmente responsablesLa unidad no se basa en el carisma de un solo individuo ni en la «línea» espiritual de alguna «corriente». No, la unidad se funda en la herencia espiritual recibida por todos, vivida y compartida por todos, comprendida por todos y confiada a todos. Sé que en los próximos días habrá una reunión del Cuerpo Mundial de Cursillos de Cristiandad, a la que asistirán dirigentes de todos los continentes. Espero que este encuentro se viva como un evento sinodal de escucha y discernimiento común entre los líderes, que dé espacio a todos, que acoja las diferentes sensibilidades y visiones, para crear una armonía espiritual en su interior. Armonía de identidad, de apostolado, de gobierno, para que podáis ser y mostraros a los demás como hermanos que actúan en unidad.

1.3) Ir hacia la comunión haciendo comunidad con la Iglesia

En un tercer nivel, aún más amplio, está el hacer comunidad con la Iglesia, que implica estar cerca y escuchar a los pastores y participar en las iniciativas pastorales de las Iglesias locales en las que se vive. Sus grupos y todo su movimiento, de hecho, no están «al lado» de la Iglesia, sino que son también parte de la Iglesia que vive en ese territorio. Por lo tanto, estáis llamados a identificaros plenamente con el sentimiento y la acción de la Iglesia.

2) La misión

La segunda dirección fundamental de «ir más allá», y por tanto de toda ultreya, es la misión. Ir más allá significa ir en misión. Vuestro movimiento tiene también el reto de formar comunidades de discípulos misioneros que salgan al encuentro de los alejados (cf. Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 24), superando el criterio de «siempre se ha hecho así» (cf. ibíd., 33), que no es un criterio cristiano. Tienes un carisma particular, que les ha llevado a redescubrir y saber proclamar de forma sencilla y directa lo esencial de la experiencia cristiana, es decir, el amor de Dios por cada hombre y mujer. Y saben transmitir este anuncio dentro de los lazos de amistad y cercanía que estableces, sin forzarlo, con tantas personas con las que se encuentran, incluso con aquellas de personalidad más fuerte que parecen casi indiferentes o incluso hostiles a la fe. Os animo, pues, a dejaros animar por este carisma que el Espíritu Santo os ha concedido, para experimentar así la dulce alegría de evangelizar, en todos los ámbitos de la vida, privados y públicos, es decir, el movimiento, el movimiento para la unidad interna y el movimiento para evangelizar.

Vivir el servicio del anuncio y del testimonio cristiano

Quisiera añadir una cosa: estar en el movimiento significa también vivir el servicio del anuncio y del testimonio cristiano, y esto depende también de las personas que están a cargo o son responsables de cada país o de todo el movimiento. Una cosa fea que deben evitar, antes de que ocurra -porque parece que no ha ocurrido con uds, pero antes se lo digo-: «eternizar» los despachos, es decir, que siempre sea el mismo o la misma. Por favor, no lo hagan. Todos son buenos, pero no todos son indispensables. No somos indispensables. Termino este trabajo de coordinador o coordinadora, no sé cómo se llama allí, ya sea del grupo o de los países o general, me voy a casa, es decir, me meto en los grupos como cualquier otra persona, cualquier otra persona. «No, pero yo hice esto, ahora depende de…». No toca nada, ¡tienes que irte a casa! ¿Entendido? Y esta renovación contra las ambiciones personales, que el diablo hace mover, es un trabajo para seguir viviendo. Porque muchos movimientos han muerto en manos de un solo líder o de uno solo. Tenemos mucha experiencia de esto en la Iglesia. Por eso, renovemos el servicio de la autoridad, digamos, renovémoslo: nadie es eterno en la autoridad.

Queridos amigos, que el Espíritu Santo, por intercesión de la Virgen María, os mantenga siempre en movimiento, nunca estáticos, siempre en marcha, siempre dispuestos a «ir más allá», hacia la comunión y hacia la misión, y siempre en servicio, no trepadores de oficinas. Desde el fondo de mi corazón os bendigo a todos vosotros y a vuestros seres queridos. Y usdd. también, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.

Traducción del original en lengua italiana realizado por el director editorial de ZENIT.

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Redacción Zenit

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