(ZENIT Noticias / Roma, 16.08.2022).- El martes 16 de agosto fue presentada en Quebec una demanda colectiva de 101 personas contra la arquidiócesis católica de Quebec. El despacho de abogados que se ocupa de la demanda es Arsenault Dufresne Wee Avocats.
Entre los documentos presentados hay una acusación de una “mujer anónima” (identificada con la letra “F.”) que hace acusaciones específicas contra el cardenal Marc Ouellet. El cardenal Ouellet es canadiense y fue arzobispo de Quebec de 2002 a 2010, año en que fue llamado al Vaticano para ocuparse de lo que en ese momento se llamaba Congregación para Obispos (hoy Dicasterio).
“F.” asegura haber conocido al cardenal Ouellet en 2008 cuando prestaba servicios como pasante en la arquidiócesis. Según la demanda, “F.”, de 23 años, habría recibido en un encuentro público de agosto. Ahí –se sobreentiende en un saludo– habría supuestamente recibido un masaje en los hombros y le habrían rozado la espalda con las manos, lo que ella interpretó como caricia. Meses más tarde, en noviembre, también en el mismo contexto, le habrían besado la mejilla al saludarla, habría recibido un abrazo “con familiaridad” y nuevamente le habrían “acariciado” la espalda. Dos años más tarde, “F.” asegura que fue besada en la mejilla, fue abrazada y la mano fue deslizada por la espalda hasta los glúteos.
A raíz de una participación de “F.” en una formación sobre agresiones sexuales ella releyó lo sucedido interpretándolo como “tocamientos no consentidos de naturaleza sexual y, por tanto, agresiones sexuales”, según se lee en la demanda. La demandante afirma que en enero de 2021 escribió al Papa sobre este asunto y fue informada de que Francisco había nombrado a un sacerdote de nombre Jacques Servais para investigar el caso. No consta algo a este respecto por escrito y de forma pública.
Aunque la demanda es contra acciones supuestamente cometidas por poco más de 80 personas, la cobertura mediática se ha concentrado en el cardenal Ouellet. Se da la circunstancia de que apenas unas semanas atrás el Papa estuvo en Canadá y que quien le acompañó en ese viaje fue precisamente el cardenal Ouellet.
Aunque a decir verdad la prensa francófona (y tras ella también la de lengua inglesa, allende las fronteras canadienses) está reportando el hecho, no se lee en ningún lugar el recordatorio de un principio jurídico que es aplicable a todas las personas: el de la presunción de inocencia. En algunos casos se habla simplemente de “acusaciones de abuso contra el cardenal Ouellet”, con todo lo vago que un titular de este tipo puede ser (y también con toda la carga que eso conlleva).
Hay una grave responsabilidad en acusar a una persona de hechos como estos. Y no es menos grave que se dicte sentencia mediática (o se hagan sugerencia de culpabilidad) sin que la persona pueda defenderse en el foro adecuado y sin que la justicia, tras el debido proceso, haga también su propio trabajo. Después de todo, en el campo de la justicia, nos guste o no, no basta simplemente decir: hay que proceder a probar. El caso del cardenal Pell da muchas lecciones de prudencia. A él le costó más de un año de cárcel, y al final fue absuelto. En todo caso, si el abrazo y deslizamiento del supuesto victimario son como los de Biden a la esposa de un presidente europeo, tal vez debamos preguntarnos por qué hay dos modos de medir y señalar personas.