Papa Francisco en Ángelus. Foto: Vatican Media

Papa Francisco en el Ángelus: La puerta de Dios está abierta para todos

¿De qué lado queremos estar? ¿Preferimos el camino fácil de pensar sólo en nosotros mismos o elegimos la puerta estrecha del Evangelio, que desafía nuestro egoísmo pero nos hace capaces de acoger la verdadera vida que viene de Dios y nos hace felices? ¿De qué lado estamos?, ha preguntado el Papa desde la Plaza de San Pedro.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 21.08.2022).- Cerca de 12 mil peregrinos se han congregado en torno a la Plaza de San Pedro para escuchar al Papa y rezar con él el Ángelus del medio día, como es tradición cada domingo. En su breve mensaje espiritual antes de rezar el Ángelus, el Papa hizo una corta reflexión sobre el significado de “la puerta estrecha” de la que hablaba el Evangelio dominical. Ofrecemos una traducción al español del mensaje del Papa. Los destacados en negrita fueron añadidos por ZENIT.

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En el pasaje evangélico de Lucas de la liturgia de este domingo, una de esas personas pregunta a Jesús: «¿Son pocos los que se salvan?». Y el Señor responde: «Procura entrar por la puerta estrecha» (Lc 13,24). La puerta estrecha es una imagen que podría asustarnos, como si la salvación estuviera destinada sólo a unos pocos elegidos o a los perfectos. Pero esto contradice lo que Jesús nos enseñó en muchas ocasiones; de hecho, un poco más adelante, dice: «Vendrán del este y del oeste, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios» (v. 29). Así pues, esta puerta es estrecha, pero está abierta para todos. No olvides esto: ¡a todos! La puerta está abierta para todos.

Pero para entender mejor esta puerta estrecha, hay que preguntarse qué es. Jesús extrae la imagen de la vida de la época y probablemente se refiere al hecho de que, al caer la tarde, las puertas de la ciudad estaban cerradas y sólo una, más pequeña y estrecha, permanecía abierta: para volver a casa, sólo se podía pasar por allí.

Pensemos, pues, en lo que dice Jesús: «Yo soy la puerta: si alguien entra por mí, se salvará» (Jn 10,9). Quiere decirnos que para entrar en la vida de Dios, en la salvación, hay que pasar por Él, no por otro, de Él; acogerlo a Él y a su Palabra. Así como para entrar en la ciudad había que «medirse» con la única puerta estrecha que quedaba abierta, la del cristiano es una vida «a la medida de Cristo», fundada y modelada en Él. Significa que la vara de medir es Jesús y su Evangelio: no lo que nosotros pensamos, sino lo que Él nos dice. Y por eso es una puerta estrecha no porque esté destinada a unos pocos, no, sino porque ser de Jesús significa seguirle, comprometer la vida al amor, al servicio y a la entrega como hizo Él, que pasó por la puerta estrecha de la cruz. Entrar en el proyecto de vida que Dios nos propone nos pide estrechar el espacio del egoísmo, reducir la presunción de autosuficiencia, rebajar las alturas del orgullo y la arrogancia, y superar la pereza para atravesar el riesgo del amor, incluso cuando implica la cruz.

Pensemos, para ser concretos, en los gestos cotidianos de amor que realizamos con esfuerzo: pensemos en los padres que se dedican a sus hijos haciendo sacrificios y renunciando a tiempo para sí mismos; en los que se ocupan de los demás y no sólo de sus propios intereses: Cuántas personas son así, buenas; pensemos en los que se dedican al servicio de los ancianos, de los más pobres y de los más frágiles; pensemos en los que siguen trabajando con empeño, soportando dificultades y quizás incomprensiones; pensemos en los que sufren por su fe, pero siguen rezando y amando; pensemos en los que, en lugar de seguir sus instintos, responden al mal con el bien, encuentran la fuerza para perdonar y el valor para volver a empezar. Estos son sólo algunos ejemplos de personas que no eligen la puerta ancha de su propia comodidad, sino la puerta estrecha de Jesús, de una vida gastada en el amor. Estos, dice hoy el Señor, serán reconocidos por el Padre mucho más que los que se creen ya salvados y, en realidad, en vida son «hacedores de injusticia» (Lc 13,27).

Hermanos y hermanas, ¿de qué lado queremos estar? ¿Preferimos el camino fácil de pensar sólo en nosotros mismos o elegimos la puerta estrecha del Evangelio, que desafía nuestro egoísmo pero nos hace capaces de acoger la verdadera vida que viene de Dios y nos hace felices? ¿De qué lado estamos? Que la Virgen, que siguió a Jesús hasta la cruz, nos ayude a medir nuestra vida con Él, para entrar en la vida plena y eterna.

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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Redacción Zenit

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