El Cardenal Giovanni Battista Re; el embajador de Taiwan, Matthew LEE y el cardenal Paul Richard Gallagher.Foto: Embajada de Taiwán

Celebran en Roma 80 aniversario de relaciones diplomáticas entre Vaticano y Taiwán

El Embajador subrayó el papel de la Iglesia en la construcción del Taiwán moderno, que ha hecho contribuciones significativas a la sociedad local y ha mejorado mucho la calidad de vida de las personas.

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(ZENIT Noticias / Roma, 09.10.2022).- El miércoles 5 de octubre en Roma, en el Pontificio Colegio Urbano, la embajada de la República de China (Taiwán) ante la Santa Sede celebró un triple aniversario: la Fiesta Nacional, que conmemora su fundación el 10 de octubre de 1911, 80 Aniversario de las relaciones diplomáticas entre la República de China (Taiwán) y la Santa Sede y 100 años del primer Delegado Apostólico en la República de China, Cardenal Celso Costantini.

El acto, que contó con la presencia de más de 200 personas, entre ellos el Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, Monseñor Paul Richard Gallagher, y el decano del colegio cardenalicio, Cardenal Giovanni Battista Re; además de numerosos miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede y religiosos de diversas congregaciones, se abrió con los himnos nacionales de ambos países, seguido de las palabras de bienvenida del Embajador Matthew S. M. Sotavento.

La ocasión fue propicia para recordar los sacrificios de los últimos 111 años, que han llevado al éxito de la República de China como una nación rica, industrializada y de alta tecnología. En este contexto, el Embajador subrayó el papel de la Iglesia en la construcción del Taiwán moderno, que ha hecho contribuciones significativas a la sociedad local y ha mejorado mucho la calidad de vida de las personas: «La Iglesia ha abierto escuelas, colegios y universidades que han educado y continúan educando a miles de estudiantes cada año, y también ha establecido, y actualmente opera, doce grandes hospitales y más de cien casas de retiro».

En el centro de la intervención estuvo también la colaboración con la Santa Sede, que durante la pandemia permitió a la misión diplomática ofrecer ayuda material basada en el auténtico espíritu de «Taiwán Amigo-Hermanos todos»: «Taiwán y la Santa Sede seguirán cooperando para ayudar a los necesitados».

Las palabras de Mons. Paul Richard Gallagher, quien habló en nombre de la Santa Sede, subrayan las relaciones de amistad: «Agradezco a Taiwán y a la Embajada por las actividades de solidaridad realizadas recientemente, particularmente en el contexto de la pandemia. Deseo reconocer el gran trabajo realizado por la Embajada en apoyo a los sacerdotes y religiosos taiwaneses en todo el mundo».

Ante las graves tensiones internacionales, el Embajador Matthew LEE apeló a la prudencia y a la racionalidad, pero siempre en defensa de la libertad y la democracia. «¡Es más importante que nunca que las democracias permanezcan unidas!», dijo, recordando que «la paz es posible cuando las armas callan y comienza el diálogo», como declaró recientemente el Papa Francisco.

«Taiwán continuará consolidando la cooperación con aquellas naciones con puntos de vista similares para salvaguardar la paz y la estabilidad regionales a fin de garantizar la existencia misma de la democracia global», subrayó el diplomático, quien reiteró que Taipei trabaja todos los días para fortalecer los lazos con la Santa Sede y la comunidad democrática mundial. «El objetivo es demostrar a la comunidad internacional que Taiwán es una fuerza positiva en el mundo».

En honor a esta amistad de 80 años, Taiwán acompañó a los invitados con música de fondo de One Song Orchestra, arreglada por el galardonado compositor y músico Chen-Yi Lee. Además, rindió homenaje a la Santa Sede con el himno de la Ciudad del Vaticano interpretado por la soprano Liu Mon-Chiech, quien luego condujo con su espléndida voz la presentación de tres coreografías de bailes tradicionales, con la presencia de diez bailarines italianos de la compañía dirigida por Yang Yu Lin. Finalmente, la gracia y la elegancia de las danzas taiwanesas combinadas con la determinación y pasión de Liu Mon-Chiech concluyeron el evento con estilo.

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Redacción Zenit

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