Papa Francisco en apoyo a grupos provida. Foto: Vatican Media

Papa Francisco. Diez años de defensa del no nacido

El Santo Padre nos habla de ecología verdaderamente humana y de cultura del descarte de los seres humanos frágiles o prescindibles en sentido utilitario. Quiero referirme en este momento a sus referencias al «no nacido», víctima frecuentísima de esta cultura del descarte.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Por: Francisco José Ballesta, LC

 

(ZENIT Noticias / Roma, 12.03.2023).- En ocasión del X aniversario del Pontificado del Papa Francisco, algunos especialistas contribuyen en ZENIT con artículos que profundizan algún aspecto de este Papa y/o de su magisterio. A continuación, un artículo del P. Francisco José Ballesta, LC, profesor de bioética en la facultad de bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.

***

Revisando estos 10 años de pontificado tenemos que agradecer en especial al Papa Francisco su preocupación por el medio ambiente y la ecología. En el contexto de este tema, el Papa ha hecho un gran hincapié en la cultura del descarte. Podría parecer que estos temas son periféricos pero el Santo Padre ha hablado de ellos poniéndolos en relación directa con el ser humano.

El Santo Padre nos habla de ecología verdaderamente humana y de cultura del descarte de los seres humanos frágiles o prescindibles en sentido utilitario. Quiero referirme en este momento a sus referencias al «no nacido», víctima frecuentísima de esta cultura del descarte. La doctrina de la Iglesia es clara sobre el tema y en, este sentido, el Papa Francisco no ha añadido documentos especiales al Magisterio existente. Con su estilo directo y sencillo ha hecho referencias de sentido común sobre el tema ante diversos auditorios.

En su discurso al Movimiento Provida Italiano en 2014, recuerda la doctrina del Vaticano II sobre el respeto debido al no nacido:

«Uno de los riesgos más graves a los que se expone nuestra época, es el divorcio entre economía y moral, entre las posibilidades que ofrece un mercado provisto de toda novedad tecnológica y las normas éticas elementales de la naturaleza humana, cada vez más descuidada. Es necesario, por lo tanto, ratificar una firme oposición a todo atentado directo contra la vida, especialmente inocente e indefensa; y el nasciturus en el seno materno es el inocente por antonomasia. Recordemos las palabras del Concilio Vaticano II: “la vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables» (Gaudium et spes, 51)”» (Discurso del Santo Padre Francisco al Movimiento por la Vida italiano. Sala Clementina. Viernes 11 de abril de 2014).

En su discurso al Comité Nacional de Bioética Italiano, pide una atención especial al problema de la cultura del descarte:

«En particular, me gustaría alentar su trabajo en algunas áreas, que recuerdo brevemente […] 2. El tema de la discapacidad y la marginación de los sujetos vulnerables, en una sociedad que lucha por la competencia, por la aceleración del progreso. Es el desafío de contrarrestar la cultura del descarte, que hoy tiene tantas expresiones, entre las que se encuentra el tratamiento de los embriones humanos como material desechable, y también de los enfermos y ancianos que se acercan a la muerte» (Discurso del Santo Padre al Comité Nacional de Bioética Italiano, Sala del Consistorio. 28 de enero de 2016).

El Papa sostiene a un bebé en brazos, 16 junio 2018 © Vatican Media

El Papa sostiene a un bebé en brazos, 16 junio 2018 © Vatican Media

En la Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo, nos recuerda que:

«La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo» (Gaudete et exsultate, 101. 19-III-2018).

En la Audiencia General del 10 de octubre de 2018 señala las tremendas contradicciones que se esconden detrás de la mentalidad abortista:

«Un punto de vista contradictorio consiente también la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos. Pero ¿cómo puede ser terapéutico, civilizado, o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su florecimiento? Yo os pregunto: ¿Es justo “quitar de en medio” una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo “quitar de en medio” a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema. Es como contratar a un sicario para resolver un problema. ¿De dónde viene todo esto? La violencia y el rechazo a la vida, ¿de dónde nacen, en el fondo? Del miedo. De hecho, acoger al otro es un desafío al individualismo. Pensemos, por ejemplo, cuando se descubre que una vida naciente es portadora de discapacidad, incluso grave. Los padres, en estos casos dramáticos, necesitan cercanía real, solidaridad verdadera, para enfrentar la realidad y superar temores comprensibles. En su lugar, a menudo reciben consejos apresurados para interrumpir el embarazo, es decir, es una forma de decir: “interrumpir el embarazo” significa “quitar de en medio a uno”», directamente (Papa Francisco. Audiencia General, 10 de octubre 2018).

En su discurso a los participantes en el Congreso «¡Sí a la Vida! Cuidando el precioso don de la vida en su fragilidad» organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el 25 de mayo de 2019, reflexiona sobre lo sofismas que pretenden justificar el así llamado «aborto terapéutico»:

«Desafortunadamente, la cultura hoy dominante no promueve este enfoque: a nivel social, el miedo y la hostilidad hacia la discapacidad a menudo llevan a la elección del aborto, configurándolo como una práctica de “prevención”. Pero la enseñanza de la Iglesia sobre este punto es clara: la vida humana es sagrada e inviolable y el uso del diagnóstico prenatal con fines selectivos debe ser desalentado, porque es la expresión de una mentalidad eugénica inhumana, que sustrae a las familias la posibilidad de aceptar, abrazar y amar a sus hijos más débiles».

También en este discurso sitúa el problema del aborto en las coordenadas adecuadas:

«A veces escuchamos: “Vosotros los católicos no aceptáis el aborto, es el problema de vuestra fe”. No: es un problema pre religioso. La fe no tiene nada que ver. Viene después, pero no tiene nada que ver: es un problema humano. Es un problema pre religioso. No carguemos a la fe con algo que no le pertenece desde el principio. Es un problema humano. Dos frases solamente nos ayudarán a entender esto: dos preguntas. Primera pregunta: ¿es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es permisible alquilar un sicario para resolver un problema? La respuesta es vuestra. Este es el punto. No buscar en lo religioso algo que concierne a lo humano. No es lícito. Jamás eliminar una vida humana o alquilar a un sicario para resolver un problema».

«El aborto nunca es la respuesta que buscan las mujeres y las familias. Más bien, es el miedo a la enfermedad y la soledad lo que hace que los padres vacilen. Las dificultades prácticas, humanas y espirituales son innegables, pero precisamente por esta razón son urgentes y necesarias acciones pastorales más incisivas para sostener a los que tendrán hijos enfermos. Es decir, es necesario crear espacios, lugares y “redes de amor” a los que las parejas puedan recurrir, así como dedicar tiempo a acompañar a estas familias».

El Papa abraza a un chico con síndrome de down © Vatican Media

El Papa abraza a un chico con síndrome de down © Vatican Media

Y continúa con una historia realmente sorprendente que ilustra las manipulaciones que se dan:

«Me acuerdo de una historia que supe en mi otra diócesis. Había una niña Down de 15 años que se quedó embarazada y sus padres fueron al juez para pedirle permiso para abortar. El juez, un hombre justo en serio, lo estudió y dijo: “Quiero interrogar a la niña”. “Pero es down, no entiende…” “No, no, que venga). La niña de 15 años fue, se sentó allí, comenzó a hablar con el juez y él le dijo: “¿Sabes lo qué te pasa?“ “Sí, estoy enferma…” “Ah, y ¿cómo es tu enfermedad?” “Me dijeron que tengo un animal adentro que se come mi estómago, y para eso tienen que hacer una operación” “No… no tienes un gusano que se come tu estómago. ¿Sabes lo que tienes ahí? ¡Un niño!” Y la chica Down dijo: “¡Oh, qué bien!”. Así, pues, el juez no autorizó el aborto. La madre lo quiere. Pasan los años. Nació una niña. Estudió, creció, se hizo abogado. Esa niña, desde que supo su historia porque se la contaron, siempre que era su cumpleaños llamaba al juez para darle las gracias por el don de su nacimiento. Las cosas de la vida. El juez murió y ella ahora se ha convertido en promotora de justicia. ¡Pero mira qué bonito! El aborto nunca es la respuesta que buscan las mujeres y las familias» (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el Congreso «¡Sí a la Vida! Cuidando el precioso don de la vida en su fragilidad» organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Sala Clementina. Sábado, 25 de mayo de 2019).

En la rueda de prensa ofrecida en el viaje de regreso de su viaje a Budapest y Eslovaquia habla con claridad de los motivos por los que la Iglesia considera importante este punto:

«En segundo lugar, el problema del aborto. El aborto es más que un problema. El aborto es un homicidio. El aborto, sin medias palabras, quien hace un aborto, mata. Tomen ustedes cualquier libro de embriología de los que estudian los estudiantes de la facultad de medicina […] ¿No es una persona? Es una vida humana, punto. Esta vida humana debe respetarse. Este principio es así de claro. A quien no puede entenderlo le hago dos preguntas: ¿Es justo matar una vida humana para resolver un problema? Científicamente es una vida humana. Segunda pregunta: ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? […]  Científicamente es una vida humana, los libros lo enseñan. Yo pregunto: ¿Es justo descartarla para resolver un problema? Por esto la Iglesia es tan dura en este argumento, porque si acepta esto es como si aceptase el homicidio cotidiano»  (Conferencia de prensa del Santo Padre Francisco durante el vuelo de regreso de su Viaje Apostólico a Budapest y Eslovaquia. Miércoles, 15 de septiembre de 2021).

En su discurso a la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida en 2012 recalca:

«También aquí me gustaría mencionar que somos víctimas de una cultura del descarte. Monseñor Paglia, en su presentación mencionó algo, pero ahí está el descarte de los niños que no queremos recibir, con esa ley del aborto que los envía al remitente y los mata directamente. Y hoy en día esto se ha convertido en una forma “normal”, un hábito que es muy feo, es realmente un homicidio, y para entenderlo bien quizás nos ayude hacernos una doble pregunta: ¿es justo eliminar, quitar una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? Esto es el aborto» (Discurso deI Santo Padre Francisco a la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la vida. Sala Clementina. Lunes, 27 de septiembre de 2021).

Recientemente, en su Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, señala la responsabilidad de los poderes públicos en la corrección de la cultura del descarte:

«La paz exige que ante todo se defienda la vida, un bien que hoy es puesto en peligro no sólo por los conflictos, el hambre y las enfermedades, sino demasiadas veces incluso desde el seno materno, afirmando un presunto “derecho al aborto”. Nadie puede arrogarse el derecho sobre la vida de otro ser humano, especialmente si este está desprotegido y por tanto privado de cualquier posibilidad de defensa. Hago, por tanto, un llamado a las conciencias de los hombres y las mujeres de buena voluntad, particularmente de cuantos tienen responsabilidades políticas, para que trabajen por tutelar los derechos de los más débiles y se erradique la cultura del descarte, que lamentablemente incluye también a los enfermos, las personas discapacitadas y los ancianos. Los estados tienen la enorme responsabilidad de garantizar la asistencia a los ciudadanos en cada una de las etapas de la vida humana hasta la muerte natural, de modo que cada uno se sienta acompañado y cuidado también en los momentos más delicados de su propia existencia» (Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Aula de las Bendiciones Lunes, 9 de enero de 2023).

Tenemos que agradecer al Santo Padre Francisco su claridad y continuidad en la defensa del no nacido, con su estilo cercano y llano, accesible a cualquier persona de buena voluntad.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Redacción Zenit

Apoya ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación