Gruta de la Leche de Belén. Foto: Custodia de Tierra Santa

La Gruta de la Leche de Belén: uno de los santuarios marianos más visitados de Tierra Santa

Esta devoción sigue siendo hoy el signo de una memoria viva de un momento simbólico de la maternidad de la Virgen María

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

(ZENIT Noticias – Custodia de Tierra Santa / Belén, 15.05.2023).- La Gruta de la Leche de Belén es, junto con la Basílica de la Anunciación de Nazaret y el Santuario de la Visitación de Ain Karem, uno de los santuarios marianos más visitados de Tierra Santa.

No hay peregrino que, tras visitar y rezar en la Gruta de la Natividad, no recorra el estrecho camino que parte de la plaza central de Belén y continúa por el lado sur de la Basílica para detenerse en este lugar, custodiado por los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa y bien conocido desde el siglo IV.

La importancia de la Gruta, en la devoción cristiana, está ligada al relato del Evangelio de Mateo (Mt 2,13), cuando un ángel se apareció a José en sueños para instarle a huir a Egipto para escapar de la ferocidad del rey Herodes. Según una tradición muy antigua, éste es uno de los lugares donde María se detuvo para cuidar al niño, descansar y amamantarlo: unas gotas de leche -que cayeron al suelo mientras la Virgen amamantaba a Jesús- cambiaron el color de la roca de rosa a blanco.

A la roca se le atribuían propiedades curativas, sobre todo para las mujeres que tenían dificultades para amamantar y las que no podían concebir un hijo. Desde el siglo VI, se conocen en Europa y Oriente reliquias procedentes de esta cueva, en forma de trozos de roca pulverizados y comprimidos. Esta devoción sigue siendo hoy el signo de una memoria viva de un momento simbólico de la maternidad de la Virgen María.

«Aquí vienen peregrinos y fieles de todo el mundo, especialmente de Polonia y Rumanía, dos países que tienen un vínculo especial con la Virgen», explica el hermano Luis Enrique Segovia, guardián del monasterio franciscano de Santa Catalina de Belén. La Gruta de la Leche recuerda el gesto tierno e íntimo de María al amamantar al niño Jesús. En la oración del Santuario, dirigida a María para pedir la intercesión «de su Corazón Materno», está contenido el sentido de abandono en Dios y de encomendarse a su voluntad: es una actitud que reconforta a tantas personas que vienen a pedir la gracia de poder tener hijos». La oración está disponible en muchos idiomas, lo que da fe de la popularidad del Santuario.

«Incluso muchas mujeres musulmanas se detienen aquí en oración -continúa fray Luis Enrique-. No vienen sólo a pedir el don de la maternidad, sino que vienen a honrar a esta mujer que, como dicen a menudo, ‘nos asombra con su humildad, su silencio, su fiat, aceptando enteramente la voluntad de Dios’. Sienten una verdadera y profunda devoción por la figura de María».

Entre los hermanos que se turnan para servir en la Gruta está el brasileño Tadeu Luiz Fernandes, que recibe a los peregrinos a la entrada del Santuario: aquí se ha habilitado una sala con una pared llena de fotos y cartas enviadas por padres felices de todas las nacionalidades, que han visto cumplido su deseo: son testimonios vivos de la gracia recibida y de la devoción puesta en práctica. En la puerta, hay una foto del Hermano Lawrence Bode, un fraile de la Custodia que, durante más de 30 años, se encargó en exclusiva de la Gruta, ocupándose de los archivos, que ahora constan de miles de testimonios.

Hoy la Gruta de la Leche está flanqueada por el monasterio confiado a las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento. Un corredor interno conecta la Gruta con la Capilla del Santísimo Sacramento y con la iglesia superior: la Adoración Eucarística continúa durante todo el día y es posible para todos los peregrinos detenerse allí en oración silenciosa y escribir sus intenciones de oración.

Amada Madre del Niño Jesús y Madre mía

escucha mi humilde oración.

Tu corazón maternal conoce todos mis deseos, todas mis necesidades.

Sólo a ti, Virgen Inmaculada, dio a conocer tu Divino Hijo los sentimientos que llenan mi alma.

A ti te fue concedido el sagrado privilegio de ser la Madre del Salvador.

Intercede ahora ante Él, mi amada Madre, para que, bajo su voluntad, pueda ser madre.

Te lo pido, Señora de la Leche, en nombre de tu Divino Hijo, mi Señor Redentor. Amén

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Redacción Zenit

Apoya ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación