Informe McCarrick: Parolin

Cardenal Pietro Parolin. Foto: Vatican Media

Entrevista al Secretario de Estado sobre la validación de un obispo para Shanghai por parte del Papa Francisco

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El Papa Francisco ha decidido remediar la irregularidad canónica surgida en Shanghai en aras del mayor bien de la Diócesis y del fructífero ejercicio del ministerio pastoral del Obispo.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 15.07.2023).- La mañana del sábado 15 de julio, la Santa Sede hizo público el nombramiento, en acuerdo con las autoridades comunista de China, el nombramiento de un nuevo obispo católico para Shanghai. En ese contexto, el Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, concedió una entrevista distribuida a la prensa acreditada por la Sala de Prensa de la Santa Sede. Ofrecemos a continuación una traducción al español, realizada por ZENIT, de la entrevista original en italiano:

***

PREGUNTA: Eminencia, la Santa Sede ha anunciado la decisión del Santo Padre de nombrar al Obispo de Shanghai, Mons. Giuseppe Shen Bin, algún tiempo después de que el mismo Prelado ya había sido de hecho trasladado desde la Diócesis de Haimen. ¿Por qué sucedió todo esto y qué significa este gesto del Papa Francisco?

RESPUESTA: Para explicar lo sucedido, me parece útil hacer referencia a los antecedentes y circunstancias del asunto. Como recordarán, el Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de Obispos en China fue prorrogado por otros dos años el 22 de octubre de 2022. Aproximadamente un mes después, la Santa Sede tuvo que expresar sorpresa y pesar por la noticia de la instalación de S.E. Mons. Giovanni Peng Weizhao, Obispo de Yujiang, como Auxiliar de la Diócesis de Jiangxi, que no es reconocida por la Santa Sede y sin que esta última haya sido consultada ni informada. En cuanto a Shanghai, la Santa Sede fue informada de la medida adoptada por las Autoridades chinas para trasladar a S.E. Mons. Giuseppe Shen Bin, Obispo de Haimen, pero una vez más, no fue involucrada. La decisión de tomar tiempo antes de comentar públicamente el caso se debe a la necesidad de evaluar cuidadosamente tanto la situación pastoral de la Diócesis de Shanghai, reconocida por la Santa Sede y que durante mucho tiempo estuvo sin Obispo, como la conveniencia de trasladar a Mons. Shen Bin, un estimado Pastor.

Ambos traslados se llevaron a cabo sin la participación de la Santa Sede. Este modus procedendi parece no tener en cuenta el espíritu del diálogo y la colaboración establecidos entre la Parte vaticana y la Parte china en los últimos años, y que encontraron un punto de referencia en el Acuerdo. El Papa Francisco ha decidido de todos modos remediar la irregularidad canónica surgida en Shanghai, en aras del mayor bien de la Diócesis y del fructífero ejercicio del ministerio pastoral del Obispo. La intención del Santo Padre es fundamentalmente pastoral y permitirá a Mons. Shen Bin operar con mayor serenidad para promover la evangelización y favorecer la comunión eclesial. Al mismo tiempo, esperamos que él pueda, en acuerdo con las Autoridades, favorecer una solución justa y sabia para algunas otras cuestiones pendientes desde hace tiempo en la Diócesis, como, por ejemplo, la situación de los dos Obispos auxiliares, S.E. Mons. Taddeo Ma Daqin, actualmente impedido, y S.E. Mons. Giuseppe Xing Wenzhi, retirado.

PREGUNTA: Con respecto a la confidencialidad del texto, ¿puede decirnos qué prevé el Acuerdo Provisional al respecto o al menos si se contemplan casos similares?

RESPUESTA: Como se sabe, el Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de Obispos en China fue firmado entre las Partes el 22 de septiembre de 2018 con una validez de dos años y luego se renovó dos veces, la primera en 2020 y la segunda en 2022. El texto es confidencial porque aún no ha sido aprobado definitivamente. Se basa en el principio fundamental de la consensualidad en las decisiones relacionadas con los Obispos. En caso de que se presenten situaciones que parezcan nuevas e inesperadas, se buscará resolverlas de buena fe y con visión de futuro, reexaminando lo que está escrito y guiándose por los principios que guiaron su redacción. Por lo tanto, estamos tratando de aclarar este punto en un diálogo abierto y en un intercambio respetuoso con la Parte china. Confiando en la sabiduría y buena voluntad de todos, esperamos llegar a conclusiones positivas que sean útiles para continuar el camino, superando cualquier dificultad.

PREGUNTA: ¿Cree que en China se repetirán los traslados unilaterales de Obispos? ¿Y por qué es importante que los nombramientos de Obispos en China se realicen de manera consensuada?

RESPUESTA: En primer lugar, me gustaría decir que los traslados de Obispos de una Diócesis a otra no son una anomalía canónica, sino medidas que entran, por así decirlo, en la «fisiología» del gobierno de la Iglesia en todo el mundo, cuando, obviamente, las necesidades pastorales y, en última instancia, el bien de las almas lo requieren. Incluso en China, si no se encuentra un candidato adecuado en la Diócesis vacante, es útil buscarlo en un radio más amplio. En este sentido, la Santa Sede no se opone a los traslados de Obispos en China. El problema surgiría si se procediera de manera no consensuada. En mi opinión, la correcta aplicación del Acuerdo permite evitar tales dificultades. Es importante, incluso diría indispensable, que todos los nombramientos episcopales en China, incluidos los traslados, se realicen de manera consensuada, como se acordó, y manteniendo vivo el espíritu de diálogo entre las Partes. Juntos debemos prevenir situaciones discordantes que generan desacuerdos e incomprensiones incluso dentro de las comunidades católicas, y la buena aplicación del Acuerdo es uno de los medios para lograrlo, junto con un diálogo sincero.

PREGUNTA: ¿Qué otros temas sería importante que ambas Partes trataran juntas y por qué?

RESPUESTA: Son muchos los temas que necesitan ser abordados con urgencia, porque hay muchas situaciones complejas y cuestiones abiertas en la Iglesia en China. Mencionaré solo tres: la Conferencia Episcopal, la comunicación de los Obispos chinos con el Papa y la evangelización. En primer lugar, la Santa Sede desea que crezca la responsabilidad de los Obispos en la guía de la Iglesia en China, y para ello es necesario reconocer lo antes posible una Conferencia Episcopal con estatutos adecuados a su naturaleza eclesial y a su misión pastoral. En este contexto, es necesario establecer una comunicación regular de los Obispos chinos con el Obispo de Roma, que es indispensable para una verdadera comunión, sabiendo que todo esto pertenece a la estructura y doctrina de la Iglesia católica, que las autoridades chinas han afirmado no querer alterar. De hecho, debemos decir que las sospechas excesivas ralentizan y obstaculizan la obra de evangelización: los católicos chinos, incluso los llamados «clandestinos», merecen confianza porque sinceramente desean ser ciudadanos leales y ser respetados en su conciencia y fe. Para que el Evangelio pueda difundirse con toda su plenitud de gracia y amor, dando buenos frutos en China y para China, y para que Jesucristo pueda «hacerse chino con los chinos», es necesario superar la desconfianza hacia el catolicismo, que no es una religión ajena, y mucho menos contraria, a la cultura de ese gran pueblo. Será una gran alegría para nosotros cuando esto se haga realidad, y confieso que personalmente rezo todos los días al Señor por esta intención.

PREGUNTA: ¿Cómo ve usted el futuro del diálogo entre la Santa Sede y las autoridades de la República Popular China?

 RESPUESTA: En primer lugar, me gustaría aclarar que si acepté dar esta entrevista es porque los fieles católicos, no solo los de China, tienen el derecho de estar adecuadamente informados. De hecho, he recibido muchas solicitudes al respecto por parte de varias comunidades eclesiales y personas sinceramente interesadas en el tema. Por lo tanto, espero que mis palabras sean de alguna utilidad en este sentido y contribuyan a aclarar y superar dificultades. Soy consciente de que los obstáculos en el camino socavan la confianza y agotan energías positivas. Sin embargo, las razones del diálogo me parecen aún más fuertes. De hecho, el diálogo entre la Santa Sede y la Parte china sigue abierto y creo que es un camino en cierto sentido obligatorio. Es inevitable que haya problemas, pero si este diálogo crece en verdad y respeto mutuo, puede resultar fructífero para la Iglesia y para la sociedad china. Para que sea más fluido y fructífero, me parece sumamente útil la apertura de una oficina de enlace estable de la Santa Sede en China. Me permito agregar que, en mi opinión, esta presencia favorecería no solo el diálogo con las autoridades civiles, sino que también contribuiría a una reconciliación plena dentro de la Iglesia china y a su camino hacia una normalidad deseable.

El servicio que la Iglesia, precisamente por ser católica, brinda a los pueblos y a su progreso humano, espiritual y material, está a la vista de todos los observadores honestos. Como ya subrayaba el Papa Benedicto XV en la Carta Maximum illud, del 30 de noviembre de 1919: «La Iglesia de Dios es católica y no es extranjera para ningún pueblo o nación». También quiero enfatizar que la Iglesia católica aún tiene mucho que ofrecer a China y que China tiene mucho que ofrecer a la Iglesia católica.

En conclusión, hemos firmado un Acuerdo que puede considerarse histórico, pero que necesita ser aplicado de manera integral y lo más correcta posible. Hoy, en el momento crucial de su implementación, necesitamos buena voluntad, consenso y colaboración, que nos permitieron alcanzar este pacto visionario. La Santa Sede está decidida a hacer su parte para que el camino continúe.

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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Redacción zenit

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