Patriarca Latino de Jerusalén, Su Eminencia Pierbattista Pizzaballa Foto: Latin Patriarchate of Jerusalem

Cardenal de Jerusalén: es un conflicto cada vez más religioso, no sólo político. Hogares cristianos destruidos en Gaza

“Aquí, la pregunta no es tanto «dónde está Dios», sino que volvamos un poco a lo que también se dijo hace 70 años en Europa durante el Holocausto: ¿dónde está el hombre? ¿Qué hemos hecho de nuestra humanidad?”, dice el cardenal Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén

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Jacopo Battistini

(ZENIT Noticias – Pro Terra Sancta / Jerusalén, 14.10.2023).- «La situación es muy grave». El tono es preocupado, serio. Hay aprensión en el rostro del Patriarca Latino de Jerusalén, Su Eminencia Pierbattista Pizzaballa, cuando comienza a relatar los dramáticos acontecimientos que están teniendo lugar en Tierra Santa desde el sábado 7 de octubre. Hamás ha lanzado un ataque a gran escala contra Israel. El mayor ataque en años. Israel ha respondido con terribles bombardeos sobre la Franja de Gaza, donde los civiles se ven obligados a buscar refugio donde no lo hay. La situación es muy inestable y en cualquier momento podría producirse una escalada. Desde Jerusalén, el Patriarca hace un sentido llamamiento a la paz.

***

Pregunta: Eminencia, desgraciadamente estamos algo acostumbrados a la violencia en estas tierras. Sin embargo, en esta situación, todo parece más violento, más grave. ¿Cómo está viviendo estos días?

 Respuesta: «La situación es muy grave. Es cierto que no es la primera vez que nos enfrentamos a una crisis, pero la magnitud de esta crisis, la gravedad de los acontecimientos que han tenido lugar, tanto en Israel como en Gaza, ha hecho que la situación sea dramática. Hay mucha tensión, se ha declarado el estado de emergencia en todo el país, se han suspendido la mayoría de las actividades, las escuelas están cerradas. Digamos que lo que llama la atención es el nerviosismo y la tensión que se perciben incluso en la vida ordinaria, en la calle y en los lugares donde vive la gente, que de todas formas ahora están reducidos al mínimo.»

 

Pregunta: ¿Ha conseguido ponerse en contacto con la comunidad católica de Gaza? Sabemos que la Franja está sufriendo un apagón, falta de todo, agua y electricidad…

 Respuesta: «Sí, estamos en contacto con ellos, intentamos mantener el contacto en la medida de lo posible, sin exagerar precisamente porque los recursos son muy escasos. Físicamente todo el mundo está bien, la mayoría de las familias cristianas, casi dos tercios, están reunidas en los centros de la Iglesia de la Sagrada Familia. Muchos de los hogares cristianos han sido destruidos, no como objetivo principal, sino como los llamados «daños colaterales». El agua empieza a escasear, y es muy difícil encontrarla, además de muy cara. El gasóleo también es muy caro, pero es esencial para los generadores, dada la falta de electricidad, y es la única forma de disponer de la energía necesaria durante unas horas al día. Esperamos que en los próximos días vuelva algo de sentido común y podamos al menos introducir agua, alimentos y los medicamentos necesarios».

 

Pregunta: También hay mucha tensión en los territorios de Cisjordania, y se teme una nueva escalada…

 Respuesta: «Sí, Hamás ha lanzado un llamamiento general, veamos qué tipo de reacción habrá. Hay mucho miedo y no todo el mundo está de acuerdo con lo que ha ocurrido, por supuesto. Sin embargo, es difícil predecir los acontecimientos, son situaciones muy impredecibles, como nadie podría haber predicho la dramática situación en la que nos encontramos y la atrocidad que vimos la semana pasada».

 

Pregunta: ¿Por qué, en su opinión, no hay solución a este conflicto, Eminencia?

Respuesta: «Hay muchas razones, políticas y religiosas, y hay que reconocerlo: es un conflicto cada vez más religioso, no sólo político. Además, está la injerencia de los de fuera. Creo que hoy en día no tiene mucho sentido retroceder. Hay que darse cuenta de que estamos en una fase nueva, dramática, y será muy difícil reconstruir después de esta crisis, si es que se le puede llamar «crisis» y no «guerra». Para reconstruir, pero no sólo los escombros físicos, que quizá sea la parte más fácil, es necesario reconstruir un mínimo de confianza, de relaciones entre las dos partes, entre israelíes y palestinos. Lo cual, en cualquier caso, es una necesidad, porque israelíes y palestinos seguirán aquí y se verán obligados a llegar a un acuerdo, lo quieran o no. Hará falta mucho tiempo, mucha paciencia y el trabajo de muchas personas de buena voluntad, muchos trabajadores que reconstruirán pacientemente lo que se ha destruido, que es enorme».

 

Pregunta: Usted lanzó ayer un llamamiento en el que decía: «Dios no es un dios de desorden, sino de paz». Pero ahora nos preguntaríamos: ¿dónde está Dios en estos momentos?

Respuesta: Ay de preguntarse. Dios está aquí. Dios es presencia. Lo creo firmemente. Ahora más que nunca creo que Dios es una presencia real en la vida, por eso ahora es el momento de volvernos hacia Él. Por eso he convocado una jornada de oración y ayuno. Aquí, la pregunta no es tanto «dónde está Dios», sino que volvamos un poco a lo que también se dijo hace 70 años en Europa durante el Holocausto: ¿dónde está el hombre? ¿Qué hemos hecho de nuestra humanidad? ¿Qué hemos hecho con nuestra vocación, con el respeto de los derechos de la persona y el crecimiento de la persona? Estas son las preguntas que debemos hacernos».

 

Pregunta: Y en este sentido, ¿qué pueden hacer hoy los cristianos que viven en Tierra Santa para redescubrir esta humanidad de la que usted hablaba?

 Respuesta: Para redescubrir la humanidad, los cristianos debemos ante todo mirar a Cristo, que es el Hombre completo. De lo contrario, nos quedamos en lo vago, en lo abstracto. Jesús como presencia real que conmueve, que cambia nuestras vidas: por esto debemos rezar. La oración no resolverá ninguno de nuestros problemas, no nos exime del trabajo que debemos hacer, del camino que debemos recorrer. La oración, sin embargo, nos introduce en una actitud, nos abre el corazón. No permite que el corazón se contamine de odio. No nos exime del trabajo que tenemos que hacer, pero lo ilumina, nos muestra el camino que tenemos que recorrer, por eso la oración es fundamental. Cuando estamos en dificultades, siempre buscamos a alguien cercano. Y si es una presencia real, lo queremos cerca. Y en la oración lo encontramos, en la oración, en el ayuno, en hacer algo que nos haga sentirlo cerca. Esto es lo primero que hay que hacer. Luego, por supuesto, tenemos que trabajar desde el punto de vista del apoyo humanitario a través de las grandes asociaciones. Ahora mismo estamos todos un poco paralizados, pero llegará un momento en que necesitaremos esto, debemos estar listos y preparados, debemos evitar utilizar un lenguaje excluyente, violento, odioso: significaría caer en la narrativa de los que quieren este desastre.

 

 Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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Redacción Zenit

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