Israelí sobreviviente a ataques Foto: Plano Informativo

Tierra Santa: equivocidad e inmoralidad, ese puente imposible más allá de la estela de los misiles

Después de Ucrania, el escenario de la diplomacia vaticana se complica con la posible apertura de un frente con Israel. Un patrón recurrente, que vale la pena cuestionar.

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Simone Varisco

(ZENIT Noticias – Caffe Storia / Roma, 16.10.2023).- «El Papa no puede desempeñar un papel mediador» porque, al no haber tomado explícitamente partido por uno de los contendientes, «no es creíble». Son las duras palabras de Mykhailo Podolyak, consejero jefe del presidente ucraniano Zelensky, que hace apenas un mes acusaba a Francisco de prorruso, las primeras que vienen a la mente ante lo que corre el riesgo de ser un nuevo frente abierto con Israel.

«Inmoralidad lingüística»

Poniendo en entredicho a la Santa Sede está la propia Embajada de Israel, que en un duro comunicado replica a la declaración de Patriarcas y Jefes de Iglesias en Jerusalén del 7 de octubre. «No está fuera de contexto recordar que hoy [9 de octubre] comenzará en la Universidad Gregoriana una conferencia de tres días sobre los documentos del pontificado del Papa Pío XII y su significado para las relaciones judeo-cristianas. Al parecer, algunas décadas después, hay quienes todavía no han aprendido la lección del reciente «pasado oscuro».

En el centro de la amarga reacción de la Embajada de Israel ante la Santa Sede, recordando una de las páginas más oscuras para el pueblo judío y entre las más controvertidas de la Iglesia, está lo que, sin ambages, se califica de «inmoralidad del uso de la ambigüedad lingüística» por parte de los Patriarcas y Jefes de las Iglesias de Jerusalén. «A muchos no les cuesta entenderlo y condenan el horrendo crimen, nombrando a sus autores y reconociendo el derecho fundamental de Israel a defenderse de estas atrocidades. Otros no, es la implicación no tan implícita del comunicado de prensa israelí.

Venga de donde venga: en Israel como en Ucrania

Entre los pasajes incriminatorios de la declaración está, con toda probabilidad, aquel en el que los líderes religiosos condenan «cualquier forma de ataque contra civiles venga de donde venga». Es una postura que se ha convertido en todo menos infrecuente tras más de año y medio de guerra de Rusia en Ucrania: lo que se ha dado en llamar «equivocidad» en Europa del Este ha generado más de un incidente diplomático entre el gobierno de Kiev y el Papa.

No es casualidad que ya se busquen paralelismos precipitados. Hay quien ve en el ataque de Hamás a Israel una violencia similar a la perpetrada en Buča y Kharkiv, en Ucrania, pero también en el Bataclan, el recinto parisino que fue escenario de un sangriento atentado terrorista en noviembre de 2015 (y de no pocas polémicas por la supuesta falta de voluntad del Papa Francisco para admitir la matriz islamista del ataque).

Rostros de jóvenes que ahora se reúnen y mezclan entre fiestas rave en el desierto israelí y las calles de las metrópolis europeas, una macabra síntesis que, cómplice de la recurrencia de la información global, termina por reducir aún más el margen de maniobra -y de comprensión real- del escenario mundial.

Israel, Ucrania y más allá

Si, por su parte, Zelensky fue de los primeros en expresar al presidente israelí Netanyahu la «solidaridad» y las «condolencias de Ucrania por las numerosas víctimas», el presidente ucraniano no dejó de señalar las «consecuencias del atentado para la situación de seguridad en la región y más allá». Un ‘más allá’ que ya habla de un tenebroso juego de vasos comunicantes que uniría a Ucrania e Israel, en el que Rusia e Irán estarían agitando las aguas. Un ‘eje del mal’, por decirlo en el lenguaje caro a la doctrina Bush, al que oponer un bien que no acepta medias tintas ni tibios neutralismos.

Arabia Saudí, Turquía, Egipto y Emiratos Árabes ya están en el juego. Los Estados Unidos, de Joe Biden, sumidos en una profunda crisis política, anuncian el envío de portaaviones al Mediterráneo oriental. Ese mar a los pies de una Europa de la que, salvo algunas declaraciones de circunstancias, una vez más no llega nada concreto.

Ilusiones de seguridad

La rapidez de la reacción norteamericana no debe inducir a error: ciertamente, la partida implica a un Estado, Israel, que en muchos aspectos no tiene parangón en la escena mundial, pero lo que también está en juego es la credibilidad de la inteligencia estadounidense, que está mal emparejada -¿de verdad? – con el fracaso de los servicios de inteligencia considerados entre los mejores del mundo: el Mossad y el Shin Bet. Un desnudamiento de sus vulnerabilidades que resulta aún más amargo si se compara con el que, con distinto desenlace, originó el asalto al Capitolio estadounidense el 6 de enero de 2021.

Espacios de conversación y guerra de guerras

Un escenario que ya está creando, cabe imaginar, más de un dolor de estómago más allá del Tíber. El intervencionismo diplomático de la Santa Sede no la pone -ni podría hacerlo- en condiciones de actuar como cualquier otra potencia política, porque su naturaleza es profundamente distinta. Se sabe muy bien que, en palabras de la última exhortación apostólica del Papa Francisco, Laudate Deum, el mundo es cada vez más «multipolar y al mismo tiempo tan complejo» (n. 42). Por otro lado, uno también está convencido de que «se necesitan espacios de conversación, consulta, arbitraje, resolución de conflictos, supervisión y, en definitiva, una especie de mayor ‘democratización’ en la esfera global para expresar e incluir situaciones diversas» (n. 43).

La violencia a gran escala que tiene lugar en Israel y Gaza es una pieza más de esta guerra mundial por pedazos, en la que la guerra de Ucrania, aunque única y diferente, ya no es la guerra de las guerras. Porque lo que involucra a Israel y Oriente Medio tiene el poder de unir el mosaico de la guerra mundial en pedazos en un diseño único, trágico y distorsionado.

Post scriptum: es noticia en estas horas, y no sorprende, que en el campo católico el punto más «lingüísticamente» avanzado en la condena de los atentados de Hamás en Israel sea la Iglesia greco-católica ucraniana. «Se trata de un cobarde ataque terrorista llevado a cabo por militantes de Hamás durante las fiestas religiosas judías, mientras millones de personas estaban reunidas en las sinagogas rezando o descansando pacíficamente», se lee en una nota. «Los aterradores vídeos nos recuerdan la dramática situación que ha sufrido y sigue sufriendo Ucrania durante la agresiva invasión rusa».

 

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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Redacción Zenit

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