El padre Christian Olding bendice a una pareja del mismo sexo durante la ceremonia “Love Wins” en la iglesia de San Martín en Geldern, Alemania, el 6 de mayo de 2021. La Fiducia supplicans reitera la prohibición de bendiciones de este tipo. Foto: OSV News/KNA/Rudolf Wichert.

Fiducia Supplicans: para una lectura geopastoral y sinodal

No conceder un espacio adecuado a la confrontación inter e intraeclesial, o peor aún, ignorar la aportación que puede venir de todas las Iglesias, reduciéndola a un problema de «contexto» y de «cuestiones culturales», que hay que superar con «prudencia pastoral» y nunca con «una negación total o definitiva de este camino», corre el grave riesgo de traducirse en una forma de «colonización ideológica». La misma condenada reiteradamente por el Papa Francisco fuera de la Iglesia.

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(ZENIT Noticias – Caffe Storia / Roma, 23.01.2024).- En un tiempo de heridas, fuera y dentro de la Iglesia, donde la lacra del poder y de los abusos sexuales sigue sin resolverse, la cuestión homosexual se sitúa en el centro de la urgencia eclesial. La cuestión en la que la Iglesia ha decidido gastar, para bien o para mal, su compromiso y la credibilidad de un nuevo rostro. También sobre esto, el reciente Sínodo de los Obispos hizo un llamamiento para «invertir en ello las mejores energías».

Bendición de las parejas

Salvo posiciones ideológicas prejuiciosas, lo que ha suscitado dudas en gran parte de la comunidad católica no es la conocida evidencia de que el amor de Dios se dirige a toda persona, heterosexual u homosexual, santa o pecadora, como todo hombre y mujer de este mundo. Tanto más cuanto que «el individuo que pide la bendición -no la absolución- puede ser un gran pecador, pero no le negamos este gesto paterno en medio de su lucha por sobrevivir», como afirma el Card. Fernández.

Más bien, lo que hace saltar más de una alarma es el riesgo de una legitimación (¿mal entendida?) a través de las «bendiciones de parejas»: así se mencionan en la Fiducia supplicans, y además, en el comunicado aclaratorio posterior se distingue entre las bendiciones «de la persona o de la pareja».

Un aval que, de resultar real, se referiría a un estatus de vida que tradicionalmente se nos ha indicado como irregular (no por prohibición, sino por nuestro propio bien, conviene señalar), todo menos limitado a las parejas homosexuales. Pero al mismo tiempo un refrendo -hay que subrayarlo- que la Declaración Fiducia supplicans niega negro sobre blanco, aunque tal vez permita entenderlo entre líneas.

Geopastoral

La urgencia de legitimación, más allá de los casos particulares, parece más bien fruto del interés propio y consecuencia de la presión de la ideología de género y woke sobre la Iglesia, como ya ha ocurrido en la agenda política de diversos estados y organismos internacionales, en otras confesiones cristianas y no cristianas, en la producción cultural y cinematográfica, y en los estilos de comunicación. A riesgo, en muchos casos, de retroceder ante el desastre de un totalitarismo mal disimulado.

Y, a la vista de las reacciones de las últimas semanas, que la Declaración Fiducia supplicans ha «tocado un punto muy delicado, muy sensible», como ha dicho el Secretario de Estado, Cardenal Piero Parolin, es casi un eufemismo. Pero, ¿el punto delicado es realmente -sólo- la cuestión homosexual? Más bien parecen ponerse en tela de juicio dos ámbitos mucho más amplios y diferentes.

El primero es una visión antropológica distinta, que, sin embargo, sería reductivo atribuir sólo a una oposición entre la cultura occidental homologada y las múltiples culturas del continente africano, ni a una «rebelión» de las periferias tan queridas por el Papa Francisco. El aspecto geo pastoral de la Fiducia supplicans es mucho más complejo y delicado, tanto más cuanto que, a juzgar por lo manifestado desde la publicación de la Declaración, no es sólo África la que ha adoptado una postura crítica.

Junto a las numerosas Conferencias Episcopales nacionales del continente africano, que también han llegado a una Síntesis común, hay que considerar de hecho la no menos clara oposición de la Iglesia greco-católica ucraniana, ya enfrentada con el Papa Francisco por la conocida «equivocidad» con las partes en conflicto, así como numerosos obispos de Europa Central y Oriental, América Latina, y casos más aislados en Francia, España y Estados Unidos.

Sinodalidad

El segundo nervio en carne viva reside en el espacio que se está dispuesto a conceder realmente a la sinodalidad en la Iglesia. En este sentido, es natural fijarse en la reciente XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión», el llamado «Sínodo sobre la sinodalidad». Sólo 51 días separan la publicación del Informe de Síntesis de la primera sesión del Sínodo (28 de octubre de 2023) de la Declaración Fiducia suplicans (18 de diciembre de 2023).

«Algunas cuestiones, como las relacionadas con la identidad de género y la orientación sexual […], son controvertidas no sólo en la sociedad, sino también en la Iglesia, porque plantean nuevos interrogantes. A veces, las categorías antropológicas que hemos desarrollado no bastan para captar la complejidad […]. Muchas indicaciones son ya ofrecidas por el Magisterio y esperan ser traducidas en iniciativas pastorales apropiadas», se lee en la Síntesis (15, g). ¿Que ya se atisba la Fiducia supplicans? Ninguna referencia en todo el documento, sin embargo, a la situación de las parejas heterosexuales u homosexuales irregulares, ya consideradas divisorias. «De diferentes maneras, las personas que se sienten marginadas o excluidas de la Iglesia a causa de su situación conyugal, su identidad y su sexualidad piden también ser escuchadas y acompañadas, y que se defienda su dignidad. […] Escuchar es un requisito previo para caminar juntos en busca de la voluntad de Dios» (16, h).

Sinodalidad y Camino: ¿una respuesta latina a la Iglesia alemana?

Tras la clausura de la primera sesión del Sínodo, las alas progresistas de algunas Iglesias occidentales no han ocultado su frustración. Quizá incluso por el método mismo de la sinodalidad, que corre el riesgo de dar realmente voz (y peso) a toda la Iglesia universal, y no sólo a sus regiones más ruidosas y ricas. Algunos círculos de la Iglesia alemana, por ejemplo, nunca han ocultado sentirse «rehenes» del tradicionalismo, cultural y eclesial, de la Iglesia católica que vive en África.

Dando por buena la lectura ofrecida por el Cardenal Fernández, que ve en la Fiducia supplicans una «clara respuesta» a las solicitudes de la Iglesia en Alemania, cabría interpretar la Declaración en un sentido restrictivo, en su reafirmación de la prohibición de las bendiciones públicas y ritualizadas de parejas en situación irregular, que algunos obispos y no pocos sacerdotes ya habían aventurado en las iglesias. Por otra parte, la reacción entusiasta de la Iglesia alemana atestigua claramente cómo la recepción del documento -¿lo no escrito, el meta-texto, la instrumentalización? – ha superado con creces la redacción oficial, hasta el punto de la subversión total.

La más trágica necesidad de diálogo parece haber cogido, proféticamente, a la Iglesia en la onda larga del Sínodo sobre la sinodalidad. No conceder un espacio adecuado a la confrontación inter e intraeclesial, o peor aún, ignorar la aportación que puede venir de todas las Iglesias, reduciéndola a un problema de «contexto» y de «cuestiones culturales», que hay que superar con «prudencia pastoral» y nunca con «una negación total o definitiva de este camino», corre el grave riesgo de traducirse en una forma de «colonización ideológica». La misma condenada reiteradamente por el Papa Francisco fuera de la Iglesia.

 

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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Simone Varisco

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