Mons. Gabriel Mestre Foto: AICA

Papa Francisco pide renuncia de obispo argentino que él mismo nombró (sustituto de Tucho Fernández)

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“Después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la Diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense”, dice el obispo renunciado

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(ZENIT Noticias / La Plata, 27.05.2024).- Al medio día del lunes 27 de mayo, la Sala de Prensa de la Santa Sede hizo pública la renuncia del que por 8 meses fue obispo de la segunda diócesis más importante de Argentina: La Plata.

Monseñor Gabriel Maestre tiene 55 y llegó a la arquidiócesis de La Plata como sustituto del actual prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Tucho Fernández, el 28 de julio de 2023.

Según una carta publicada por Maestre el mismo lunes 27 de mayo, este afirma que “Días atrás, la Santa Sede me convocó en Roma a dialogar sobre algunos aspectos de la Diócesis de Mar del Plata luego de mi traslado a la Arquidiócesis de La Plata al ser designado arzobispo metropolitano por el Papa Francisco”. Monseñor Maestre fue obispo de Mar de Plata antes de llegar a la de La Plata.

A continuación refiere que “después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la Diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense”.

Aunque no se especifica qué es “lo acontecido”, lo cierto es que tras el cambio de Mar de Plata a La Plata para Monseñor Maestre hubo una sucesión de obispos que han ido renunciando: el 21 de noviembre de 2023 el Papa nombró a Mons. José María Baliña obispo de Mar de Plata. El 13 de diciembre de 2023 renunció “por motivos de salud”. Luego el Papa nombró a Mons. Gustavo Larrazábal, quien renunció ante de tomar posesión. Desde el pasado 17 de enero hay un administrador apostólico, es decir, no hay obispo en Mar de Plata.

A continuación el texto íntegro de la carta del obispo al que el Papa le pidió renunciar:

***

Queridas hermanas y queridos hermanos de la Arquidiócesis de La Plata:

«Soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros» (Is 6,5). Con esta frase del profeta Isaías iniciaba mis palabras de agradecimiento en el día de mi ordenación episcopal en Mar del Plata en 2017. Hoy las repito, una vez más, consciente de mi debilidad y la debilidad humana de la bella Iglesia que es mi casa y mi familia. Iglesia Santa por el Misterio de la Trinidad, Iglesia pecadora por la fragilidad de las personas que formamos parte de ella.

Días atrás, la Santa Sede me convocó en Roma a dialogar sobre algunos aspectos de la Diócesis de Mar del Plata luego de mi traslado a la Arquidiócesis de La Plata al ser designado arzobispo metropolitano por el Papa Francisco.

En la Ciudad Eterna, después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la Diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense. Con profunda paz y total rectitud de conciencia ante Dios por cómo obré, confiando en que la Verdad nos hace libres (cf. Jn 8,32), y con obediencia filial y teologal al Santo Padre, inmediatamente redacté mi renuncia, que fue aceptada y hecha pública el día de hoy.

Querida comunidad de la Arquidiócesis de La Plata:

Hoy dejo de ser el pastor de ustedes. Quiero decirles que he sido muy feliz estos ocho meses y medio y por eso se los agradezco de corazón. He disfrutado de cada encuentro con los laicos y laicas de todas las edades, con los consagrados y consagradas, con los seminaristas, diáconos, presbíteros y obispos auxiliares. ¡Gracias por hacerme sentir en casa! ¡Gracias por los gestos de delicadeza y amabilidad en cada una de las visitas! ¡Gracias por invitarme a ser parte de sus vidas! Realmente pude experimentar la diversidad y profundidad de la fe en Dios de muchos de ustedes, fe comprometida que me edificó y enriqueció más de una vez.

Me duele partir, me duele dejarlos como pastor de esta Iglesia Particular que peregrina en La Plata, pero estoy seguro de que Dios tiene planes mucho mejores que hoy no puedo terminar de descifrar. ¡Confio en el Señor porque Cristo es nuestra paz (Ef 2,14)! Los llevaré siempre en mi corazón, rezaré por ustedes y los confio a la protección de la Bienaventurada Virgen María y la intercesión de la Beata Ludovica y el Beato Eduardo Pironio, para que puedan preparar esta nueva etapa en la espera del nuevo pastor que el Señor les regalará a través del querido Papa Francisco.

Los abrazo fuerte en Jesús el Buen Pastor, con el afecto y el cariño de siempre.

+Mons. Gabriel Mestre

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Enrique Villegas

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