(ZENIT Noticias / Roma, 04.07.2024).- El controvertido caso de la compraventa del palacio de Sloane Avenue en Londres, que ya ha visto la condena de diez imputados en el Tribunal Vaticano, ha vuelto a ocupar los titulares con un nuevo proceso judicial en la Alta Corte de Justicia del Reino Unido. El financiero Raffaele Mincione, condenado en el Vaticano a cinco años y medio de prisión por delitos que incluyen lavado de dinero y corrupción, ha presentado una demanda civil buscando limpiar su nombre y afirmar que actuó «de buena fe» en las transacciones con la Santa Sede.
La compleja trama comenzó cuando Mincione, introducido en el Vaticano por el consultor financiero Enrico Crasso, propuso la adquisición del inmueble londinense como una inversión alternativa tras el fracaso de un proyecto petrolero en Angola. La operación, inicialmente presentada por el cardenal Angelo Becciu, resultó en la compra de un edificio ex-sede de los almacenes Harrod’s, cuya sobrevaloración causó pérdidas significativas a la Santa Sede.
Monseñor Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado, testificará en el proceso como representante del Vaticano. Peña Parra, quien describió el negocio en 2020 como una «trampa» y una «via crucis», será interrogado los días 4, 5 y 8 de julio. Su testimonio es crucial, dado que otros involucrados, como el cardenal Becciu y Crasso, ya fueron condenados y no podrán declarar.
Los abogados de la Secretaría de Estado han preparado una extensa defensa de más de 80 páginas, subrayando la mala fe de Mincione y la gravedad de los delitos investigados en el Vaticano. Argumentan que la denuncia civil presentada por Mincione en 2020 fue una maniobra para desviar la atención de las investigaciones en su contra y destacan la confiscación de casi 100 millones de euros en bienes del financiero por parte de autoridades suizas.
La defensa del Vaticano señala que las declaraciones solicitadas por Mincione omiten deliberadamente la cuestión crítica del precio inflado del inmueble. En cambio, buscan centrarse en la afirmación de buena fe en las transacciones, eludiendo el problema central del sobreprecio y las pérdidas sufridas por la Santa Sede.
Este proceso en la Alta Corte del Reino Unido agrega una capa más al intrincado caso que ya ha revelado una «triste historia de corrupción y abuso de poder», según el Vaticano. Aunque las conclusiones del juicio en el Vaticano pueden no ser directamente aplicables en Londres, la defensa vaticana espera que se tengan en cuenta las evidencias documentales y testimonios recogidos a lo largo del extenso juicio eclesiástico.
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