Luca Volonte
(ZENIT Noticias / Roma, 28.07.2024).- El corazón de un padre herido exige justicia para sí mismo y para todos. Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo, entra en guerra contra la ideología de género. En una entrevista muy reciente con el conocido psicólogo canadiense Jordan Peterson, perseguido en su país precisamente por su oposición a las mentiras de género, Musk confesó todo su dolor por haber perdido un hijo a manos de la «secta trans». El multimillonario rompe así un tabú de las élites progresistas, que promueven el transexualismo en la piel de menores y otras personas, destrozando aún más a las familias. No es frecuente sentir simpatía por un multimillonario, sin embargo es difícil no conmoverse al escuchar a Musk contar a Peterson la vez que fue «engañado» por supuestos expertos para que permitiera que su hijo se convirtiera en una «niña».
Con un claro nudo en la garganta por la emoción, Musk dijo que le engañaron para que «firmara documentos» por uno de sus hijos, Xavier, dándole su consentimiento para tomar hormonas bloqueadoras de la pubertad. El hijo de Musk se declaró transexual a los 16 años. El propio Xavier puso fin a todas sus relaciones y también abandonó legalmente el apellido de Musk para adoptar el de Wilson, el apellido de la exmujer del CEO de Tesla, en junio de 2022. Xavier Musk se convirtió así en Vivian Jenna Wilson. El padre, como ya declaró en 2023, lo ha intentado todo para retomar el contacto con su hijo (‘hija’), «pero ella no quiere pasar tiempo conmigo».
De lo que Musk no se dio cuenta entonces es de que los bloqueadores de la pubertad son «en realidad medicamentos esterilizantes». El resultado, dice el magnate, es que ha «perdido a mi hijo», víctima de la ideología de género. Mi hijo, Xavier, está muerto, asesinado por el virus de la mente woke», es decir, por la cultura woke, que se llama progreso. Palabras fuertes, que enfurecerán al lobby LGTB, pero que también expresan el sufrimiento de muchos otros padres que, fuera de los circuitos de notoriedad de los medios de comunicación de masas, se encuentran con que su hija vuelve a casa de su primer curso universitario con los pechos vendados y un bigote inducido por las hormonas, o que ven con angustia cómo su amado hijo se convierte en una pseudo-mujer.
Lo que supuestamente llevó a Musk a consentir la desfiguración y esterilización de su hijo fue el hecho de que le aseguraran que «su hijo podría suicidarse» si le impedían hacer la transición. Una mentira porque, como confirmó Peterson, ningún médico reputado diría jamás que existe una relación entre mantener a un niño alejado de los bloqueadores de la pubertad y un mayor riesgo de suicidio: más bien, la literatura científica demuestra lo contrario.
Musk se tomó en serio el desafío planteado por el lobby LGTB, hasta el punto de prometer «destruir el virus» de la cultura woke, como declaró en la entrevista, en referencia a su absorción de la antigua Twitter y su transformación en un espacio mucho más libre de lo que era bajo sus anteriores amos, Jack Dorsey a la cabeza, que habían impuesto la censura a cualquier crítica a la ideología de género.
La dolorosa experiencia de Musk ayudará a humanizar la angustia y el dolor que sienten muchos padres que han perdido a sus hijos por el ‘contagio trans’. Una experiencia familiar de la que los medios de comunicación liberal-socialistas no quieren hablar, porque el único mensaje aceptable para ellos es la salida del armario de niños y adolescentes retratados como transexuales y felices. Un juego farsesco de posverdades, o de mentiras descaradas, en el que cualquier padre que se oponga al transexualismo corre el riesgo de ser tachado de intolerante y, en algunos casos, de que se le retire la patria potestad o incluso de ser encarcelado. El bloqueo de la pubertad y la «transición» química y quirúrgica de niños que en realidad están sanos es la lobotomía del siglo XXI, apoyada por la corriente dominante.
El desafío de Musk a este culto ideológico, sus «sacerdotes» y sus rituales se convirtió en una lucha sin cuartel cuando, a principios de este mes, declaró que trasladaba la sede de dos de sus principales empresas, X y SpaceX, de California a Texas, como reacción a la nueva legislación sobre identidad de género para los estudiantes. El gobernador de California, Gavin Newsom (invitado de honor, este mes de mayo, de la Academia Pontificia de las Ciencias), firmó el proyecto de ley 1955 de la Asamblea, que prohíbe a los distritos escolares de todo el estado adoptar políticas que obliguen a los padres a informar si su hijo se identifica como transexual durante el horario escolar. Un texto que se pliega a la ideología Lgbt, quitando un derecho natural básico a los padres. Pero el compromiso de Musk, unido a las evidencias del mundo médico-científico, puede ayudar a dar un empujón a la mentira del transexualismo.
Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.
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