Esta no es la primera vez que Bélgica choca con un Papa por cuestiones éticas delicadas.

Esta no es la primera vez que Bélgica choca con un Papa por cuestiones éticas delicadas. Foto: Vatican Media

Crisis diplomática: gobierno belga cita al Nuncio por declaraciones del Papa sobre el aborto

Bélgica convoca al embajador del Vaticano tras los polémicos comentarios del Papa sobre el aborto

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(ZENIT Noticias / Bruselas, 04.10.2024).- Las tensiones entre Bélgica y el Vaticano estallaron esta semana después de que el Papa Francisco hiciera comentarios mordaces sobre el aborto durante su reciente visita al país. El primer ministro belga, Alexander De Croo, anunció que el gobierno convocaría al embajador del Vaticano, o nuncio, en protesta por lo que consideró una «interferencia inaceptable» en los asuntos internos de Bélgica.

La dura respuesta de De Croo siguió a los comentarios hechos por el Papa el 29 de septiembre, al concluir su viaje a Bélgica, durante los cuales Francisco reiteró su postura de larga data de que el aborto es equivalente al asesinato. Si bien este tipo de declaraciones no son inusuales para el pontífice, esta vez se hicieron en el contexto de una visita a una nación cuyo panorama legal y social sobre el aborto difiere significativamente de la posición del Vaticano.

El 3 de octubre, el Primer Ministro, dirigiéndose a la Cámara de Diputados belga, expresó su descontento y afirmó: “Es absolutamente inaceptable que un jefe de Estado extranjero haga tales declaraciones sobre las decisiones democráticas que se toman en nuestro país”. Añadió: “No necesitamos lecciones sobre cómo legislan nuestros parlamentarios. Afortunadamente, los días en que la Iglesia dictaba nuestras leyes quedaron atrás”.

El incidente se intensificó cuando Jan Danckaert, rector de la Universidad Libre de Bruselas, publicó un artículo de opinión en el que criticaba el lenguaje del Papa, no solo por considerarlo ofensivo para los médicos que realizan abortos, sino también para Bélgica como nación. Danckaert escribió en “De Standaard”: “Es verdaderamente inaudito que un jefe de Estado extranjero se arroga el derecho a atacar las leyes de otro país, especialmente de uno que es democrático”.

El punto álgido de esta ruptura diplomática se produjo durante la conferencia de prensa del Papa Francisco a bordo de su vuelo de regreso a Roma, donde un periodista belga le preguntó sobre sus elogios al difunto rey Balduino. El ex monarca abdicó de su trono por un día en 1990 en lugar de firmar una ley que legalizaba el aborto. En respuesta, el Papa repitió su retórica anterior, afirmando: “El aborto es un asesinato. Se mata a un ser humano”. Incluso comparó a los médicos que realizan abortos con “sicarios”, una comparación provocadora que ha generado críticas.

De Croo, que se había reunido con el Papa el 27 de septiembre, aprovechó la oportunidad para confrontar al pontífice sobre la gestión de la Iglesia Católica de los abusos sexuales clericales, un escándalo que ha sacudido particularmente a Bélgica en los últimos años. Pero la cuestión del aborto eclipsó rápidamente esa discusión, en particular a la luz de los actuales esfuerzos legislativos belgas. El parlamento del país está debatiendo si extender el período legal para el aborto de 12 a 18 semanas, un tema altamente sensible que ha reavivado las tensiones entre los puntos de vista seculares y religiosos.

La ministra del Interior, Annelies Verlinden, se hizo eco de la indignación de De Croo, describiendo los comentarios del Papa como “innecesariamente hirientes para las mujeres y los proveedores de atención médica”. La controversia llega en un momento delicado para Bélgica, donde el gobierno de coalición, formado tras prolongadas negociaciones en las que participaron siete partidos, ya está navegando por aguas políticas complicadas. El partido Open VLD de De Croo obtuvo sólo el 5,5% de los votos en las elecciones de junio, y la coalición dependió de la cooperación para gobernar.

Para aumentar la discordia diplomática, De Croo también criticó la visita del Papa Francisco a la tumba del rey Balduino el 28 de septiembre, un evento que inicialmente se acordó que sería un asunto «puramente privado», pero que luego De Croo describió como «menos privado de lo anunciado». El Papa había aprovechado la ocasión para elogiar a Balduino por su negativa a respaldar la legalización del aborto, una medida que Francisco calificó de valiente.

Esta no es la primera vez que Bélgica choca con un Papa por cuestiones éticas delicadas. En 2009, tras los comentarios del Papa Benedicto XVI sobre el uso del preservativo y el VIH/SIDA durante su visita a Camerún, el parlamento belga tomó la inusual decisión de condenar formalmente los comentarios del Papa, y votó por 95 a 18 a favor de emitir una protesta oficial. En ese momento, se creyó que era la primera vez que un parlamento europeo censuraba a un Papa.

El último enfrentamiento entre Bélgica y el Vaticano subraya la compleja y a veces polémica relación entre la religión y el Estado en la Europa contemporánea, en particular en un país como Bélgica, que desde hace mucho tiempo se enorgullece de mantener una separación entre la Iglesia y el Estado. Mientras Bélgica sigue debatiendo las leyes del aborto y otras cuestiones morales, esta disputa diplomática con el Vaticano sirve como recordatorio de la influencia duradera de la Iglesia Católica, incluso en naciones donde predomina el secularismo.

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Joachin Meisner Hertz

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