(ZENIT Noticias / Roma, 17.10.2024).- Un reciente informe ha revelado una situación alarmante dentro del sistema de atención médica católico en Estados Unidos. Según un análisis del grupo de vigilancia médica “Do No Harm”, entre 2019 y 2023, casi 150 hospitales afiliados a la Iglesia Católica proporcionaron terapias de transición de género a menores, un hecho que ha generado controversia, no solo por contradecir las enseñanzas de la Iglesia, sino también por ignorar las directrices explícitas de los obispos estadounidenses.
La dimensión del problema
El informe, publicado esta semana, muestra que más de 520 menores en unos 40 estados recibieron algún tipo de intervención médica para la transición de género en hospitales católicos. Estas intervenciones incluyeron la administración de bloqueadores de la pubertad y terapias hormonales, así como cirugías para alterar la apariencia física de los menores, con el objetivo de parecerse al sexo opuesto. En total, se llevaron a cabo 152 cirugías de reasignación de género, a pesar de que la Iglesia Católica prohíbe estas prácticas.
Las cifras son contundentes: más de 1.850 recetas de medicamentos relacionados con la transición de género fueron emitidas en hospitales católicos durante el periodo analizado. Además, más de 380 niños recibieron bloqueadores de la pubertad o terapias hormonales, mientras que más de 150 fueron sometidos a cirugías.
La postura de la Iglesia
A pesar de estos hechos, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) ha sido clara en su postura sobre estas intervenciones. En 2023, los obispos emitieron directrices que califican las terapias de transición de género como moralmente inaceptables. Estas intervenciones, que buscan alterar las características sexuales físicas de una persona, no respetan la integridad de la unidad entre el cuerpo y el alma, según la enseñanza católica.
El documento oficial de los obispos subraya que los hospitales católicos no deben realizar procedimientos quirúrgicos o químicos que busquen modificar el sexo biológico de una persona. No obstante, los datos presentados por “Do No Harm” evidencian una desconexión entre las directrices y la práctica real en los hospitales católicos.
Respuestas y reacciones
Ante la publicación del informe, la Asociación Católica de Salud (CHA) —que representa a más de 600 hospitales y 1.600 centros de atención a largo plazo en todo Estados Unidos— cuestionó los datos presentados, pero no negó la realización de estas intervenciones. En una declaración, CHA criticó la metodología de “Do No Harm”, calificándola de «irresponsable» y advirtiendo que el informe hace suposiciones peligrosas sobre los pacientes y los proveedores de atención médica.
Sin embargo, el grupo “Do No Harm” defiende la precisión de sus hallazgos, asegurando que los datos están disponibles públicamente a través de reclamaciones de seguros y que cualquier persona puede replicar su análisis.
Beth Serio, gerente de relaciones externas de “Do No Harm”, destacó que su principal preocupación es la protección de los menores. Serio lamentó la respuesta de CHA, argumentando que el informe debería ser una oportunidad para reflexionar sobre el daño potencial que estas intervenciones pueden causar en niños que enfrentan confusión respecto a su identidad de género.
Los hospitales bajo la lupa
El análisis del grupo de vigilancia también reveló que la mitad de las cirugías de transición de género realizadas en hospitales católicos fueron llevadas a cabo por solo cinco centros médicos, operados por el sistema de salud católico Providence, que administra 51 hospitales en cinco estados. Estos datos han generado un llamado urgente a los líderes eclesiásticos para tomar medidas correctivas y asegurar que las prácticas en hospitales afiliados a la Iglesia estén alineadas con sus principios éticos.
Desafíos y posibles acciones
La cuestión que ahora enfrentan los obispos estadounidenses es qué medidas tomar ante estas revelaciones. Aunque la USCCB ha reiterado su compromiso de acompañar a las personas que luchan con cuestiones de identidad de género, también ha dejado claro que los hospitales católicos deben adherirse a las enseñanzas de la Iglesia.
Un tema candente
El debate sobre los tratamientos de transición de género para menores ha cobrado relevancia en el ámbito político de Estados Unidos. Mientras que algunos estados liderados por republicanos han aprobado leyes para restringir estas intervenciones, otros, gobernados por demócratas, han implementado medidas para garantizar su acceso. En medio de esta polarización, los hospitales católicos se encuentran en una posición delicada, obligados a equilibrar sus principios morales con la atención médica que ofrecen.
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