Manifestantes portan una pancarta en Ernakulam, sur de India, el 13 de octubre de 2024.

Manifestantes portan una pancarta en Ernakulam, sur de India, el 13 de octubre de 2024. Foto: The Pillar

Crisis en la Iglesia católica sirio-malabar: tensiones litúrgicas y administrativas sacuden nuevamente a Ernakulam-Angamaly

Aunque el Sínodo de los Obispos, la máxima autoridad de la Iglesia sirio-malabar, ha tratado de distanciarse del conflicto, la situación sigue bajo la supervisión del Vaticano y del obispo Puthur, quien ha dejado claro que no se permitirá a los nuevos sacerdotes celebrar la liturgia tradicional

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(ZENIT Noticias / Roma, 20.10.2024).- La ciudad de Ernakulam, en el estado indio de Kerala, ha sido testigo de intensas protestas que reflejan una profunda crisis dentro de la archieparquía de Ernakulam-Angamaly, la diócesis más grande de la Iglesia sirio-malabar. El 13 de octubre, manifestantes indignados salieron a las calles para exigir la ordenación de ocho diáconos transitorios cuyo camino hacia el sacerdocio ha sido obstaculizado por una disputa litúrgica que se remonta a varios años.

En el corazón del conflicto se encuentra la implementación de una nueva liturgia «uniforme», que ha sido objeto de una fuerte oposición por parte de sacerdotes y laicos en la archieparquía. Esta liturgia exige que el sacerdote se oriente hacia el altar durante la consagración (ad orientem), en lugar de celebrar de cara a los fieles durante toda la misa, como es tradición en la diócesis. A pesar de los esfuerzos del Sínodo de los Obispos de la Iglesia sirio-malabar por imponer la nueva liturgia en todas sus diócesis, la archieparquía de Ernakulam-Angamaly ha sido el epicentro de una rebelión persistente.

Las tensiones alcanzaron su punto máximo cuando los manifestantes, encabezados por católicos laicos, marcharon hacia la Casa Arzobispal Mayor, exigiendo la renuncia del obispo Bosco Puthur, administrador apostólico de la archieparquía. Uno de los momentos más dramáticos de la protesta fue una representación simbólica en la que un hombre encadenado, representando a un diácono, levantaba los brazos en señal de súplica, mientras otro hombre, vestido como el arzobispo mayor, lo amenazaba con una sierra de podar.

La frustración entre los fieles se ha intensificado debido a la decisión de posponer indefinidamente las ordenaciones de los diáconos, que estaban programadas para diciembre de 2023. Según el comunicado emitido por la archieparquía, el retraso se debe a que los diáconos se han negado a firmar un compromiso escrito de que celebrarán exclusivamente la nueva liturgia uniforme después de su ordenación. Sin embargo, los manifestantes consideran esta exigencia una violación de un acuerdo anterior que permitía la celebración de la liturgia tradicional en la diócesis, al menos en algunas ocasiones.

La situación se ha agravado aún más con los recientes cambios en la curia de la archieparquía, en los que varios altos funcionarios, incluidos el protosincelo y el canciller, fueron reemplazados. Estos movimientos han sido interpretados por los opositores a la nueva liturgia como un intento del obispo Puthur de consolidar el control sobre la diócesis. La designación del padre Joshy Puthuva como nuevo canciller, una figura vinculada al escándalo de la «estafa de tierras» de 2017, ha encendido aún más los ánimos.

El trasfondo de este conflicto también está marcado por la pérdida de confianza de los fieles en las autoridades eclesiásticas. Desde el escándalo inmobiliario que costó a la archieparquía 10 millones de dólares en 2017, el ambiente ha sido de constante desconfianza y enfrentamientos. A esto se suma el hecho de que el desacuerdo sobre la liturgia ha polarizado aún más a la comunidad, con boicots, huelgas de hambre y enfrentamientos físicos entre grupos opuestos.

Aunque el Sínodo de los Obispos, la máxima autoridad de la Iglesia sirio-malabar, ha tratado de distanciarse del conflicto, la situación sigue bajo la supervisión del Vaticano y del obispo Puthur, quien ha dejado claro que no se permitirá a los nuevos sacerdotes celebrar la liturgia tradicional. Mientras tanto, los manifestantes han llegado a proponer que la archieparquía se independice de la supervisión del Sínodo y quede bajo la jurisdicción directa del Papa, como sucede con la Archieparquía de Kottayam, que es autónoma para el grupo étnico Knanaya.

A pesar de los intentos por alcanzar un compromiso, la crisis en Ernakulam-Angamaly está lejos de resolverse. Los diáconos continúan esperando su ordenación, y la comunidad católica sigue dividida entre aquellos que apoyan la nueva liturgia y quienes luchan por mantener las tradiciones litúrgicas que han definido su fe durante décadas.

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Redacción Zenit

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