Esta ley extiende la prohibición existente en Italia sobre la gestación subrogada

Esta ley extiende la prohibición existente en Italia sobre la gestación subrogada Foto: Infobae

Italia aprueba ley que prohíbe “rentar” vientres de alquiler en el extranjero

Italia endurece las leyes contra la gestación subrogada y extiende la prohibición a las actividades internacionales

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(ZENIT Noticias / Roma, 22.10.2024).- En una decisión audaz que ha suscitado debates en toda Italia, el Senado aprobó una controvertida ley el 16 de octubre, que hace ilegal que los ciudadanos italianos busquen servicios de gestación subrogada en el extranjero. La legislación, encabezada por el gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni, introduce duras sanciones, que incluyen hasta dos años de prisión y multas de hasta 1 millón de euros (1,09 millones de dólares), para quienes intenten tener hijos a través de madres sustitutas fuera del país.

Esta ley extiende la prohibición existente en Italia sobre la gestación subrogada, que ya ha prohibido la práctica a nivel nacional, a las empresas internacionales, un fenómeno que a menudo se conoce como «turismo de fertilidad». Con una votación de 84 a favor y 58 en contra, la medida ha provocado reacciones feroces, especialmente entre los defensores de los derechos LGBTQ+, ya que la gestación subrogada es una de las pocas opciones para las parejas del mismo sexo que buscan tener hijos biológicos.

Con el objetivo de proteger los valores familiares tradicionales

Meloni, conocida por su firme postura sobre los valores familiares conservadores, ha sido durante mucho tiempo una abierta oponente de la gestación subrogada. Durante su campaña en 2022, se posicionó como defensora de la “familia natural”, utilizando con frecuencia una retórica anti-LGBT para subrayar su creencia de que los niños solo deben ser criados por una madre y un padre. Para su gobierno, esta nueva ley no solo trata de limitar el acceso a la gestación subrogada, sino que representa una defensa más amplia de las estructuras familiares tradicionales contra lo que Meloni ve como amenazas sociales modernas.

“La maternidad es irremplazable. Es la base de nuestra civilización”, dijo la senadora Lavinia Mennuni, miembro del partido Hermanos de Italia de Meloni, durante el debate en el Senado. “Debemos poner fin al turismo de gestación subrogada, que mercantiliza el don de la vida”.

Meloni ha descrito la gestación subrogada como un símbolo de lo que considera un cambio social inmoral, en el que los deseos individuales se confunden con derechos y la vida misma queda sujeta a las fuerzas del mercado. En sus palabras, la práctica simboliza una “sociedad monstruosa que confunde los deseos con los derechos y reemplaza a Dios por el dinero”.

Impacto en los derechos LGBTQ+ y la igualdad de fertilidad

No es de sorprender que la ley haya provocado indignación entre los activistas LGBTQ+, que la ven como un ataque directo a sus derechos. A medida que el matrimonio entre personas del mismo sexo se vuelve más aceptado en todo el mundo, el concepto de “igualdad de fertilidad” (el derecho a tener hijos independientemente de las limitaciones biológicas) ha ganado fuerza entre los activistas. Sin embargo, bajo el liderazgo de Meloni, Italia ha tomado medidas que los críticos sostienen que son regresivas en esta área. A principios de este año, el gobierno ordenó al ayuntamiento de Milán que dejara de registrar a los niños nacidos de parejas del mismo sexo, lo que limita aún más los derechos legales de las familias LGBTQ+.

Los observadores internacionales han notado el marcado contraste entre Italia y otros países europeos. En la vecina España, por ejemplo, las parejas del mismo sexo gozan de amplios derechos reproductivos, incluido el acceso a técnicas de reproducción asistida. Italia, en cambio, se está alineando con países como Hungría y Polonia, donde los gobiernos conservadores han buscado de manera similar recortar los derechos LGBTQ+ bajo la bandera de proteger los valores familiares tradicionales.

Un debate moral y religioso más amplio

Si bien la nueva ley de Italia está en los titulares por su impacto en las familias LGBTQ+, la oposición a la gestación subrogada en el país se extiende más allá del ámbito político. El Papa Francisco, sin respaldar ninguna legislación específica, ha condenado repetidamente la gestación subrogada como una violación de la dignidad humana. En un discurso a principios de este año, calificó la práctica de «deplorable», enfatizando que explota a las mujeres, particularmente a aquellas en situaciones económicas vulnerables, y reduce a los niños a mercancías en una transacción impulsada por el mercado.

«Un niño es siempre un regalo, nunca un producto comercial», dijo el Papa, instando a la comunidad internacional a trabajar por una prohibición global de la gestación subrogada.

Los argumentos éticos contra la gestación subrogada son múltiples. La Iglesia Católica, junto con otras voces morales, sostiene que la práctica fractura el proceso natural de la paternidad, creando dinámicas familiares complejas y a menudo angustiantes. El niño, concebido mediante fertilización in vitro, puede nacer del óvulo de una mujer, gestado por otra y luego criado por una tercera, introduciendo lo que los críticos llaman «fragmentación parental».

El contexto global y el futuro de la maternidad subrogada

La decisión de Italia de criminalizar la maternidad subrogada internacional se alinea con esfuerzos más amplios en toda Europa para frenar la práctica. El año pasado, el Parlamento Europeo incluyó la maternidad subrogada como una forma de trata de personas en sus debates sobre la lucha contra la explotación de las mujeres. Muchas naciones, aunque no tan lejos como Italia, están lidiando con las ramificaciones éticas y legales de la maternidad subrogada en un mundo donde los avances en tecnología reproductiva avanzan más rápido que la legislación que los rige.

En países como Estados Unidos, donde la maternidad subrogada sigue siendo legal y cada vez más comercializada, el debate se enmarca de manera diferente.

Los partidarios de esta práctica sostienen que permite la formación de familias de maneras que de otro modo serían imposibles, mientras que los críticos advierten que mercantiliza tanto a las mujeres como a los niños. Sin embargo, para los italianos, la ley ahora es clara: recurrir a la maternidad subrogada, incluso en el extranjero, tendrá consecuencias legales graves.

Cuando esta ley entre en vigor, es probable que sus repercusiones se extiendan por toda Europa, posiblemente influyendo en otras naciones que se enfrentan a cuestiones morales similares. El brusco giro de Italia contra la maternidad subrogada refleja una lucha cultural más amplia sobre lo que define a una familia en la era moderna, y es una lucha que no muestra señales de disminuir. La pregunta sigue siendo: ¿protegerá esta ley la dignidad de las mujeres y los niños como afirman sus defensores o, como sugieren los críticos, profundizará las desigualdades para quienes anhelan formar sus propias familias?

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Valentina di Giorgio

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