(ZENIT Noticias / París, 31.10.2024).- A unas semanas de la reapertura de Notre-Dame de París, la ministra de Cultura, Rachida Dati, propuso el cobro de una tarifa a los turistas para entrar en la catedral, con el propósito de preservar el patrimonio religioso y «restaurar todas las iglesias de Francia».
Rachida sugirió: “Con sólo 5 euros por visitante, podríamos recaudar 75 millones de euros al año. Notre Dame de París salvaría a todas las iglesias de París y de Francia. Sería un símbolo magnífico”, declaró al diario Le Figaro. Y agregó: “En toda Europa, el acceso a los edificios religiosos más notables se paga”. Añadió que propuso la idea al arzobispo de París. La propuesta de la ministra distinguiría entre turistas y creyentes.
La diócesis de París ofreció un comunicado de prensa donde «quiere recordar la posición inalterada de la Iglesia católica en Francia respecto al libre derecho de admisión a las iglesias». Esta gratuidad se justifica «tanto en las disposiciones de la ley de 1905 sobre la separación de la Iglesia y el Estado como en la misión fundamental de las iglesias», que es «acoger incondicionalmente y, por tanto, necesariamente gratuitamente, a todo hombre y mujer».
Antes del incendio, solo se cobraba el ingreso a las torres de Notre-Dame, así como a la cripta arqueológica y a la necrópolis de los reyes de Francia en la Basílica de Saint-Denis.
Sobre la distinción entre turistas y fieles que visitan la catedral, el comunicado señala: «En Notre-Dame, los peregrinos y los visitantes nunca han sido diferenciados: los servicios se celebran durante las visitas y las visitas continúan durante los servicios” Y, acerca de que se cobra la entrada en algunos edificios religiosos de Europa, la posición de la diócesis de París es que «privaría a peregrinos y visitantes de la comunión entre todos, que es la esencia misma del lugar».
El comunicado también subraya la misión fundamental de las iglesias: “Acoger incondicionalmente, y por lo tanto necesariamente gratis, a todos los hombres y mujeres, independientemente de su religión o creencia, de sus opiniones y de sus medios económicos». Se considera que poner un precio para el acceso al interior del edificio podría «llevar inevitablemente a la gente a renunciar a visitar una catedral que, por naturaleza, está abierta a todos».
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