(ZENIT Noticias / Santiago de Chile – Buenos Aires, 06.11.2024).- El próximo 29 de noviembre se cumplirán 40 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile. Con motivo de este aniversario, las Conferencias Episcopales de ambos países emitieron una declaración conjunta en la que agradecen a Dios por el camino de diálogo que evitó una guerra entre pueblos hermanos, con la mediación papal ofrecida por San Juan Pablo II.
La declaración conjunta de la Iglesia católica en Chile y Argentina se ha emitido en el contexto de la celebración de una Eucaristía de Acción de Gracias por este hito, que se desarrolló en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires el miércoles 6 de noviembre, presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea. En Chile, la conmemoración tendrá lugar el sábado 16 de noviembre a las 11:00 hrs. en el Santuario Nacional de Maipú, con una Misa en la que participarán los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile.
Cabe destacar que, entre otras actividades a desarrollarse durante este mes, el 25 de noviembre se realizará una Ceremonia Conmemorativa en la Santa Sede presidida por el Papa Francisco; en la que participarán los Cancilleres de Argentina y Chile, la curia y el Cuerpo Diplomático.
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A continuación el texto completo de la Declaración:
En el 40° Aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile
Declaración de las Conferencias Episcopales de ambos países
El próximo 29 de noviembre se cumplen 40 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, que puso fin al conflicto del Beagle acordando la delimitación marítima entre ambos países y estableció un acuerdo para la solución pacífica de controversias.
Las Conferencias Episcopales de Argentina y Chile damos gracias a Dios porque en aquellos años difíciles, primó el diálogo y la paz y se evitó una guerra entre pueblos hermanos. Especialmente damos gracias por la mediación papal ofrecida por san Juan Pablo II, y dirigida sucesivamente por los Cardenales Antonio Samoré y Agostino Cassaroli. Asimismo, por todos aquellos que estuvieron implicados en las negociaciones y que, con su sabiduría y prudencia, lograron resolver pacíficamente un tiempo de tensión y de enfrentamiento. “Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5, 9).
Hoy agradecemos la paz y la integración entre ambas naciones, y confiamos en que este camino se pueda seguir profundizando, para bien de nuestros pueblos. Esperamos que el espíritu de encuentro y de acuerdo entre las naciones, especialmente en nuestra América Latina, pueda suscitar iniciativas y políticas para resolver tantas carencias y crisis sociales que vivimos en nuestro continente, y que afectan especialmente la vida de los más pobres.
A la Virgen María, bajo las advocaciones de de Nuestra Señora de Luján y Nuestra Señora del Carmen, le encomendamos la vida de nuestros países y sus actuales desafíos de desarrollo. Que la Cordillera y el Mar, junto a otros tantos dones y realidades que compartimos, sean instrumentos de unión y de encuentro, y nunca de división y confrontación.
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