(ZENIT Noticias / Madrid, 26.11.2024).- En un firme intento de salvaguardar la integridad teológica, la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española ha publicado una nota doctrinal que examina críticamente la polémica práctica de la «sanación intergeneracional» o «sanación del árbol genealógico». Este documento, titulado “Su misericordia se extiende de generación en generación” (Lucas 1:50), surgió de las preocupaciones pastorales sobre la creciente prevalencia de esta práctica entre ciertos círculos católicos, particularmente los movimientos carismáticos.
Una tradición en cuestión
La nota subraya que la sanación intergeneracional, a pesar de su creciente popularidad entre algunos fieles, carece de fundamento en la doctrina católica. Vincula la práctica a una creencia controvertida de que los pecados o las cargas espirituales pueden heredarse a través de líneas ancestrales, causando dolencias físicas, psicológicas o espirituales. Los defensores a menudo proponen que tales «maldiciones» pueden romperse mediante oraciones específicas, celebraciones eucarísticas o exorcismos centrados en los antepasados. Sin embargo, los obispos sostienen que estas afirmaciones contradicen las enseñanzas católicas fundamentales sobre el pecado, la gracia y los sacramentos.
Preocupaciones teológicas y riesgos pastorales
Esta práctica, arraigada en los escritos de figuras como Kenneth McAll y popularizada dentro de círculos carismáticos, ha sido considerada incompatible con la tradición de la Iglesia. Los obispos destacan varios errores teológicos, entre ellos:
- Pecado y responsabilidad: La comprensión católica es clara: el pecado es personal y no puede transferirse de generación en generación, aparte del estado heredado del pecado original, que el bautismo absuelve por completo.
- Teología sacramental distorsionada: Los defensores a menudo hacen un mal uso de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, para fines que están fuera de su marco litúrgico y teológico previsto.
- Socavar la libertad individual: Atribuir las aflicciones actuales al pecado ancestral corre el riesgo de negar la responsabilidad personal y reducir cuestiones psicológicas y espirituales complejas a vínculos causales simplistas.
Un contexto eclesial más amplio
Los obispos españoles no están solos en su crítica. Las conferencias episcopales de Francia, Polonia y Corea del Sur han emitido advertencias similares, cada una advirtiendo contra los peligros teológicos y psicológicos de tales prácticas. Estas intervenciones enfatizan universalmente que la salvación y la sanación son dones otorgados libremente por Dios a través del sacrificio redentor de Cristo, no supeditados a la solución de faltas ancestrales.
Un llamado a la claridad
La nota de los obispos españoles tiene como objetivo proporcionar claridad y orientación tanto para el clero como para los laicos, instándolos a evitar prácticas que, aunque bien intencionadas, pueden conducir a la confusión y al daño espiritual. En cambio, llama a los fieles a confiar en la enseñanza auténtica de la Iglesia sobre los sacramentos y a buscar la sanación dentro del contexto de la atención pastoral establecida.
En el fondo, el documento reafirma la visión católica de la misericordia y la justicia de Dios: “Nadie cargará con la culpa del pecado de otro”, afirma, citando la Escritura, “porque el que peca, ese morirá” (Ezequiel 18,20). Los obispos concluyen con una invitación a profundizar la fe en el poder transformador de Cristo, cuya gracia se “derrama en abundancia” para cada generación.
Esta postura decisiva señala un compromiso renovado de la Iglesia española de defender la pureza doctrinal al tiempo que atiende las necesidades espirituales de los fieles con compasión y sabiduría.
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