(ZENIT Noticias / Roma, 03.01.2025).- Al concluir el año 2024, la Agencia Fides publicó su informe anual sobre los misioneros y agentes pastorales asesinados en todo el mundo en los últimos 365 días.
Como es habitual, la lista anual de Fides no se limita exclusivamente a los misioneros ad gentes en sentido estricto, sino que considera las definiciones de “misionero” y “misionera” ampliando el horizonte para incluir a todos los católicos involucrados en obras pastorales y actividades eclesiásticas que han encontrado la muerte de forma violenta, aunque no siempre haya sido “por odio a la fe”.
Por esta razón, evitan emplear el término “mártires”, salvo en su sentido etimológico de “testigos”, con el fin de no interferir en los juicios que la Iglesia pueda realizar a través de los procesos de canonización.
Las breves noticias y testimonios recogidos sobre la vida y las circunstancias que han rodeado la muerte violenta de estas personas nos ofrecen un retrato de su cotidianidad, en contextos particularmente difíciles, marcados por la violencia, la miseria, la injusticia. Son testigos y misioneros que han ofrecido la propia vida a Cristo hasta el final, de forma libre y por gratitud.
MARCO GENERAL
En 2024, según datos verificados por la Agencia Fides, han sido asesinados en todo el mundo 13 “misioneros” católicos, entre ellos ocho sacerdotes y cinco laicos. Una vez más, África y América encabezan este trágico registro, con cinco víctimas en cada continente En los últimos años, ambas regiones se han alternado en la cabeza de esta dolorosa estadística.
Entre los años 2000 y 2024, el número total de misioneros y agentes de pastoral asesinados asciende a 608. Los datos contrastados y verificados sobre sus biografías y las circunstancias de sus muertes revelan que no fueron asesinados por llevar a cabo obras o compromisos particularmente llamativos, sino por dar testimonio de su fe en la cotidianidad de la vida diaria. Sus labores pastorales se desarrollaban no solo en contextos marcados por la violencia y los conflictos, sino también en escenarios aparentemente más tranquilos. En 2024, dos sacerdotes perdieron la vida como consecuencia de violentos asaltos en dos países europeos.
PANORAMA POR CONTINENTES
África
En total, en África en 2024 han sido asesinados 6 misioneros, de los cuales 2 en Burkina Faso: el voluntario François Kabore fue asesinado el 25 de febrero de 2024 en Essakane durante un asalto de un grupo yihadista mientras dirigía una reunión de oración con la comunidad local. El otro agente de pastoral asesinado en Burkina Faso es el catequista Edouard Zoetyenga Yougbare, secuestrado y asesinado en los alrededores de Saatenga, en la diócesis de Fada N’Gourma, en el este de Burkina Faso. Murió entre el 18 y el 19 de abril.
Buscaba su burro cuando un grupo armado lo capturó junto con otro catequista, Jean Marie Yougbare, que fue liberado inmediatamente. El cadáver de Edouard fue encontrado en la madrugada del 19 de abril, en Pouargogê, a unos siete kilómetros de Saatenga. Le habían degollado, tenía las manos atadas a la espalda y presentaba varias señales de tortura en el cuerpo.
En Camerún, la noche del 7 de octubre en Yaundé perdió la vida el padre Christophe Komla Badjougou, sacerdote togolés Fidei Donum. El sacerdote fue asesinado a tiros frente a la puerta de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, en Mvolyé, un barrio de la capital. Según las autoridades camerunesas, el sacerdote murió en el transcurso de un atraco callejero. Las imágenes tomadas por las cámaras de vigilancia en el lugar del crimen han permitido reconstruir la dinámica del asesinato.
El 27 de septiembre, Edmond Bahati Monja, coordinador de Radio María en Goma, murió en esta ciudad, capital de Kivu Norte, una provincia oriental de la República Democrática del Congo sacudida por el avance del grupo armado M23. El periodista radiofónico católico fue asesinado a tiros por hombres armados cerca de su domicilio, en el distrito de Ndosho, en las afueras de Goma. Para reforzar las defensas de la ciudad, el ejército regular congoleño ha establecido alianzas circunstanciales con otros grupos armados y ha suministrado armas a varias milicias conocidas como Wazalendo («Patriotas» en swahili). Sin embargo, la presencia de estos grupos armados irregulares ha incrementado la delincuencia violenta en Goma, donde los robos y asesinatos están a la orden del día. El asesinato de Edmond Bahati, quien participaba en investigaciones periodísticas sobre temas locales, parece estar relacionado con la pasión y el compromiso con los que realizaba su trabajo. En los últimos dos años, al menos una docena de periodistas han sido asesinados en Goma y sus alrededores. Bahati había dedicado parte de sus investigaciones a documentar la violencia ejercida por los grupos armados en la región.
En Sudáfrica, dos sacerdotes han sido asesinados a tiros en poco más de un mes. El primer homicidio ocurrió el 13 de marzo y tuvo como víctima al padre William Banda, un sacerdote de origen zambiano perteneciente a la Sociedad de Misiones Extranjeras de San Patricio (Padres Kiltegan). El padre Banda murió tiroteado en la iglesia cuando se disponía a celebrar misa en la catedral de Tzaneen. Este hecho se suma al ataque ocurrido el 12 de octubre del año pasado, en el que tres monjes ortodoxos fueron asesinados con arma blanca en el monasterio St. Mark and St. Bishop Samuel the Confessor, ubicado en Cullinan, a unos 30 kilómetros al este de Pretoria. El segundo sacerdote católico asesinado en Sudáfrica fue el padre Paul Tatu, religioso estigmatino de la Congregación de los Sagrados Estigmas de Nuestro Señor Jesucristo, perteneciente a la Provincia Most Holy Redeemer. El padre Paul fue asesinado el 27 de abril en Pretoria; recibió un disparo en la nuca mientras se encontraba en su coche.
América
En el continente americano, un total de 5 agentes pastorales católicos han sido asesinados en 2024. En Colombia, el 4 de junio, Don Ramón Arturo Montejo Peinado, párroco de la iglesia San José en Buenavista, fue asesinado durante un atraco. La policía colombiana informó haber capturado a los presuntos autores del crimen, dos ciudadanos de nacionalidad venezolana.
En Ecuador, el padre Fabián Enrique Arcos Sevilla, un sacerdote diocesano de 53 años, fue encontrado muerto cuatro días después de su desaparición. El sacerdote había sido reportado como desaparecido el 30 de octubre y su cuerpo fue hallado la noche del 3 de noviembre en la provincia de Cotopaxi, cerca de un vertedero. Según las autoridades, el móvil del asesinato fue el robo. El funeral se celebró el 6 de noviembre en la iglesia de Huachi Chico, en el sur de Ambato.
El 14 de septiembre, Juan Antonio López, de 46 años, casado y padre de dos hijas, fue asesinado a tiros mientras se encontraba en su coche tras participar en una celebración eucarística en la colonia Fabio Ochoa, en el municipio de Tocoa, a unos 300 kilómetros de Tegucigalpa, capital de Honduras. López era coordinador de la pastoral social de la diócesis de Trujillo, miembro fundador de la pastoral ecológica integral de Honduras y concejal de Tocoa. Reconocido por su firme compromiso con la justicia social, Juan Antonio López
encontraba fuerzas y coraje en su profunda fe cristiana. El crimen ocurrió pocas horas después de que, en una rueda de prensa, López y otros líderes comunitarios denunciaran presuntos vínculos entre miembros de la administración municipal de Tocoa y el crimen organizado. El asesinato de López se enmarca en un contexto de creciente represión contra los defensores de los derechos humanos en Honduras. El Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus el 22 de septiembre, subrayó la importancia de proteger a quienes defienden la justicia.
“Estoy cerca de quienes ven pisoteados sus derechos fundamentales y de quienes trabajan por el bien común, respondiendo al clamor de los pobres y de la tierra”, agregó el Papa, recordando el legado de López como un hombre de fe que entregó su vida por los demás.
El pasado mes de octubre, la Iglesia en México encomendó a la misericordia divina el alma de uno de sus sacerdotes asesinados. Se trataba del padre Marcelo Pérez Pérez, sacerdote indígena y párroco del barrio Cuxtitali, en San Cristóbal de las Casas. El domingo día 20 de octubre, cuando regresaba de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la misma ciudad, tras celebrar misa, fue asesinado por dos sicarios en moto, quienes alcanzaron el coche en el que viajaba y lo mataron a tiros.
En Brasil, el 8 de diciembre, Steve Maguerith Chaves do Nascimento, de 43 años, casado y padre de una niña de 6 años, fue asesinado a disparos mientras se dirigía a misa. Steve, arquitecto de profesión, colaboraba activamente en la parroquia de Nossa Senhora da Cabeça, participando en el anuncio del Evangelio y en las obras de caridad. El crimen ocurrió a las 18:58, dos minutos antes de la misa de las 19:00, a la que Steve solía asistir. Dos hombres en moto se acercaron al coche de Steve. Al darse cuenta de lo que iba a suceder, intentó escapar, pero uno de los asesinos le disparó en la cabeza, matándolo en el acto.
Europa
En Europa, en 2024, se ha registrado la muerte por asesinato de 2 sacerdotes: un fraile franciscano español y un sacerdote polaco. El primero de ellos es Juan Antonio Llorente, fraile franciscano de la Inmaculada Concepción, quien perdió la vida de manera violenta en el monasterio donde residía, en Gilet, España. El 9 de noviembre, un hombre armado con un palo y una botella de cristal entró en el monasterio gritando «Yo soy Jesucristo» y comenzó a golpear a todos los frailes que encontró a su paso. Varios de los franciscanos resultaron heridos y fueron trasladados al hospital de Valencia. Tras dos días de tratamiento, el padre Juan, de 76 años, murió debido a los graves golpes recibidos en la cabeza.
También en noviembre, fue asesinado el padre Lech Lachowicz en Polonia. El sacerdote, de 72 años, fue atacado a última hora de la tarde del domingo 3 de noviembre por un hombre que, según la reconstrucción policial, irrumpió en la rectoría armado con un hacha con el objetivo de robarle. Tras el ataque, el padre Lech fue ingresado en el hospital, donde falleció el sábado 9 de noviembre, después de casi siete días de agonía. Una semana después de su muerte, su féretro fue trasladado a la iglesia de Szczytno para el funeral, que fue presidido por el obispo Janusz Ostrowski. A continuación, se celebró una vigilia de oración que se prolongó hasta altas horas de la noche. El funeral oficial tuvo lugar al día siguiente, presidido por el arzobispo metropolitano de Warmia, Józef Górzyński. Cientos de personas participaron en las celebraciones en recuerdo del padre Lachowicz durante todo el fin de semana.
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