(ZENIT Noticias / Washington, 09.01.2025).- En un gesto que ha suscitado reacciones encontradas, el presidente electo Donald Trump anunció el 20 de diciembre el nombramiento de Brian Burch, líder del grupo conservador católico de defensa CatholicVote, como nuevo embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede. El puesto estaba vacante desde mayo de 2024, tras la jubilación de Joe Donnelly, exsenador demócrata.
Burch, un católico devoto y padre de nueve hijos, es conocido por sus críticas abiertas a ciertas iniciativas del Papa Francisco, lo que refleja el cambio ideológico que Trump pretende consolidar en las relaciones entre Estados Unidos y el Vaticano durante su segundo mandato.
Una figura polarizadora para un papel diplomático clave
Al describir a Burch como un «líder probado» en Truth Social, Trump elogió su capacidad para movilizar a los votantes católicos. “Brian jugó un papel crucial en la creación de uno de los grupos de defensa católica más grandes del país y ayudó a asegurar más votos católicos para mí que cualquier candidato presidencial en la historia”, afirmó Trump.
El nombramiento de Burch subraya un realineamiento de prioridades en las relaciones entre Estados Unidos y el Vaticano, mientras Trump se prepara para abordar cuestiones en las que las políticas estadounidenses pueden divergir de las del Papa Francisco. CatholicVote a menudo ha criticado las posiciones del Papa sobre el cambio climático, la migración y la desigualdad económica, cuestiones centrales para los esfuerzos de defensa global del Vaticano.
Un legado de relaciones diplomáticas
El nombramiento de Burch llega en un momento histórico, ya que el Vaticano y los Estados Unidos celebran 40 años de vínculos diplomáticos formales. Establecida en 1984 por el presidente Ronald Reagan y el Papa Juan Pablo II, la relación ha evolucionado para abordar desafíos globales apremiantes como la protección de los refugiados, el diálogo interreligioso y la conservación del medio ambiente.
A pesar de su historia compartida, Estados Unidos y la Santa Sede ocasionalmente han chocado sobre las prioridades políticas. Bajo la administración Biden, la colaboración en iniciativas climáticas y la resolución de conflictos en Ucrania fueron puntos centrales. Sin embargo, el nombramiento de Burch por parte de Trump indica un posible cambio de énfasis, probablemente favoreciendo la libertad religiosa y los valores tradicionales por sobre las agendas progresistas del Vaticano.
Desafíos futuros para Burch
Como embajador, Burch enfrentará la delicada tarea de representar a un presidente cuyas políticas a menudo contrastan marcadamente con las enseñanzas del Papa, particularmente en inmigración y gestión ambiental. Con la Santa Sede abogando activamente por una acción global sobre el cambio climático y promoviendo un enfoque compasivo hacia los migrantes, Burch necesitará navegar estas tensiones mientras promueve los intereses estadounidenses.
Además, su estrecha asociación con CatholicVote podría plantear desafíos diplomáticos. El grupo ha criticado al Papa Francisco por ser «demasiado político», particularmente en temas como la desigualdad de la riqueza y el cambio climático, lo que plantea preguntas sobre cómo Burch conciliará estas posturas con su nuevo rol.
Un comienzo polémico
Mientras que los partidarios de Trump aplauden el nombramiento como una victoria de los valores católicos conservadores, los críticos sostienen que corre el riesgo de socavar el espíritu de colaboración entre Estados Unidos y el Vaticano cultivado durante cuatro décadas.
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