(ZENIT Noticias / San Antonio, 24.11.2025).- Cuando la Arquidiócesis de San Antonio descubrió que se habían creado cientos de páginas de recaudación de fondos en su nombre en GoFundMe, sin su consentimiento ni participación, no tardó en reaccionar. En un comunicado bilingüe emitido el 22 de octubre, la arquidiócesis dejó algo inequívocamente claro: no utiliza GoFundMe para recaudar donaciones.
La revelación se produjo después de que GoFundMe admitiera haber creado aproximadamente 1.4 millones de páginas de donación para organizaciones sin fines de lucro en todo Estados Unidos, basándose en datos públicos del IRS y otras fuentes de terceros como PayPal Giving Fund. El objetivo declarado era facilitar a los 200 millones de usuarios de GoFundMe la donación a organizaciones sin fines de lucro registradas, incluso a aquellas que nunca se habían unido a la plataforma.
Sin embargo, para la Arquidiócesis de San Antonio, y para un número creciente de instituciones católicas y recaudadores de fondos en todo el país, este gesto ha generado dudas sobre el consentimiento, la transparencia y la integridad eclesial.
“La Arquidiócesis de San Antonio no utiliza GoFundMe para ningún propósito de recaudación de fondos”, decía el comunicado, instando a los donantes a donar únicamente a través de canales verificados y seguros, listados en el sitio web oficial de la arquidiócesis, archsa.org. “Esto garantiza que cada donación alcance su propósito previsto”, añadía el comunicado, enfatizando la importancia de la confianza de los donantes en los ministerios, escuelas y parroquias de la Iglesia.
La advertencia de la arquidiócesis se sumó a una protesta más amplia de líderes de organizaciones sin fines de lucro que consideran la medida de GoFundMe como una intrusión preocupante en espacios que dependen en gran medida de la reputación y la rendición de cuentas basada en la fe.
Según un informe de KGO-TV, afiliada de ABC en San Francisco, GoFundMe defendió su decisión como una «forma innovadora» de ayudar a los usuarios a descubrir organizaciones benéficas y apoyar causas que les interesan, incluso cuando estos grupos no han creado activamente sus propias páginas. Krista Lamp, directora sénior de comunicaciones para organizaciones sin fines de lucro de la compañía, declaró a KGO que la nueva iniciativa reflejaba una tendencia preexistente entre los usuarios: «La gente ya acudía orgánicamente a GoFundMe para apoyar a organizaciones sin fines de lucro».
Si bien GoFundMe permite a las organizaciones reclamar sus páginas para acceder a los datos de los donantes y personalizar su marca, los críticos argumentan que el enfoque de la plataforma difumina los límites éticos.
Nic Prenger, fundador de Prenger Solutions Group, que ofrece servicios digitales de recaudación de fondos a más de la mitad de las diócesis católicas de EE. UU., calificó la estrategia de «sorprendentemente deshonesta». En una publicación de LinkedIn del 21 de octubre, Prenger compartió que, tras visitar una de las páginas generadas automáticamente, se le pidió que dejara una propina del 16,5 % a GoFundMe, además de la comisión de procesamiento estándar de la plataforma del 2,9 % y 0,30 $ por donación. «Eso supone un 16,5 % más las comisiones de procesamiento de tarjetas de crédito», escribió Prenger, instando a las diócesis y organizaciones sin fines de lucro a localizar las páginas generadas automáticamente a su nombre y solicitar su eliminación.
Otros consideran que el problema va más allá de una molestia técnica o financiera: es una cuestión moral y pastoral.
Josephine Everly, directora de filantropía de la organización nacional sin fines de lucro Stand Together, advirtió que las organizaciones católicas son particularmente vulnerables a las implicaciones de la «inscripción automática» de GoFundMe. En un ensayo en LinkedIn titulado «La controversia de las páginas de GoFundMe para organizaciones sin fines de lucro: por qué las organizaciones católicas deberían estar especialmente preocupadas», Everly señaló que «los límites basados en la fe son importantes».
«Las organizaciones católicas eligen cuidadosamente las plataformas que se alinean con su misión y principios morales», explicó. «La inscripción automática viola el principio del consentimiento informado que debería guiar todas nuestras colaboraciones».
Everly también señaló realidades estructurales que el alcance algorítmico de GoFundMe parece pasar por alto. Muchas instituciones diocesanas, señaló, operan bajo sistemas de gobernanza que requieren aprobación formal para nuevas iniciativas de recaudación de fondos. Además, el lenguaje genérico utilizado en las páginas generadas automáticamente de GoFundMe puede no representar la fe ni el carisma de las entidades católicas, lo que podría desvirtuar la imagen de hospitales, parroquias u órdenes religiosas.
“La página de un hospital católico podría tergiversar sus compromisos bioéticos”, advirtió, “o la página de una comunidad religiosa podría omitir la dimensión espiritual que define su misión”.
Para aumentar la confusión, Everly explicó que las fuentes de datos de GoFundMe se basan en formularios 990 del IRS que pueden tener entre 18 y 24 meses de antigüedad, y que a veces incluyen ministerios que ya han cerrado, se han fusionado o se han reubicado. “Un feligrés bienintencionado podría enviar una donación conmemorativa a un ministerio que ya no existe”, observó, “o ser redirigido a un sitio web obsoleto, lo que interrumpiría el proceso de donación en un momento crítico”.
Para muchos en la Iglesia, esto no es solo un fallo técnico, sino una cuestión de administración y confianza eclesial. Como lo expresó Everly: “La filantropía católica se basa en las relaciones, la confianza y un discernimiento cuidadoso, no en suposiciones algorítmicas sobre nuestros datos o necesidades”. Concluyó con un recordatorio directo a los recaudadores de fondos digitales: «La verdadera colaboración implica pedir primero y respetar nuestras estructuras de gobernanza».
En su declaración, la Arquidiócesis de San Antonio se hizo eco de ese sentimiento, subrayando que «la confianza continua de quienes donan generosamente a las entidades arquidiocesanas es de suma importancia».
La controversia sitúa a GoFundMe en una encrucijada entre la innovación y la intrusión, lo que plantea interrogantes más profundos sobre quién controla los espacios digitales donde la generosidad se encuentra con la tecnología. Para las organizaciones religiosas, la lección puede ser clara: en la era de la automatización, la vigilancia sigue siendo el primer acto de caridad.
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