(ZENIT Noticias / Madrid, 11.12.2025).- La absolución de 21 participantes en una vigilia de oración frente a una clínica de abortos en Vitoria-Gasteiz ha introducido un nuevo elemento en el debate jurídico y social que Europa mantiene desde hace años sobre el alcance de la libertad religiosa y de reunión en espacios sensibles. La sentencia, dictada por un tribunal penal del norte de España, no solo exime de responsabilidad penal a los acusados, sino que redefine, al menos provisionalmente, los límites entre la objeción moral y el acoso, entre la expresión pública de la fe y la protección de servicios sanitarios legalmente establecidos.
El caso se remonta al otoño de 2022, cuando pequeños grupos vinculados a la iniciativa internacional 40 Días por la Vida se concentraban diariamente frente a la clínica Askabide. Su actividad —oración silenciosa o en voz baja, carteles con mensajes de apoyo y presencia estable durante varias semanas— se convirtió en objeto de una denuncia que invocaba la reforma penal aprobada ese mismo año para sancionar cualquier conducta que pudiera interpretarse como coercitiva hacia mujeres que acuden a interrumpir su embarazo.
La fiscalía solicitó penas de cárcel o trabajos comunitarios, indemnizaciones económicas y órdenes de alejamiento, amparándose en la idea de que incluso gestos no intrusivos pueden generar un entorno disuasorio. Sin embargo, la jueza Beatriz Román concluyó que los hechos acreditados no cumplían los requisitos legales para considerar la actuación de los acusados como un acto de presión.
El fallo subraya varios elementos: los grupos eran reducidos, nunca más de cinco personas; se mantenían a una distancia de entre quince y treinta metros de la entrada; habían comunicado sus reuniones según la normativa vigente; no entorpecieron el acceso ni distribuyeron material; no emplearon imágenes crudas ni consignas ofensivas; y no se acercaron a las pacientes o al personal de la clínica. Tampoco se constató que alguna mujer hubiera interrumpido su cita o renunciado al procedimiento por la presencia del grupo. Para el tribunal, esta combinación de factores sitúa las vigilias en el ámbito legítimo de la libertad de reunión pacífica.
La conclusión ha sido recibida con especial entusiasmo entre grupos provida europeos, que ven en esta resolución un precedente para contrarrestar la tendencia —cada vez más extendida— a establecer zonas de exclusión alrededor de los centros donde se practican abortos. Alegan que la oración silenciosa y la oferta de ayuda en lugares públicos no deben equipararse a actos de hostigamiento y celebran que el tribunal haya diferenciado entre expresión moral y presión ilegal.
En el otro extremo, asociaciones proelección y portavoces de clínicas insisten en que la reforma de 2022 se concibió precisamente para evitar presiones difíciles de demostrar, pero reales en la experiencia de muchas mujeres. Para ellas, cualquier presencia organizada con un mensaje religioso o moralizante en las inmediaciones de una clínica introduce un elemento de juicio que condiciona la libertad de acceso, aunque no exista contacto directo. Consideran la absolución un retroceso y advierten de que normalizar estas vigilias podría debilitar la protección establecida por la ley.
El punto en disputa está lejos de cerrarse. La sentencia podría ser revisada por la Audiencia Provincial de Álava, un escenario que abriría un debate más amplio sobre cómo conciliar derechos fundamentales que, en contextos como este, chocan de forma inevitable: la libertad de reunión y de expresión religiosa, por un lado; la protección del acceso a servicios sanitarios y los derechos reproductivos, por otro. La resolución de Vitoria se convierte así en un referente inmediato para futuros litigios, tanto en España como en otros países europeos inmersos en discusiones similares.
Mientras se decide su futuro judicial, el caso ya ha logrado lo que pocas resoluciones locales consiguen: colocar en primer plano el desafío de regular la expresión pública de convicciones morales en tiempos de creciente polarización. Una tensión que, con toda probabilidad, seguirá marcando la discusión europea en los próximos años.
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