(ZENIT Noticias / Roma, 17.12.2025).- Roma ofreció una inusual convergencia de historia personal, memoria eclesial y debates pendientes durante la discreta visita en diciembre del arzobispo Georg Gänswein, exsecretario privado de Benedicto XVI y actual nuncio apostólico en Lituania, Letonia y Estonia. Su breve estancia en el Vaticano, durante la segunda semana de diciembre de 2025, transcurrió con discreción, pero tuvo un inconfundible peso simbólico.
El punto central de la visita fue una audiencia privada con el papa León XIV, concedida tan solo días después de que Gänswein expresara públicamente su esperanza de que la Iglesia algún día abriera la causa de beatificación de Benedicto XVI. No se dieron a conocer detalles oficiales de la conversación, pero el hecho de que se celebrara en el mismo momento indicaba un momento de atención del nuevo pontificado hacia figuras estrechamente vinculadas al legado de Benedicto.
El fin de semana también situó a Gänswein en un contexto cultural y espiritual más amplio. Asistió al tradicional Concierto de Navidad del Vaticano en el Aula Pablo VI junto al padre Federico Lombardi, presidente de la Fundación Ratzinger y portavoz del Vaticano durante muchos años. La velada estuvo a cargo del maestro Riccardo Muti, quien recibió el Premio Ratzinger directamente del Papa León XIV. Al entregar el premio, el Papa recordó la larga relación de Muti con Benedicto XVI, enmarcando el honor como la continuación de un diálogo entre la fe y la cultura orientado a la armonía y el bien común.
Esta continuidad se subrayó los días siguientes en una clave más explícitamente litúrgica. Al acercarse el tercer aniversario de la muerte de Benedicto XVI, Gänswein presidió una misa en la Capilla del Coro de la Basílica de San Pedro, con Muti entre los presentes. Posteriormente, rezaron juntos ante la tumba del Papa alemán, un gesto que conjugaba discretamente lealtad personal, amistad artística y recuerdo eclesial.
Más allá de los momentos ceremoniales, las recientes declaraciones de Gänswein han reabierto capítulos que muchos daban por cerrados. En declaraciones a la prensa, confirmó que se había reconciliado con el papa Francisco antes de su fallecimiento, tras una audiencia privada en noviembre de 2024. Según Gänswein, ese encuentro permitió aclarar asuntos pendientes e incluyó una petición personal de perdón. Describió el encuentro como una auténtica reconciliación y expresó su gratitud por el final pacífico de la relación.
Este reconocimiento cobra especial relevancia dada la tensión generada tras la publicación del libro «Nada más que la verdad» a principios de 2023, publicado poco después del funeral de Benedicto XVI. El volumen, que incluía críticas a Francisco y extractos de correspondencia privada, fue ampliamente considerado como una ruptura. Gänswein ha sugerido desde entonces que las heridas causadas por ese episodio se sanaron finalmente mediante un diálogo directo y franco.
El libro en sí sigue resonando en los debates, especialmente a través de sus reflexiones sobre lo que Benedicto XVI identificó como un desafío definitorio de la era moderna: el analfabetismo religioso y el eclipsamiento de Dios de la conciencia pública. La renovación, argumentó Benedicto, comienza no con reformas estructurales, sino con la recuperación del conocimiento de Dios. En el prólogo del libro, Gänswein retrata a Benedicto como un hombre moldeado por la Escritura, leyéndola no como un erudito distante, sino como un creyente que permitió que el texto bíblico lo cuestionara a lo largo de su vida.
Al mismo tiempo, Gänswein ha mantenido una voz destacada en los debates sobre la liturgia. En una entrevista reciente con la televisión católica alemana, instó al Papa León XIV a reconsiderar las restricciones impuestas a la Misa Tradicional en latín y a volver al marco establecido por Benedicto XVI en Summorum Pontificum. Para Gänswein, dicha legislación fomentó la unidad y la paz litúrgica, reconociendo que una forma de culto que nutrió a la Iglesia durante siglos no puede ser repentinamente considerada obsoleta o perjudicial.
Su intervención lo sitúa junto a varios eclesiásticos de alto rango que, desde la elección de León XIV, han expresado su esperanza de una reevaluación de Traditionis Custodes. Los cardenales Raymond Burke, Robert Sarah y Kurt Koch han indicado públicamente que consideran valioso restaurar el enfoque de Benedicto XVI, argumentando que la continuidad, en lugar de la prohibición, ofrece un camino más convincente hacia la unidad dentro del Rito Romano.
En conjunto, el fin de semana romano de Gänswein y sus recientes declaraciones dibujan el retrato de una figura que aún está estrechamente vinculada a la visión teológica y litúrgica de Benedicto XVI, pero que ahora opera en un panorama eclesial diferente. Su reconciliación con el Papa Francisco, su diálogo con el Papa León XIV y sus renovadas intervenciones en la liturgia no sugieren un retorno a viejos conflictos, sino un intento de integrar memoria, continuidad y esperanza en un momento en que la Iglesia está recalibrando su futuro.
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