Luca Volonte
(ZENIT Noticias – La Bussola Quotidiana / Roma, 24.07.2025).- En 2024, el aborto inducido siguió siendo la principal causa de muerte en el mundo. Una vez más, como ha sucedido durante muchos años, ante esta masacre, el silencio de políticos, medios de comunicación y filántropos progresistas resulta desarmante. Solo el mundo católico y los líderes cristianos protestan y denuncian esta horrenda tragedia. Ayer por la tarde, al momento de escribir este artículo, según datos de Worldometer, el número de niños asesinados por aborto desde principios de 2025 ya había superado los 25,2 millones, aproximadamente el mismo número de muertes de militares y civiles en la Primera Guerra Mundial.
Las estadísticas presentadas por Worldometer muestran que, en 2024, más de 73 millones de personas inocentes fueron asesinadas por aborto en todo el mundo. Este sitio web independiente recopila datos de gobiernos y otras organizaciones y los publica diariamente, junto con estimaciones y proyecciones basadas en los datos recibidos. Worldometer también basa sus datos diarios sobre abortos en información de la Organización Mundial de la Salud del 17 de mayo de 2024, que afirma que «cada año se producen aproximadamente 73 millones de abortos inducidos en todo el mundo». Esta cifra debe sumarse a los abortos ocultos mediante los llamados «anticonceptivos de emergencia».
Al comparar las cifras de abortos con las de otras causas de muerte, como el cáncer, el sida, los accidentes de tráfico y el suicidio, en 2024 los abortos superaron con creces cualquier otra causa de muerte, con aproximadamente 10 millones de personas fallecidas por cáncer, 6,2 millones por tabaquismo, 2 millones por sida y 17 millones por diversas otras enfermedades. Considerando que el año pasado, 67,1 millones de personas murieron por causas distintas al aborto, y que un total de 140 millones murieron por aborto y otras causas, esto significa que los abortos representaron aproximadamente el 52% de todas las muertes a nivel mundial en 2024.
Muchos fingen no recordar que cada uno de esos bebés abortados es un ser humano vivo, cuya vida fue violentamente destruida en el útero. Cada feto ya tenía un ADN único, lo que lo diferenciaba de su madre. Ese ADN indicaba si el niño era niño o niña, el color de ojos y cabello, la altura, posibles enfermedades genéticas y otras discapacidades, y mucho más. En la gran mayoría de los casos, el corazón del feto ya latía cuando era abortado.
La tragedia del aborto afecta a todos los continentes y latitudes. En Estados Unidos, se abortan casi un millón de bebés cada año. Aunque las tasas de aborto han disminuido en la última década, el aborto sigue siendo la principal causa de muerte en Estados Unidos. Se estima que 66 millones de fetos han muerto en Estados Unidos debido a abortos desde la decisión Roe contra Wade de 1973, revocada por la Corte Suprema en 2022.
Otro ejemplo: el aborto aumentó un 17 % en Inglaterra y Gales durante el primer semestre de 2022, según datos publicados por la Oficina de Salud. En 2022, el aborto químico (píldoras) representó el 86 % de todos los abortos en Inglaterra y Gales, frente al 48 % de 2012. Los abortos realizados íntegramente en casa aumentaron un 9 % entre 2021 y 2022, alcanzando el 61 % de todos los abortos. Desde la aprobación de la Ley del Aborto en 1967, más de diez millones de fetos han muerto a causa del aborto, y la nueva legislación de junio pasado, que despenaliza el delito incluso después de la semana 24, sumada a la liberalización casi total de las píldoras abortivas, aumentará el número de genocidios.
España también lidera el camino, aunque de forma negativa. En España, se produjeron 103.097 abortos en 2023, un aumento del 4,8 % con respecto a 2022, según el Ministerio de Sanidad. La tasa de aborto en 2023 alcanzó 12,22 por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 44 años, superando las tasas de 2022 (11,68) y 2014 (10,46).
Ante esta inmensa tragedia, acompañada de una ceguera racional, solo podemos denunciar la barbarie y exigir el fin de esta auténtica tercera guerra mundial contra el futuro del mundo: la infancia.
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