(ZENIT – 14 octubre 2018).- La «terrible erupción del Vesubio el 15 de junio de 1794» fue seguida por un «renacimiento material, espiritual y moral», en particular por instigación del Padre. Vincenzo Romano, explica el cardenal Becciu.
El cardenal Giovanni Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presentó la figura de Pablo VI en la rueda de prensa organizada por la Santa Sede en el Vaticano el jueves 10 de octubre de 2018, a las 17 horas, en vista de la canonización los beatos Pablo VI y Oscar Arnulfo Romero y Galdamez que se celebrarán este domingo 14 de octubre.
Subrayó que la reforma de Pablo VI fue “una” reforma interior “de la Iglesia, orientada hacia la santidad”.
El cardenal Becciu también presentó a otros 5 futuros santos y el cardenal Gregorio Rosa Chávez presentó al arzobispo Oscar Arnulfo Romero anunciando que el papa Francisco estaba planeando una peregrinación a su tumba el próximo enero en El Salvador, con motivo de su viaje Panamá para la JMJ.
El reconocimiento de un milagro fue necesario para la canonización del Beato Romano (1751-1831).
AB
Intervención del cardenal Becciu
Presbítero Vincenzo Romano. Nacido en Torre del Greco, cerca de Nápoles, el 3 de junio de 1751, recibió la ordenación sacerdotal en 1775. Si, inmediatamente se volcó en su ministerio en un servicio constante a los últimos y al compromiso educativo de los niños y jóvenes, fue sobre todo la desastrosa erupción del Vesubio del 15 de junio de 1794 que lo vio protagonista del renacimiento material, espiritual y moral de su ciudad, de la cual se convirtió en párroco en 1799. En él se conjugaban la profundidad y el rigor en la búsqueda de la voluntad de Dios con una carga de caridad entusiasta que lo acompañó hasta los últimos días de su vida. Murió el 20 de diciembre de 1831. El Sumo Pontífice Pablo VI lo declaró beato en 1963.
Vincenzo romano © Wikimedia Commons
Vincenzo Romano y "la terrible erupción del Vesubio el 15 de junio de 1794"
Canonización del beato sacerdote italiano de Nápoles