(ZENIT – 21 febrero 2019).- «A las víctimas hay que creerlas, respetarlas, cuidarlas y repararlas. Hay que reparar a las víctimas, hay que estar con ellos, hay que creerles, hay que acompañarles», ha dicho una de las víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes a los participantes en el Encuentro sobre ‘La protección de los menores en la Iglesia’, en desarrollo hasta el próximo domingo, 24 de febrero de 2019, en Roma.
«Yo les pido por favor, que colaboren con la justicia, que tengan especial cuidado con las víctimas», ha solicitado a los representantes de la Iglesia. «No es extirpar el tumor y ya listo. Yo les pido que oigan a lo que el Santo Padre quiere hacer, no asientan con la cabeza y después hagan otra cosa».
Esta mañana, 21 de febrero de 2019, ha comenzado la reunión que congrega a 190 representantes católicos en el Vaticano para reflexionar y trabajar sobre la protección de los menores en la Iglesia Católica.
Junto al Papa, los cardenales, los obispos, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas presentes en el aula nueva del Sínodo han visto un video con el testimonio en primera persona de cinco víctimas de Europa, Estados Unidos, África, Sudamérica y Asia.
«Una Iglesia renovada»
Esta persona, que fue abusada por un sacerdote, ha terminado: «Le pido al Espíritu Santo que los ayude a restablecer la confianza en la Iglesia, que los que no quieran oír al Espíritu Santo y los que quieran seguir encubriendo, que se vayan de la Iglesia, para dejar paso a otros que sí queremos una Iglesia nueva, una Iglesia renovada y una Iglesia absolutamente libre de abusos sexuales».
A continuación, ofrecemos el primer testimonio, ofrecido por una de las víctimas. Por motivos de privacidad, guardan el anonimato.
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Primer testimonio
Antes que nada, quiero darles las gracias a la Comisión por haberme permitido de dirigirme a ustedes hoy, y al Santo Padre por todo el apoyo y la ayuda que nos ha dado en este último tiempo. Me preguntan que hable sobre el dolor del abuso sexual. Para todos es conocido que el abuso sexual deja una secuela tremenda para todas las personas. Creo que no vale la pena ya seguir hablando de eso porque las secuelas son obvias, en todo tipo de aspectos, y quedan para la vida.
Más me gustaría referirme como católico a lo que me pasó y lo que me gustaría decirles a los obispos. Para una persona, como católico, lo más difícil es poder hablar sobre el abuso sexual, pero una vez que uno se atreve a ir a contar, en nuestro caso, por ejemplo yo, lo primero que pensé es: voy a ir a la Santa Madre Iglesia, donde me van a oír y me van a respetar. Lo primero que hicieron fue tratarme de mentiroso, darme la espalda y decir que yo y otros, eramos enemigos de la Iglesia.
Yo sé que están allí hablando, sobre cómo terminar y cómo empezar de nuevo y cómo reparar todo este daño. Primero, perdones falsos, perdones obligados, ya no funcionan. A las víctimas hay que creerles, respetarlas, cuidarlas y repararlos. Hay que reparar a las víctimas, hay que estar con ellos, hay que creerles, hay que acompañarlos. Ustedes, son los doctores de las almas, y sin embargo, con excepciones, se han convertido en algunos casos, en los asesinos de los almas, en los asesinos de la fe. Que contradicción más espantosa. Yo me pregunto, qué estará pensando Jesús, qué estará pensando María, cuando ve a sus propios pastores, ser los que traicionan a las ovejas. Yo les pido por favor, que colaboren con la justicia, que tengan especial cuidado con las víctimas.
Estamos viendo cada día la punta del Iceberg, cuando la Iglesia ha querido que se diga que esto ya terminó, siguen saliendo casos, ¿por qué? Porque se tratan, como cuando uno ve un cáncer, uno tiene que tratar el cáncer entero, no sacar el tumor, hay que hacer quimioterapia, hay que hacer radioterapia, hay que hacer tratamientos. No es extirpar el tumor y ya listo. Yo les pido que oigan a lo que el Santo Padre quiere hacer, no asientan con la cabeza y después hagan otra cosa, yo lo único que les pido es que, y le pido al Espíritu Santo, que los ayude a restablecer la confianza en la Iglesia, que los que no quieran oír al Espíritu Santo y los que quieran seguir encubriendo, que se vayan de la Iglesia, para dejar paso a otros que sí queremos una Iglesia nueva, una Iglesia renovada y una Iglesia absolutamente libre de abusos sexuales. Yo los encomiendo a la Virgen, los encomiendo al Señor, para que esto se haga una realidad. Pero no podemos seguir con este crimen, de encubrir esta lacra de los abusos sexuales en la Iglesia. Espero que el Señor y María los ilumine, y de una vez por todas, colaboremos con la justicia, y extirpemos este cáncer de la Iglesia, que está terminando con la Iglesia. Y eso es lo que el demonio quiere. Gracias.
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