Decenas de pancartas, consignas, cantos y aplausos se escucharon en la iglesia San Francisco la tarde del domingo 15 de marzo de 2020, cuando despedidos los restos del sacerdote Mariano Puga, quien falleció el pasado sábado a los 88 años de edad en su comunidad “La Minga”, de Villa Francia.
El arzobispo de Santiago, Celestino Aós, fue el encargado de realizar el responso fúnebre, tras una eucaristía que duró cerca de dos horas y que estuvo marcada por los elogios y recuerdos hacia la figura del padre Puga.
“Hay muchas personas que han influido en nosotros y nosotros influimos en muchas otras. Cuando hay hermanos sacerdotes, obispos o políticos que han ocupado cargos públicos o que han tenido mucha relevancia social, vemos estas manifestaciones. Es impresionante constatar en este caso, como tantas personas de diferentes sensibilidades políticas y hasta de diversos credos religiosos, han sintonizado con el padre Mariano Puga, precisamente porque Mariano los unió, los atrajo y los llevó hasta Jesucristo y en Jesucristo encontramos la unión, buscando la justicia, la verdad, el respeto. Ahí nos encontramos todos unidos y eso es lo que se ve, cómo su obra no fue una obra de división, sino que fue una obra de unión, no fue una obra de violencia, sino de buscar la paz”, señaló el pastor de Santiago.
Paulo Álvarez, coordinador de la comunidad La Minga, dijo sobre el padre Puga que “la gran causa de Mariano es Jesús y el evangelio. Ahí encontró un sentido fundamental de la vida, su fuerza y su fracaso, su entrega y sus dudas. La derrota amarga por un asesinado en la cruz, proclamado, resucitado, pero constantemente abusado hasta la humillación de lo indecible. En ese creía. Mariano obstinadamente indicó su fidelidad con el Nazareno, entregó su vida entera a quiénes eran tratados como irrelevantes, dónde para él, los primeros eran los pobres de la tierra, los drogodependientes, las trabajadoras y trabajadores sexuales, ladrones y los desobedientes”.
Testimonio de Jesucristo
Patricio Cisternas, dirigente comunal en Pudahuel, añadió que “Mariano ha sido un testimonio de Jesucristo, de una iglesia viva, del evangelio de los pobres y un testimonio de transversalidad. Él convirtió muchos corazones y su mensaje seguirá vigente, tanto en los derechos humanos, en el evangelio, en los pobres, en La Minga, ese lugar que lo chifló por Jesucristo”.
Violeta Toledo, joven de 20 años de la parroquia Nuestra Señora de Montserrat de Puente Alto, describió este día como muy particular y bendito: “Mariano Puga lo que marca en los católicos y en los jóvenes sobre todo, es impresionante. Desde chica me enseñaron de él, de su figura, de su obra. Estar hoy presente y en el contexto nacional en el que estamos y en el despertar que estamos viviendo, encuentro que es bastante icónico. Dios actúa de una manera muy bonita al llevárselo a su Reino un día como hoy”.
Luego de la Eucaristía y responso en el templo San Francisco, los restos de Mariano Puga fueron trasladados hasta Villa Grimaldi, lugar donde se realizó un viacrucis con acordeones, guitarras y panderos.
“Su legado fue el de la Iglesia con el pueblo”, señaló Pedro Lautaro asistente a la Fiesta de Resurrección, quien agregó que “él era un cura que realmente le llega a la gente, el cura que necesita la gente, sobre todo en tiempos difíciles, tal como lo fue el cardenal Silva Henríquez en la época de dictadura (…) por eso le echaremos tanto de menos, pero lo importante es que gente joven y de generaciones nuevas están conociendo el trabajo que ellos hicieron. Su legado, su figura son ejemplo a seguir y por eso hay que estar agradecidos”.
Por otro lado, Magdalena Ross indicó que, para ella, el sacerdote “es el hombre que enseñó a unir a los sectores sociales y políticos y nos enseñó el amor profundo, hacia las personas y hacia el Evangelio de Jesús de Nazareth”.
Por: Enrique Astudillo Baeza
Fotos: Omar González