Cardinal Schönborn

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Chiapas en el Vaticano

Los diversos pesebres mexicanos presentes preparan el próximo viaje del papa a México 

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VER

Se va haciendo tradición que un Estado de nuestra patria presente lo que se ha llamado Navidad Mexicana en El Vaticano. Se han presentado artesanías, historias y bondades de Jalisco, Michoacán, Estado de México, Veracruz, Puebla y Oaxaca. Este año le tocó a Chiapas. Han venido autoridades de nuestro Estado, con cuatro indígenas representativos de distintas ramas del arte popular, las artesanías: Simona López Pérez, tseltal de Amatenango del Valle, ganadora de un premio por sus figuras de barro; Catalina Sánchez Pérez, tsotsil de Zequentic Bajo, Zinacantán, por sus bordados; Rosel González Montoya, con su hijo J. Guadalupe Asunción González Gómez, de Chiapas de Corzo, expertos en el labrado de madera. Ellos hicieron un precioso nacimiento, que se expone en los Museos Vaticanos, adornado con variadas artesanías de diferentes lugares de Chiapas. Además, se montó una magnífica exposición fotográfica en los mismos museos y en la Vía de la Conciliación, y otro nacimiento en el Aula Pablo VI. Esto se presenta ante el turismo internacional que llega siempre a Roma, como una forma de dar a conocer las bellezas que ofrece nuestro Estado.

Un grupo de niñas y niños de San Cristóbal de Las Casas, con sus marimbas, ha tocado diversas melodías locales e internacionales, tanto en los Museos Vaticanos y en la audiencia general que tuvo el Papa en la Plaza de San Pedro, como en el evento protocolario en el Aula Paulo VI. Han asombrado a quienes los escuchan, por su profesionalismo y su calidad artística, a pesar de que andan entre los 8 y 12 años. Junto con nosotros los obispos de Chiapas, que acompañamos a los niños, a los artesanos y a las autoridades civiles, pudieron saludar personalmente al Papa y expresarle nuestra gratitud por su próxima visita a México, particularmente a Chiapas, para estar con indígenas, mestizos y familias.

PENSAR

El Papa Francisco decidió ir a Chiapas, sobre todo a San Cristóbal de Las Casas, por su interés en valorar las diferentes culturas, también las indígenas, no como sub-culturas, o costumbres destinadas a desaparecer como si fueran signos de atraso e incivilidad, sino como valores de la presencia de Dios, que se deben rescatar, proteger y tomar en cuenta a la hora de construir una Iglesia y una sociedad pluriétnica y pluricultural, como una familia que sabe vivir, convivir y enriquecerse con la multiplicidad de dones que el Espíritu siembra en cada uno.

En su Exhortación La Alegría del Evangelio, nos ha dicho:

“La globalización ha significado un acelerado deterioro de las raíces culturales con la invasión de tendencias pertenecientes a otras culturas, económicamente desarrolladas pero éticamente debilitadas” (EG 62). “El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo” (EG 88).

“El cristianismo no tiene un único modo cultural. En los distintos pueblos, que experimentan el don de Dios según su propia cultura, la Iglesia expresa su genuina catolicidad y muestra la belleza de este rostro pluriforme. Toda cultura propone valores y formas positivas que pueden enriquecer la manera de anunciar, concebir y vivir el Evangelio” (EG 116)

“No haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde. El mensaje revelado no se identifica con ninguna cultura y tiene un contenido transcultural. El mensaje que anunciamos siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos mostrar más fanatismo que auténtico fervor evangelizador” (EG 117). “Una sola cultura no agota el misterio de la redención de Cristo” (EG 118). “Jesús mismo es el modelo de esta opción evangelizadora que nos introduce en el corazón del pueblo” (EG 269).

 

ACTUAR

Dispongámonos a recibir al Papa no como un hecho anecdótico, folklórico y pasajero, sino como una caricia de Dios hacia los pobres y marginados, con el corazón abierto a todas las culturas y personas.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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