La detonación de tres camiones cargados de explosivos a manos de al menos dos atacantes suicidas ha dejado entre 50 y 60 muertos en Tel Tamer, una localidad del noreste sirio de mayoría cristiana. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH) ha informado de que la matanza ocurrió a última hora del jueves, y que la cifra de víctimas mortales podría aumentar en las próximas horas por la cantidad de heridos graves. Según esa misma fuente, uno de los vehículos bomba estalló cerca de un centro de salud, el otro junto a un mercado de verduras y el tercero en un área residencial.
Por su parte, un portavoz de las milicias kurdas YPG/J ha acusado al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) del ataque y ha denunciado que este grupo armado fundamentalista “tiene el objetivo claro de matar a civiles”. El frente con el ISIS se mantiene a cerca de 30 kilómetros al sur.
La agencia de noticias Amaq, que respalda a los militantes extremistas liderados por Abu Bakr al-Baghdadi, ha señalado en un nota que la formación terrorista había perpetrado los ataques contra bases kurdas en Tel Tamer, y más tarde el propio Estado Islámico se ha atribuido los atentados a través de un comunicado online.
Esta villa de la provincia nororiental de Hasaka, a orillas del río Jabur, tiene unos 8.000 habitantes. La mayoría son cristianos asirios que huyeron hace un siglo de Turquía a Irak, para evitar el genocidio a manos del imperio otomano. En 1922, tuvieron que escapar de nuevo de Irak a Siria a causa de la masacre de Simele. La llegada de los milicianos radicales a la zona, hace diez meses, forzó un nuevo exilio. Ahora, muchos intentan llegar como sea a Europa.
Cuando el autoproclamado Califato lanzó el pasado mes de febrero una ofensiva sobre las 35 localidades cristianas de la ribera del Jabur, en Tel Tamer, la mayoría buscó la protección kurda. Aun así, en su avance, el ISIS pudo secuestrar a 220 vecinos. Esta misma semana, los yihadistas entregaron en esa localidad de mayoría cristiana a 25 de ellos.