El objetivo de la erradicación del hambre es un imperativo para Cáritas y Manos Unidas, y también para el conjunto de la comunidad internacional. Prueba de ello ha sido la inclusión en la nueva agenda de desarrollo sostenible, aprobada en Nueva York recientemente, de un objetivo específico en el que los países firmantes se proponen “poner fin al hambre en 2030, lograr la seguridad alimentaria, la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”.
Esta agenda se propone concentrar los esfuerzos de los Estados en los próximos 15 años en la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la insostenibilidad del actual modelo de desarrollo, según han señalado este jueves las citadas organizaciones eclesiales en un manifiesto remitido a ZENIT ante el fin de la campaña “Una sola familia humana, alimentos para todos”, una iniciativa auspiciada por el papa Francisco y desarrollada en todo el mundo por Cáritas Internationalis.
“Con el apoyo entusiasta de nuestros miles de voluntarios, colaboradores y agentes, el aliento pastoral de nuestros obispos y comunidades parroquiales, y la cercanía de toda la sociedad, estos dos años de actividad intensa han servido para mejorar nuestro aprendizaje, renovar nuestra determinación y reforzar nuestra convicción de que acabar con el hambre en el mundo es posible”, han afirmado.
Todavía hoy la realidad del hambre sigue ofreciendo una imagen desigual: “mientras que el África subsahariana padece la mayor prevalencia de subalimentación y Asia, la región más poblada del planeta, sigue teniendo el mayor número de personas subalimentadas, América Latina y el Caribe registran rápidos avances en la reducción del hambre, sobre todo en el sur del continente”, han explicado.
Un dato para la esperanza es que aquellos países donde se ha alcanzado la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) relativa al hambre, “destacan por disfrutar, en su mayoría, de condiciones estables políticas y económicas, acompañados a menudo de políticas de protección social para los grupos más vulnerables de la población”, han añadido ambas organizaciones en su escrito.
Aunque merecen aplaudirse los avances producidos en la reducción del hambre, a fecha de hoy 795 millones de personas siguen siendo víctimas de esta lacra en el planeta, como señala la FAO en su Informe 2015 sobre el estado de la inseguridad alimentaria en el mundo.
Ante esta situación, Cáritas y Manos Unidas se han comprometido a “continuar trabajando con determinación y de manera muy activa para asegurar que en 2030 todas las personas tengan acceso a una alimentación sana, nutritiva y suficiente; a poner fin a todas las formas de malnutrición; a incrementar la resiliencia de las comunidades; a duplicar la productividad agrícola, y a adoptar medidas que aseguren el buen funcionamiento de los mercados de alimentos”.
En esta línea, han hecho referencia al Estudio sobre la Seguridad Alimentaria impulsado por Cáritas Internationalis, en el que se identifican los ejes que deben sustentar las estrategias a corto y medio plazo en la lucha contra la inseguridad alimentaria, como atajar la falta de recursos a la que se enfrentan los pequeños agricultores, abordar la baja productividad agrícola y atenuar el impacto del cambio climático.
Si ambas organizaciones logran articular respuestas a estos problemas –han apuntado–, podrán incidir “en las causas del hambre y la desnutrición, pero también en las que originan el incremento de las migraciones, la disparidad en los ingresos y el aumento de la violencia”. Por ello, han asegurado que van a seguir sumando sus esfuerzos para fortalecer un modelo de cooperación fraterna con las comunidades y las Iglesias locales de todos los países del mundo donde están presentes, basado en el impulso de medidas que permitan que el derecho a la alimentación sea una realidad para las personas más vulnerables, con buenas prácticas dirigidas a impulsar la agricultura a pequeña escala y dar mayor protagonismo al liderazgo de las mujeres en las comunidades locales.
Además, Cáritas y Manos Unidas han apostado por desarrollar, en paralelo, acciones de incidencia social y política que permitan fortalecer el diálogo entre la sociedad civil y los gobiernos para mejorar las políticas públicas, el marco legal y los sistemas productivos que garanticen la seguridad alimentaria. “Nuestras organizaciones seguirán su trabajo por la defensa del derecho a la alimentación”, han concluido.
La campaña “Una sola familia humana, alimentos para todos”, lanzada el 10 de diciembre de 2013, fue una iniciativa respaldada por el Santo Padre y llevada a cabo por la Confederación Cáritas Internationalis con el fin de terminar con el hambre en 2025. En España, Cáritas y Manos Unidas decidieron implicarse en la puesta en marcha de esta campaña a nivel nacional, y contaron con la colaboración de Obras Misionales Pontificias, Justicia y Paz, CONFER y Redes.