“Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia”. Este es el tema elegido por el papa Francisco para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado en el año 2016, palabras que se deben situar en el contexto del Año de la Misericordia que se celebrará del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016. Con este tema, explica el comunicado del Pontificio Consejo de la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, “quieren subrayarse dos aspectos”.
De este modo, se indica que con la primera parte del tema –emigrantes y refugiados nos interpelan– se quiere hacer presente “la dramática situación de tantos hombres y mujeres, obligados a abandonar su propia tierra”. Y así, se advierte que no se deben olvidar “las actuales tragedias del mar que tienen por víctimas a los inmigrantes”. Frente al riesgo evidente de que este fenómeno sea olvidado, “el Santo Padre presenta el drama de los inmigrantes y refugiados como una realidad que nos debe interpelar”.
Con la segunda parte del tema –la respuesta del Evangelio de la misericordia– se quiere unir de forma explícita el fenómeno de la migración con la respuesta del mundo y, en particular, de la Iglesia. En este contexto, “el Santo Padre invita al pueblo cristiano a reflexionar durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporal y espiritual, entre las que se encuentra la de acoger a los forasteros”.
En línea con el deseo del Santo Padre, que quiere que cada Iglesia particular esté “directamente implicada para vivir este Año Santo”, el Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes ofrece algunas indicaciones.
En primer lugar sugiere que “la jornada jubilar sea celebrada particularmente a nivel diocesano y nacional, en el ámbito más cercano a los inmigrantes y refugiados, con su participación, e implicando también a las comunidades cristianas”. Asimismo, propone que “el evento jubilar central sea el próximo 17 de enero de 2016, en el día que se celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado”. También “anima a las diócesis y las comunidades cristianas, que aún no lo hacen, a programar iniciativas, aprovechando la ocasión que ofrece este Año de la Misericordia”. El dicasterio vaticano invita además a “no olvidar el aspecto de la sensibilización en las comunidades cristianas al fenómeno migratorio”. Desea también que “la atención hacia los inmigrante y su situación no se reduzca a una única jornada”. Y finalmente recuerda que “también es importante realizar signos concretos de solidaridad, que tengan un valor simbólico, y que expresen la cercanía y la atención a los inmigrantes y refugiados”.
La Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado tiene su origen en la carta circular “El dolor y las preocupaciones” que la Sagrada Congregación Consistorial envió el 6 de diciembre de 1914 a los Ordinarios Diocesanos Italianos. En ella se pedía, por primera vez, “instituir una jornada anual de sensibilización sobre el fenómeno de la migración y también para promover una colecta a favor de las obras pastorales para los inmigrantes italianos y para la preparación de los misioneros que iban a emigrar”. Como consecuencia de esa carta, el 21 de febrero de 1915 tuvo lugar la primera celebración de tal jornada.