La encíclica del papa Francisco pretende promover la “nobleza” del mercado y advertir sobre el deseo excesivo de buscar ganancias. Así el cardenal ghanés Peter Turkson, sintetiza el mensaje del Pontífice en Laudato Si’. En una entrevista con ZENIT, el presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, que además ha colaborado con la elaboración del texto expresa sus esperanzas después de la publicación del documento papal que, según afirma, “es una encíclica colegial, destinada a todas las personas” y responde a las fuertes reacciones que se han generado, sobre todo en ciertos ámbitos económicos.
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¿Están satisfechos con el resultado de la encíclica? ¿Cuáles son sus esperanzas al respecto?
— Card. Turkson: Sí, estoy satisfecho. Ha sido realmente un documento muy esperado, con grandes expectativas. Había como ‘hambre’ por el mensaje del Santo Padre sobre ciertos temas. Por tanto, hemos sentido el deber de responder a este deseo, a causa también de tantas situaciones que se verifican hoy en el mundo. No tengo motivos para no estar feliz. El mundo necesita un liderazgo creíble sobre el argumento. Me he alegrado con el papa Francisco por esto y por toda la perseverancia que ha sido necesaria para alcanzar un resultado como este. Soy muy optimista con las reacciones que suscitará el documento. Su contenido es positivo. Es una encíclica muy concreta y extensa. Además, nuestro dicasterio ha desarrollado varias actividades antes de la realización para preparar a los prelados locales para la publicación. Y las Conferencias Episcopales están preparadas para ‘celebrar’ el contenido, que invita a todos a desempeñar un rol. A todos.
El Santo Padre, en la encíclica, hace algunas declaraciones fuertes sobre temas como el trabajo y los mercados. Algunos no se han quedado muy satisfechos con esto. ¿Quisiera responder a estas interpretaciones?
— Card. Turkson: ¿Cómo hago para dar una respuesta breve a algo que requiere una larga explicación? Nada en esta encíclica es realmente una novedad. El papa Francisco no está atacando el mercado ni los negocios, que para él son una “noble vocación” como afirmó en su carta del 2014 al World Economic Forum, con ocasión de la reunión anual en Davos-Klosters (Suiza). El Santo Padre ha expresado aprecio por los hombres de negocios, exhortándoles a ponerlos al servicio de los pobres. Cuando se mira a estos aspectos, uno no ve un ataque del Papa. Más bien es un aprecio por el trabajo junto a la invitación de usarlo no para el beneficio personal y las ganancias, sino para los pobres y el bien común.
Dios ha confiado el don del trabajo a la humanidad, como vocación. Como tal, debemos colaborar con Dios, continuando con su obra de creación. Creo que lo que el Papa está diciendo es que la “noble profesión” de los negocios puede ser distorsionada. Ya no queda en su forma pura, sino que se deforma de alguna manera, a causa de la tendencia a que nos afecte el deseo de ganar, las carencias éticas, etc. Esto hace que las empresas pierdan su “nobleza”. El papa Francisco está estigmatizando al mundo de los negocios bajo la influencia del pecado, o bajo la debilidad humana. Y no lo hace para criticar, sino para invitar a la humanidad a asumir las propias responsabilidades, recordando que no podemos hacerlo solos, sino que necesitamos la gracia de Dios.
Un ejemplo de esto es la Caritas in Veritate, la tercera y última encíclica de Benedicto XVI y su primera encíclica social, en la que el Papa emérito observa que la globalización nos hace vecinos y no hermanos, porque esto requiere la gracia de Dios. En la encíclica, firmada el 29 de junio y publicada el 7 de julio de 2009, Ratzinger se interesó por los problemas del desarrollo global y del progreso hacia el bien común, sosteniendo que tanto el amor como la verdad son elementos esenciales para una respuesta eficaz.
Hay puntos específicos dirigidos a los líderes políticos, emprendedores, líderes religiosos, financieros y las agencias de ayuda, pero el trabajo en su conjunto se dirige también a todos los hombres de buena voluntad.
Muchos observan que el papa Francisco ha hecho la Iglesia más “aceptable” para la sociedad. ¿Cree que finalmente conseguirá convencer al mundo que la Iglesia respeta completamente la verdad científica?
— Card. Turkson: Vale la pena recordar que la relación entre ciencia y religión siempre ha sido una cuestión debatida. Algunos ven una dicotomía, porque sus métodos son diferentes… Pero la línea de fondo es que, más que concentrarse en las diferencias entre estudios y metodologías, sería necesario centrarse en el punto común entre ambos, que es lo mismo, es decir, la persona humana. Cuando se reflexiona sobre esto, te das cuenta lo miope que es el esfuerzo de limitar el estudio de la persona humana a solo un aspecto de su existencia, tanto física como espiritual. Como persona, el hombres no es solo un cuerpo o acción, sino también un alma, y no hay ninguna contradicción entre ciencia y fe. Se sostienen la una a la otra.
En Caritas in Veritate, Benedicto XVI pide un diálogo entre fe y razón, todos los tipos de razón: científica, financiera, económica… Él explica que la razón puede desarrollar ‘puntos ciegos’, que precisamente la religión y la fe pueden ayudar a descubrir. Pero la fe requiere también de la razón para hacerla más concreta. La Iglesia anima así al diálogo entre estas dos cualidades de la persona humana que busca la verdad. Dos cualidades que no perjudican una a la otra, sino que se relacionan entre ellas. Después de todo, una persona es tanto fe como razón. Por tanto, estamos llamados a reconocer en las palabras del papa Francisco una voz influyente y creíble. La gente aprecia esta autenticidad. Lo vemos también en nuestro dicasterio a través de las cartas que envían distintos grupos de personas, llenas de alabanzas no solo de parte de los cristianos, sino también de musulmanes por ejemplo.
¿Cómo puede tener la encíclica un efecto sobre los cristianos en su vida cotidiana?
— Card. Turkson: La encíclica está dirigida a todos, cada uno según su propia vocación. Puede ayudar a cada persona, de forma también personal, a desarrollar un papel para contribuir a salvar el planeta. Recuerda a todos mirar el propio estilo de vida y las propias costumbres para ser coherentes con la propia esperanza por el futuro del mundo. Cuando comemos o hay una bolsa, se puede pensar en la forma correcta de deshacerse de los desechos. O, por ejemplo, se puede usar la bicicleta en vez de ir en coche u otro vehículo… Se puede ahorrar corriente. Son solo algunos ejemplos que pueden servir a quien busca distintas opciones para contribuir a salvar el planeta que nos ha dado Dios.