¡Basta ya de tanta corrupción, impunidad y violencia! es la exhortación de los obispos mexicanos, uniendo su voz a la de la toda sociedad. La fiscalía general mexicana confirmó el pasado día 7 que los 43 estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre en el estado de Guerrero fueron asesinados por miembros del grupo criminal Guerreros Unidos, según el testimonio de nuevos detenidos que se declararon autores del crimen.
Ante dicha noticia, «con gran consternación tras escuchar la información del Procurador General de la República, basada en el testimonio de dos recientes detenidos», los obispos de México quisieron reiterar su «cercanía y solidaridad a los padres, madres, familiares y compañeros de los 43 normalistas desaparecidos. Sepan ustedes que estamos pidiendo a Dios que les de fortaleza en estos momentos de dolor y nos conceda que pronto quede esclarecido el paradero de sus hijos, hermanos y compañeros».
Asimismo, los prelados piden «respetuosa y enérgicamente» a las autoridades «llevar la investigación hasta sus últimas consecuencias para que se conozca con certeza lo que ha sido de los desaparecidos y se sancione con todo el peso de la ley a los autores intelectuales y materiales». Además, en el comunicado publicado en la página web de la Conferencia Episcopal, exigen «hacer valer el estado de derecho para poner fin a toda forma de violencia, actividad ilícita, corrupción, impunidad, nexos y complicidad de algunas autoridades con el crimen organizado».
A las fuerzas políticas y a la sociedad les reiteran «nuestro llamado a no lucrar con esta desgracia, y a contribuir con responsabilidad a la creación de un México en el que la vida, dignidad y derechos de todo hombre y de toda mujer sean plenamente reconocidos, respetados, promovidos y defendidos».
Finalmente los prelados piden que Dios, por intercesión de Santa María de Guadalupe, «nos acompañe, fortalezca e ilumine en estos momentos oscuros de nuestra historia».
El 26 de septiembre, alrededor de 80 estudiantes de la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de la ciudad de Ayotzinapa en Iguala se organizaban para recaudar fondos y pagar así los gastos de la Escuela Normal. Cuando salían de Iguala, algunas patrullas de la policía municipal intentaron detener el convoy de autobuses, que no se detuvo, y los agentes comenzaron a disparar. Los 43 estudiantes fueron secuestrados por hombres armados mientras se celebraba una conferencia de prensa en la denunciaban la violencia sufrida. A continuación varios miembros de la policía municipal fueron detenidos por ser reconocidos como autores de la primera agresión armada en la que murieron 6 personas y una veintena de heridos.