(ZENIT Noticias / París, 17.09.2023).- El 2 de diciembre de 2021 el Papa Francisco aceptó la renuncia del arzobispo Michel Aupetit al gobierno pastoral de una de las diócesis más importantes del mundo: la de la capital francesa.
Semanas antes el medio francés Point publicó una historia no muy clara pero donde se le acusaba de acoso contra una persona adulta vulnerable, en un supuesto suceso que se remontaba a 2012. Incluso el periódico Paris Match hizo unas fotos que les merecieron una denuncia.
Tiempo después, en diciembre de 2022, la justicia francesa abrió un expediente por agresión sexual a persona vulnerable contra Mons. Michel Aupetit, luego de que la diócesis de París presentara un informe. La investigación estuvo en manos de la Brigada para la Represión de la Delincuencia Personal (BRDP).
El 9 de junio de 2023 el arzobispo retirado tuvo una audiencia en la que mantuvo “nunca haber tenido una relación sentimental o sexual con la mujer en cuestión”. Por su parte, la mujer involucrada dijo que no había delito así que no presentó denuncia. En consecuencia, la fiscalía cerró el procedimiento. Más específicamente, el 23 de agosto de 2023 el procedimiento contra Mons. Aupetit fue desestimado por falta de delito.
En el vuelo de regreso tras la visita apostólica a Chipre, una periodista del diario Le Monde (Cécile Chambraud) preguntó al Papa: “El jueves cuando llegamos a Nicosia nos enteramos de que usted había aceptado la renuncia del arzobispo de París, monseñor Aupetit. ¿Puede explicarnos por qué, y por qué lo ha hecho tan rápido?”. Y a eso el Papa contestó: “
Yo me pregunto: ¿qué ha hecho, Aupetit, tan grave para tener que presentar la dimisión? ¿Qué ha hecho? Alguien que me responda.
Si no conocemos la acusación, no podemos condenar. ¿Cuál ha sido la acusación? ¿Quién lo sabe?
Antes de responder yo diré: hagan la investigación. Hagan la investigación. Porque está el peligro de decir: “Ha sido condenado”. Pero, ¿quién lo ha condenado? “La opinión pública, el chismorreo”. Pero, ¿qué ha hecho? “No lo sabemos, algo”. Si ustedes saben por qué, díganlo. Al contrario, no puedo responder. (…) Aupetit es pecador como lo soy yo. No sé si él se siente así, pero quizá, como fue Pedro, el obispo sobre el cual Cristo fundó la Iglesia. (…) Todos somos pecadores. Pero cuando el chismorreo crece y crece y crece y te quita la buena fama de una persona, ese hombre no podrá gobernar, porque ha perdido la fama, no por su pecado ―que es pecado, como el de Pedro, como el mío, como el tuyo, ¡es pecado!― pero por el chismorreo de las personas responsables de contar las cosas. Un hombre al que le han quitado la fama así, públicamente, no puede gobernar. Y esta es la injusticia. Por esto yo he aceptado la dimisión de Aupetit no sobre el altar de la verdad, sino sobre el altar de la hipocresía. Esto quiero decir. Gracias.
