(ZENIT Noticias / Roma, 09.04.2024).- Junko Kusanagi es una mujer japonesa que por 49 años vivió sin tener una experiencia significativa que la llevara a tener una fe profunda. Sin embargo, la enfermedad de su esposo, que es católico, la llevó a plantearse más que nunca la fe como un elemento necesario en su vida.
Junko cuenta que asistió a una escuela y universidad católicas, pero que nunca se interesó mucho por la fe. Cuando estaba por casarse con su actual esposo él le reveló que era católico y ella menciona que quizá si no hubiera tenido una experiencia previa con el catolicismo, seguramente hubiera reaccionado de manera más hostil a esta declaración. Sin embargo, su previo contacto con el catolicismo le permitió no tener una reacción tan repulsiva a la fe de su esposo.
Tiempo después, cuando tuvieron a su hijo, el esposo de Junko expresó su deseo de que fuera bautizado como católico, a lo que en primera instancia ella se mostró un poco insegura de querer hacerlo. Decidió consultarlo con la hermana de su marido y esta le dijo que ella al ser bautizada desde pequeña había sentido siempre la presencia de Dios en su vida y esto motivó a Junko a aceptar el bautismo de su hijo.
El bautismo se llevó a cabo y Junko recuerda que su esposo le dijo que se sentía muy feliz porque incluso si a ellos les llegaba a pasar algo, su hijo estaría en buenas manos porque Dios estaría con él.
Junko menciona que su vida transcurrió sin grandes percances hasta octubre de 2022 cuando su esposo le dijo que le acababan de detectar cáncer. En ese momento ella se preocupó tanto por el futuro de su esposo y de su familia que entró en shock. En contraste, su marido estaba muy sereno, lo cual a ella le impresionó. Ella le preguntó cómo era posible que estuviera tan tranquilo a lo que él respondió “No pasa nada. Dios siempre está aquí”.
A partir de ese momento ella descubrió algo que jamás había visto en la persona de su esposo, una fe que ella había interpretado simplemente como algo que hacía que su esposo fuera una persona “tranquila y ordinaria”, pero en ese momento se dio cuenta de que su fe era tan grande incluso para no tener miedo, aunque el futuro fuera incierto. Esto la comenzó a llevar a replantearse su postura sobre la fe.
Al percatarse de esta situación y junto con el deseo de querer caminar al lado de su esposo en esta dificultad, decidió que quería bautizarse. Ella lo comentó con su esposo quien se alegró de haberse enfermado porque esto la trajo a ella a una profundización en la fe que él siempre había creído.
Así, Junko comenzó su camino a la Iglesia y entre otras cosas que agradece de la comunidad parroquial son el acompañamiento y la disponibilidad para estar con ella y acompañarla en este momento difícil. Ya que se habían mudado de casa no tenía amigas con quien poder hablar o sentirse acompañada, pero en la comunidad eclesial siempre hay alguien que la escuche. Junko fue bautizada en la Vigilia Pascual de la iglesia de Sekimac.
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