(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 25.06.2024).- La oración y la cercanía del Papa Francisco se concretan en la ayuda a quienes sufren los efectos devastadores de la guerra.
Por octava vez, el Limosnero del Papa viajará tres mil kilómetros al norte del Mar Negro, en el distrito de Zboriv de la región de Ternopil, para entregar al Hospital Central una ambulancia equipada como centro de reanimación móvil.
El Timonel también llevará una gran cantidad de medicamentos esenciales y vitales de la Farmacia Vaticana y de la Farmacia Policlínica Agostino Gemelli.
En la región de Ternopil, debido a la continuación de la guerra, llegan a diario numerosos convoyes con civiles y soldados que se ven obligados a huir de la zona fronteriza con Rusia, donde las hostilidades son más sangrientas. Esta ambulancia será también una valiosa herramienta de apoyo a los rescatadores de heridos. Durante esta nueva misión, el Cardenal, en nombre del Santo Padre, inaugurará también el Centro de Rehabilitación «San Juan Pablo II», construido en la diócesis católica romana de Kamyanets-Podilskyy, para la rehabilitación integral física y psicológica de quienes han sufrido traumas de guerra. El Centro, como otros similares, deseados por el Papa Francisco, fue construido con la contribución de algunas fundaciones pontificias como Ayuda a la Iglesia Necesitada y Papal Foundation.
Estos centros, como enseña el Papa Francisco, están abiertos a «TODOS», sin distinción de fe, nacionalidad o exclusión. Se ofrece atención no sólo a todos aquellos que han sufrido heridas en combate, sino también a sus seres queridos, esposas e hijos, para apoyar a las familias ucranianas en estos momentos dramáticos.
El Centro San Juan Pablo II, que será inaugurado en los últimos días de junio por el Cardenal Krajewski, y la donación de la ambulancia y los medicamentos, son gestos de misericordia con los que el Papa Francisco nos recuerda que la fe no es incorpórea, sino que se hace cargo de las situaciones difíciles de los hermanos más pobres y frágiles, como el buen samaritano que se hizo cargo del hombre agredido y dejado sangrando al borde de la carretera o en las afueras de la historia. Estos gestos concretos de compasión pretenden abrir el camino a la misericordia para llegar a la gracia del perdón.
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