Esta mañana, en la basílica de San Juan de Letrán en Roma, 31 nuevos sacerdotes legionarios de Cristo han sido ordenados por el cardenal Velasio De Paolis. Durante su homilía ha destacado que «el sacerdocio es un ideal mucho más alto que cualquier ideal humano. No es una elección que nace en el hombre; es una respuesta a un llamado que viene de lejos: viene de Dios mismo».
Asimismo ha explicado que «el primer sentimiento que brota del corazón humano ante tal llamado es casi de miedo e inseguridad; de debilidad y fragilidad». Pero, «¿quién puede sentirse preparado para anunciar el mensaje que viene de Dios mismo?», ha preguntado el purpurado. Pero es precisamente la consciencia de que se trata de un llamado de Dios, «lo que se convierte en la fuerza para tomar valor y dar una respuesta», ha afirmado.
En la amistad con el Señor Jesús el sacerdote encuentra el amigo fiel que lo confirma y lo sostiene. «Es la palabra de Jesús la que hace su paso seguro y su corazón firme y decidido», ha proseguido. Por otro lado el cardenal ha explicado que por el sacramento "las acciones son efectuadas por el sacerdote, pero son acciones de Cristo y por lo tanto tienen la eficacia de la acción divina». Y ha añadido que es «en el misterio de la Pascua y de la Eucaristía, que lo celebra y renueva, halla todo su sentido el sacerdocio cristiano».
Y «para poderlo celebrar dignamente el sacerdote debe estar dispuesto a responder al amor de Cristo con el amor más grande, con la donación de la propia vida. He aquí el gran don que con el sacerdocio el Señor os hace y os pide: el don de la vida, una vida vivida en el amor generoso, total y gozoso». Estoy seguro – ha expresado que «todos vosotros sois conscientes de todo esto», por la preparación y formación recibida, pero también «en modo particular porque los últimos años de preparación al sacerdocio han coincidido con los años en los cuales la Legión ha sido llamada a recorrer, bajo la guía de la Iglesia, un camino de purificación y de renovación», en vista del Capítulo Extraordinario que elegirá nuevos superiores y aprobará las nuevas constituciones y que tendrá lugar el próximo 8 de enero.
El cardenal De Paolis ha recordado que «en la Legión de Cristo hubo un momento en el cual el pecado, que había encontrado un lugar en ella y la oprimía, se hizo muy visible y abierto hasta tomar proporciones enormes y alcanzar una publicidad que llenó por largo tiempo periódicos y medios de comunicación mundiales». Así, ha indicado, «sobre ella se posaron miradas sin piedad que pusieron al descubierto la pobreza y la vergüenza. Fue un momento verdaderamente muy difícil. Cualquier cosa fea que se contara sobre los Legionarios se consideraba como verdad indiscutible».
Este momento díficil para los legionarios, «puso a dura prueba su fidelidad a la vocación o por lo menos la pertenencia a la misma Legión. Algunos titubeaban si creer lo que se decía. Otros ante los hechos relatados estaban extraviados y desconfiados: de tal situación, se pensaba y se decía, no puede nacer nada nuevo».
Pero del mismo modo ha señalado que son la mayoría los que decidieron quedarse «porque pensaron que su elección fue hecha a Cristo, que no les había traicionado y no podía traicionarles». A ellos les ha dicho que «con vuestro comportamiento y con vuestra fidelidad, con vuestro sufrimiento y el someteros al peso del oprobio por el pecado de los legionarios, habéis permitido el camino de la purificación y de la renovación de la misma congregación, y la habéis devuelto más bella al servicio del Regnum Christi y de la Iglesia». De este proceso «de camino penitencial y de purificación en vista de una renovación», el cardenal ha deseado que «nazca una nueva Legión reconciliada consigo misma y con los demás, capaz de perdonar y de pedir perdón. Las nuevas Constituciones no son el fruto de una técnica jurídica, sino el fruto de un largo examen de conciencia de toda la congregación».
Para finalizar ha recordado que «Cristo Jesús vino para revelarnos el rostro misericordioso del Padre, a perdonarnos y adoptarnos como hijos». Por esta razón les ha invitado a los nuevos sacerdotes a que «este sea también el rostro de vuestro sacerdocio». La salvación -ha concluido – está colgada del perdón que pende del árbol de la cruz y de él ilumina el mundo y se vuelve esperanza de salvación.