Por Paloma Rives, enviada especial
SANTIAGO DE CUBA, miércoles 28 marzo 2012 (ZENIT.org).- El primer día en Cuba tuvimos que amanecer más temprano que otras veces. Sí. Más temprano que el día que llegamos a las 5 de la mañana al aeropuerto y, obviamente, mucho más que cuando la misa inició a las 5,15.
Todo empezó al llegar al Centro de Comunicación Internacional (Sala de Prensa) del hotel, después de la Misa en el parque Antonio Macedo.
<p>Para hacer honor a la verdad, fue absolutamente sorprendente. Cuando abrimos las puertas de la sala deprensa, pudimos observar un espacio con las herramientas necesarias de una cobertura informativa a la altura de la visita papal.
Muchas mesas con ordenadores de primer orden. Un espacio con teléfonos listos y un sin número de personas con gafetes que señalaban eran parte de la organización.
Solicitamos información acerca de la señal de wi-fi para entrar a internet y hacer las actualizaciones con fotografías en Facebook y Twitter. Debíamos también enviar la crónica.
Con mucha amabilidad, el personal nos entregó una tarjeta en la que encontraríamos la clave de usuario y el password con el que nos conectaríamos. “Es gratuita y de uso ilimitado” –señaló.
¡Justo lo que necesitábamos!
Una vez ubicados en el espacio ad-hoc para empezar el trabajo, conectamos la computadora personal para de inmediato comenzar a enviar toda la información.
Ingresamos los datos y no logramos entrar a internet. Seguro no está bien escrito. Volvimos a intentar una y dos y tres veces. Nada.
De regreso al módulo de información encontramos una fila de compañeros con las mismas preguntas que nosotros. ¿cómo lograr comunicarnos con nuestros países vía internet?
No iba a ser tan sencillo como pensamos, eso estaba claro.
Después de escuchar algunos alegatos en italiano, otros en alemán y uno que otro más en francés, nos informaron que debían reiniciar nuestra tarjeta y con ello asunto solucionado.
Otro intento. Poco a poco (literalmente) se conectaban las páginas que necesitábamos usar. Repetimos: poco a poco.
Ya era de noche, bastante tarde. Nos habían dicho que de 8 a 10 habíamos de pagar el hotel para evitar que, al día siguiente cuando nos fuéramos al aeropuerto, se complicaran los tiempos.
Faltan solo unos minutos para las 10 y no se han terminado de cargar ni las fotos ni las otras páginas. ¡A correr!
Primero cambiar la moneda a pesos c.u.c para después ir a la agencia Cubatours y cubrir el pago que mencionamos. De haber traído capa, hubiera volado.
Terminamos después de las 11 de la noche. Nuevamente al centro internacional de comunicación. Llegamos y encontramos todos los espacios ocupados. Preguntamos si el internet llegaba a la habitación y tuvimos suerte porque la señal cubría hasta el piso 8. Justo ahí se encontraba la habitación.
Ya pudimos conectarnos, solo que skype, video llamadas de Facebook y otras aplicaciones mas están bloqueadas. Solo queda enviar todo por correo. No carga. La única solución era hacer uso de internet cuando menos tráfico exista. A las tres de la mañana. A fin de cuentas nos citaron hasta las 5.45. Hay tiempo.
Una vez despiertos nos arreglamos, cerramos las maletas y empezamos la transmisión de datos. Nos queda claro que no estamos “solos” en la red pero lo logramos. Aunque no se terminaron de cargar las fotografías, llegamos a tiempo a la Misa.
Lo dicho: tuvimos que amanecer mas temprano que otras veces.