Por Antonio Gaspari
ROMA, lunes 12 marzo 2012 (ZENIT.org).- Estamos en un lugar indeterminado de América Latina. Los paisanos de una aldea reciben la noticia de una visita que podría cambiar su penosa condición.
Una aldea del sur de Argentina, donde un hombre de poderes singulares recibe la visita de personas que anhelan sus beneficios.
Un punto a lo largo de la frontera entre México y estados Unidos, donde la patrulla caza a quien intenta el salto de la frontera.
Sobre todo aletea un misterio benigno en espera de revelarse…
Así inicia la novela en italiano “L’uomo dell’acqua” (El hombre del agua) escrito por Alver Metalli y publicado por Gallucci.
El autor inserta antes del inicio una cita de Franz Kafka: «Aquñel al que nunca hemos visto pero al que esperamos son verdadera ansia, que razonablemente sin embargo ha sido considerado inasequible, helo aquí, sentado».
Para descubrir el misterio y aplacar la cuuriosidad, ZENIT ha entrevistado a Alver Metalli, periodista y escritor italiano, peregrino en Argentina, México y Uruguay.
América Latina es el mundo que mejor conoce y al que ha dedicado ensayos y novelas, entre los que está el libro para chicos «La vieja vía de ferrocarril inglesa», publicado por Gallucci.
¿De qué habla su libro?
–Alver Metalli: Son tres historias imaginarias y las tres están ambientadas en América Latina. La primera en un pueblo desolado de Méjico del que ha escapado la mayoría de la gente por una sequía que dura desde hace décadas. Ya viejo, vuelve al pueblo un hombre que se había ido hace muchos años con la noticia de que van a mandar un ingeniero a la región para detectar napas de agua subterránea. Es “el hombre del agua”, tal como empieza a llamarlo la gente del lugar. A partir de ese momento comienzan a producirse muchas pequeñas situaciones inusuales, una infinidad de acciones e iniciativas para recibir a este desconocido, para dar al forastero una buena impresión de ellos mismos y de ese pueblo degradado. Un día, cuando parece que el hombre del agua está por llegar, toda la gente se reúne a la entrada del pueblo y observa el horizonte…
El segundo relato se sitúa en Argentina, en una pequeña población del sur, donde vive un extraño personaje que tiene raros poderes. El tercero se desarrolla en el límite entre México y Estados Unidos y está protagonizado por una patrulla de guardias fronterizos que tiene la misión de capturar indocumentados que intentan cruzarlo.
¿Tienen algo en común estos relatos?
–Alver Metalli: De los tres se desprende una fuerte percepción del misterio, un misterio benévolo que está allí, siempre a punto de revelarse…
¿Entonces por qué ha escrito cuentos y no un ensayo?
–Alver Metalli: Creo que en el fondo el propósito es el mismo: captar la realidad. Pero la cuestión es que la realidad no es fotográfica, por decirlo de alguna manera. La porción de realidad que queda dentro del cono de observación, que impresiona la retina, está inmersa en un mar de relaciones, de antecedentes, de ulteriores referencias… de significado, en definitiva. Por eso, para captar verdaderamente la realidad hay que transfigurarla, hay que verla en la totalidad de su forma y de sus relaciones. La literatura tiene la capacidad de hacerlo, puede lograr mejor ese resultado
¿Y qué sentimientos se propone despertar en el lector?
–Alver Metalli: Un sentimiento de simpatía por todo lo que es humano.
¿Entonces cuál es, en definitiva, la intención de este misterio dentro del misterio?
–Alver Metalli: Sinceramente no me planteo un objetivo cuando escribo. Una persona que leyó «El hombre del agua», una de las primeras –que se define a sí misma “posmoderna a ultranza”- me dijo que al principio le había parecido poco natural el ritmo lento de los relatos; pero después, cuando ya estaba “domada”, sintió que era parte de ese mundo, se sintió involucrada en las historias. Eso es lo que espero lograr.