Pablo, eslabón entre el mundo judío y el cristiano

Encuentro Judeo-Católico en Argentina con motivo de Año Paulino

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ZÁRATE, lunes, 14 julio 2008 (ZENIT.org).- Dentro de las celebraciones del Año Paulino, tuvo lugar el pasado 10 de julio un Encuentro Judeo-Católico en la diócesis de Zárate-Campana, Argentina. En el mismo se destacó la figura del apóstol Pablo como eslabón entre el mundo judío y el cristiano.

A dicho acto concurrieron las Sociedades Israelitas de las ciudades de Zárate y Campana, además de numerosos fieles católicos. Se contó con la adhesión de otras confesiones y comunidades cristianas.

En un clima de fructífero diálogo, entendimiento mutuo y fraternidad -informa a Zenit la diócesis de Zárate-Campana–, teniendo ante los ojos la imagen del Apóstol San Pablo (hecha pintar expresamente para el Año Paulino, y que será una de las dos que recorrerá las parroquias), judíos, católicos e incluso algunos participantes que declararon no profesar religión o no practicarla, se efectuó este encuentro en el Obispado, en seguimiento de las pautas dadas por Benedicto XVI, en la proclamación del Año Paulino Jubilar, en la cual indicó que se tenga en cuenta una profundización del diálogo ecuménico e interreligioso.  

Asistieron los referentes de las Sociedades Israelitas de la zona, Rudy Wessolovsky y señora, de Zárate, y Mirta Lubel de Atlansovich, de Campana, acompañados por otros miembros de las mismas.

El acto fue coordinado por la Comisión Diocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso que preside el mismo señor obispo, y en él colaboraron la asociación privada de fieles «Amigos de Santa Brígida de Suecia» y el movimiento Comunión y Liberación, con una participación que colmó el vasto auditorio.

En representación del Municipio de Campana se hizo presente el Secretario de Cultura, Oscar Trujillo, y se contó con la cobertura de los medios de comunicación y la adhesión del rabino Adrián Herbst, antiguo rector del Seminario Rabínico Latinoamericano y otras entidades israelitas zonales.

Acompañaron al obispo de la diócesis Oscar Sarlinga los monseñores Edgardo Galuppo, Santiago Herrera, y Ariel Pérez y los padres Néstor Daniel Villa, Mauricio Aracena y Jaime Burmeister.

Nestor Villa, moderador de la Comisión, mostró imágenes de la vida judía, así como otros grabados de época y la maqueta del Templo de Jerusalén, tomados todos de colecciones del Museo Judío de la Diáspora y del Museo Wolfson.

Muy emotivas resultaron a todos los concurrentes las imágenes de Juan Pablo II con el rabino jefe de Roma, Elio Toaff (1987), en el Muro de los Lamentos y en el Monte Sinaí (en el Jubileo de 2000). Siguieron imágenes de San Pablo (del Caravaggio, en «La Conversión de San Pablo» y El Greco, así como una xilografía de autor anónimo contemporáneo). Se prosiguió con los croquis de los viajes apostólicos de San Pablo, que culminan con su llegada a Roma, corazón del Imperio y lugar de su martirio.

Nestor Villa señaló la incidencia de Pablo como eslabón entre el mundo judío y el cristiano en la coyuntura de la cultura griega y el derecho romano como base de la ética pública de Occidente, la vigencia del respeto a la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, sujeto de derechos cuyo eje lo constituye la libertad religiosa, y la necesidad de recuperar esos valores para una posmodernidad que no sea una simple cadena de medios sin trascendencia, sino que se inspire en el respeto de toda persona humana y el estado de derecho.

Monseñor Sarlinga, comenzó con la lectura de la conversión de San Pablo. El obispo recalcó que Pablo «(…) se sintió siempre judío y que para él el cristianismo era su plenitud en Cristo Señor». A continuación explicó algunos trazos del cuerpo doctrinal paulino, y se centró en la Carta a los Romanos.

Por último, luego de hacer alusión a la virtud de la justicia en San Agustín, en Santo Tomás de Aquino y en otros pensadores cristianos, el obispo se refirió al concepto de justicia social, que está explícitamente mencionado en la encíclica Quadragesimo Anno,  1931, donde aparece «(…) como una especie de virtud cuya finalidad especial no radica tanto en apuntar a proteger derechos circunscritos por leyes, sino más bien los derechos naturales de la sociedad y de sus miembros, comenzando por el inalienable derecho a la vida».

Luego de referirse a los documentos conciliares Gaudium et Spes, y Nostra Aetate y al pensamiento y acción de Pablo VI y Juan Pablo II, el prelado destacó la importancia que otorga al diálogo interreligioso Benedicto XVI, destacando en particular, refiriéndose al judaísmo, su discurso en la Sinagoga de Colonia, Alemania.

Mención especial fue hecha del espíritu ecuménico y de genuino diálogo interreligioso del Santo Padre, por la armonía y el trabajo común de las religiones, en pro de la paz del mundo, haciendo referencia al diálogo fecundo con el Islam, y recordando el viaje apostólico del Papa a Turquía.

Siguió un ameno intercambio y concluyó el acto, no sin antes ser tomadas algunas fotografías junto al cuadro de San Pablo, al que nuestros «hermanos mayores» (como los llamara Juan Pablo II) llamaron afectuosamente «Saulo».

 

Este encuentro y sus frutos de paz, lejos de ser un episodio aislado, es un eslabón de una ya profusa actividad de estima y diálogo entre las sociedades israelitas y la Iglesia católica, en un marco de fraterno diálogo interreligioso y convivialidad, promovido por la Comisión Diocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso, creada en 2006.

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ZENIT Staff

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