BARCELONA, martes, 8 abril 2008 (ZENIT.org).- E-Cristians, la plataforma cristiana de acción cívica de Cataluña, interpuso en julio de 2007 una querella criminal contra el doctor Carlos Morín, propietario de la clínica Ginemedex de Barcelona, por comisión de abortos ilegales. La querella fue admitida a trámite y en noviembre del mismo año, un registro policial permitió hallar máquinas trituradoras de fetos, expedientes ilegales y otros indicios de delito. Actualmente, el proceso sigue su curso en lo que podría ser el juicio más importante sobre el aborto que se haya producido en España hasta la fecha.
En la primera parte de la entrevista concedida a Zenit, el presidente de E-Cristians, el político católico Josep Miró, pedía ayuda económica para seguir afrontando los costes del juicio: «la vía jurídica funciona, pero tiene unos costes que hay que afrontar. Y por eso pedimos colaboración a todas las personas que quieran luchar contra el aborto de una manera eficaz».
–Volviendo al caso del doctor Morín, la clínica Ginemedex, ¿era una excepción en el sistema español?
–Josep Miró i Ardèvol: No, y por ello intentamos abrir nuevos frentes. Creemos que es una práctica extendida. Curiosamente, lo que parece escandalizar no es la ilegalidad en sí, sino el hecho de que extraigan el feto de 19 semanas vivo y lo dejen morir. ¡Pero es que esto lo pueden hacer legalmente acogiéndose a los supuestos despenalizados! Nos puede escandalizar porque es un aborto, no porque sea ilegal. Por tanto, hay que contar estas cosas, pero hay que explicar que esto también pasa con los abortos legales.
Y en los abortos ilegales, está claro que Morín no es la excepción. Probablemente haya sido una persona que ha llevado la lógica del aborto hasta las últimas consecuencias, pero yo creo que hay muchas clínicas que hacen la trampa fundamental, que es falsear los informes psiquiátricos, y este es el punto fundamental: si existe o no existe la enfermedad por parte de la madre.
Si los datos son ciertos, resultaría que España es el único país del mundo donde habría una plaga de enfermedades mentales en las embarazadas, una especie de epidemia. Esto no se lo cree nadie.
–Lo que más ha escandalizado a la opinión pública es conocer cómo se hace el aborto «por dentro». ¿Cree usted que la gente conoce de verdad la realidad del aborto?
–Josep Miró i Ardèvol: No, en absoluto. Se ha conseguido que el aborto sea una especie de «abstracto» que soluciona problemas: se entra por una puerta, no se ve lo que pasa dentro, y se sale por otra habiendo solucionado un problema. Y esto es falso, y además se cuenta el cuento de «la pobre mujer, la pobre mujer». ¡La pobre mujer que ha de abortar, no la que no puede abortar! Porque el caso Morín pone de relieve varias cosas: una, que estas mujeres corren un riesgo grave, porque estas clínicas no están en condiciones de hacer frente a diversas situaciones; segunda, que la atención que reciben estas mujeres es deficiente desde el punto de vista médico; tercera, que a veces se olvida: el aborto es un acto contra la naturaleza de la mujer.
Cuando una mujer está embarazada, todo su cuerpo se dirige a proteger al ser que lleva dentro, mientras el aborto es forzar esta situación para que haga todo lo contrario. Cuando llega el parto, el cuerpo de la madre está preparado para sacar este nuevo ser y darle una vida autónoma. Esto explica la brutalidad de los abortos cuando, por ejemplo, si no se puede aspirar y deshacer el feto porque no es suficientemente pequeño, lo que se hace es una dilatación química y mecánica de la matriz, durante un periodo entre cuatro y ocho horas, porque el cuerpo se resiste.
La descripción de este hecho, por sí sola, es una brutalidad. Como es una brutalidad matar al feto con una inyección, como lo es sacarlo vivo y dejar que se muera o aplastarle el cráneo, o como es una brutalidad no advertir del riesgo de hemorragias masivas por la propia naturaleza de la mujer embarazada… En definitiva, que todo esto se haya omitido y se siga omitiendo, y que encima se presente como una ventaja a favor de la mujer, cuando es ella la que corre con todos los riesgos, y que le puede dejar una marca para el futuro. Esto por no hablar de los problemas del postaborto.
Por tanto hay que hacer un esfuerzo, en nombre de la verdad y de la defensa de la mujer, para que se explique en qué consiste realmente el aborto, cuáles son sus consecuencias y sus riesgos y cómo se opera, porque esto va a dar a las personas un juicio sobre lo que deben hacer o no y a lo que se exponen. No se pueden hacer las cosas como se están haciendo ahora, porque esto es simple y llanamente engañar.
–¿Cree usted que la cuestión del aborto debería volver al debate público?
–Josep Miró i Ardèvol: Es una necesidad imperiosa, y de hecho la iniciativa italiana de la moratoria sobre el aborto ha tenido eco en España. Ha de volver por varias razones: primera, porque lo que se está haciendo es una barbaridad, porque en nombre de una determinada ideología de género que supuestamente defiende a la mujer se la está dejando en realidad sola frente al problema, porque los que están interesados en que aborte van a presionarla, pero es ella sola quien paga las consecuencias.
Además es un desastre desde el punto de vista demográfico. En el centro que dirijo, el Centro de Estudios del Capital Social de la Universidad Abat Oliva, estamos terminando y vamos a difundir muy pronto, sobre el impacto económico a través del efecto demográfico del aborto sobre el desarrollo económico español (la capacidad de generar renta) y sobre la Seguridad Social. Y las cifras impresionan: el aborto, que la representa en España la quinta parte de los nacimientos, hace un daño tremendo en cuanto al crecimiento de renta y de estabilidad de la Seguridad Social.
Es absurdo que un país que tiene grandes problemas con el futuro de las pensiones y que se sitúa en una perspectiva crítica en los próximos años, no se plantee el agujero que está produciendo el aborto. Cada aborto representa una pérdida de capital humano, traducida en términos monetarios, de cerca de 400.000 euros, que sería lo que esta persona aportaría a la renta española a lo largo de su vida activa. Si pensamos que se han producido más de un millón de abortos y que la cifra sigue aumentando, el impacto económico es enorme.
Por tanto, hay razones desde todos los puntos de vista, no sólo desde la defensa de la vida humana y de su dignidad, sino incluso desde el punto de vista meramente material. El aborto es malo desde todos los puntos de vista.
–¿Por qué cree que los dos grandes partidos no se plantean reabrir el debate en ningún sentido, dado que el actual Gobierno tampoco ha parecido hasta ahora muy dispuesto a aprobar una ley más permisiva?
–Josep Miró i Ardèvol: Ni los partidos grandes ni los medianos. Yo diría que por dos razones distintas. Por parte de la izquierda (si es que este término tiene significación actualmente, más bien la post-izquierda) el aborto es uno de sus símbolos. En el momento en que la izquierda renuncia a la transformación económica y social en busca de una mayor justicia utiliza otros elementos para diferenciarse, ya que en política económica apenas hay diferencia entre unos y otros. Y convierte en símbolos y «fetiches» de progreso cosas tan absurdas como el preservativo, el aborto y cuestiones de esta índole. Es decir, convierte al aborto no en un tema médico, social, económico o psicológico, sino en un tema ideológico, esa «abstracción» de la que hablábamos antes.
Por parte del centro-derecha, la motivación es otra. Como le sucede al Partido Popular y a otras formaciones más pequeñas como Convergència i Unió, lo que sucede es que no tienen una cultura política claramente alternativa a la izquierda.
Esto es en el caso español, en otros países no sucede así. Por lo tanto, prefieren no hablar de estos temas, porque no tienen un discurso alternativo a la izquierda. Por esto, cuando gobernó el Pp todo siguió igual y el aborto continuó creciendo.
Yo creo que es una debilidad del centro-derecha español, no creo que tenga que ver con la Transición, que yo viví y en la que participé. De hecho, la actual legislación sobre el aborto, producto de aquellos años, en realidad es muy restrictiva, pero si se incumple cabe todo.
Más información: www.e-cristians.org
Por Inmaculada Álvarez